documentos de pensamiento radical

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miércoles, 9 de junio de 2010

LA CARA OCULTA DE LA CRISIS: UNAS NOTAS SOBRE EL LIBRO DE JOSÉ MANUEL NAREDO





En estos últimos veinte años se ha producido un desplazamiento y concentración del poder desde el campo de lo político hacia el campo de lo empresarial de tal calibre que hace posible que, hoy por hoy, encontremos a las empresas ejerciendo poderes que antes estaban reservados al Estado. Así las empresas crean dinero, consiguen privatizaciones, recalificaciones, concesiones, contratas, construyen la opinión pública y han hecho del poder político un apéndice puesto a su servicio con el encargo de removerle los posibles obstáculos para poder ejercer la plena libertad de explotación laboral, la plena libertad de apropiación de lo público, la plena libertad de extracción de riquezas naturales o de concentración de capitales y, además, para cuando las cosas vengan mal dadas, pues la propia naturaleza del capitalismo contempla sus crisis periódicas, la plena seguridad de que serán subvencionados y apoyados con dinero público, dinero de todos, atendiendo a la máxima de privatizar beneficios y socializar pérdidas, es decir, que una vez más serán los ciudadanos los que pagarán las consecuencias de una gestión empresarial que hace tiempo encontró el antídoto a sus males en la protección del Estado, un Estado paternal que sin rubor alguno le paga un nuevo chute de dinero.

Si miramos las ruinas que el capitalismo va dejando (por un lado destrucción ecológica y endeudamiento económico; y por otro bancarrota moral, servilismo, envidia, insolidaridad, incapacidad para ponernos en lugar del otro y avaricia...), uno no sabe que es peor, si un crecimiento que continúe avanzando a costa de la calidad de vida de la mayoría de la población y de su entorno, o una crisis que continúe avanzando a costa de la calidad de vida de la mayoría de la población y de su entorno.

La ciudadanía, lejos de reflexionar sobre este hecho central y plantearse lo absurdo de seguir siendo cómplice con el modelo de vida que impone el mercado, vivimos adormecida en el sueño del capital. ¿Despertaremos? ¿Tendremos un nombre para ese despertar? Yo creo que sí, que viene llegando tu tiempo, divina Acracia.

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