documentos de pensamiento radical

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lunes, 26 de febrero de 2024

LA COLOSAL TAREA DEL GRAN RECHAZO

 



con Jorge Riechmann

 

Si votamos al verdugo,

el verdugo hará de verdugo

por poco que nos gusten las ejecuciones.

 

Si votamos por la apisonadora,

por poco que se mueva,

tendremos que llorar la desaparición de la trocha,

el arrecife, los líquenes, el lobo y el oso pardo.

 

Si votamos por el campo de golf

no podremos reivindicar el bosque, el panal y la viña.

 

Si votamos por la propiedad privada de los medios de producción

no nos quejemos luego de la invasión de poesía mística

en el aberrante orden social del neoliberalismo.

 

Vivir en democracia también es hacerse cargo,

buscar hondura, intensidad y extravío,

reconocer que la bestia no sólo vive extramuros

o en la casa del vecino,

sino también en nuestros sueños

y en el trocito de felicidad que acabas de comprarte.

 

No engañar ni engañarse,

salir de la autopista para darle una oportunidad

a lo poco que quedó al margen de la autopista,

encontrar soluciones a la moneda gastada del capitalismo.

 

La tarea del superhéroe es salvar al mundo,

la del minúsculo ciudadano de la papeleta en la mano

es ceder el asiento en el autobús abarrotado

y esforzarse en descubrir que somos parte del ser

que formamos todos los seres,

y acompasar la respiración con ellos,

 

vivir como si el amor y la poesía

pudieran cambiar el mundo

 

porque el amor y la poesía cambian el mundo.




Antonio Orihuela. El fuego desde el otro lado. Ed. La tortuga Búlgara, 2024

domingo, 25 de febrero de 2024

RAÍZ


 




En todas las riberas,

más allá del umbral de tu cuerpo,

hemos visto arder velas y flores,

olas confusas, ondas de lo vivo

por las que hemos ido al encuentro íntimo

del bosque y la magia.


Tú que me abres los ojos

a la correcta rebelión del corazón,


eres el amor, el vuelo y la huella,

y mientras ardes iluminas el sendero

y entro en ti hecha luz,


y están en ti los colores

del secreto girasol arrebatado.

 

 

Antonio Orihuela. El fuego desde el otro lado. Ed. la tortuga búlgara, 2024




sábado, 24 de febrero de 2024

3 poemas de HABLAR EN SUEÑOS

 


POR INCREÍBLE QUE PAREZCA





Un día de estos al relincho de los caballos

responderá el silbato de los hipódromos,

en cada frontera sellada se presentará un niño

con las rodillas manchadas de una hierba fluorescente.

A cada pregunta lanzada al aire

replicará un rumor de piedras en el fondo del río

y las sirenas del cuartel militar

recitarán a los poetas desertores.

Por increíble que parezca, nadie

llegará demasiado pronto

ni demasiado tarde

si un día decide volver tras sus pasos.


No hay más verdad

que esta urgencia de sueño que nos rodea.


El día menos pensando, vendrá la vida

a llevarse a la vida por delante.




 

UNA CASA





Mi casa se hizo en el aire y le dejé crecer las raíces

para que tomara de la tierra los nutrientes más selectos.


Con un libro orientado hacia el sol

se hizo la casa, a la que beso en la frente

cuando comienza el día

y dejo reposar su belleza sobre la ropa olvidada

y los retratos familiares.

En ella caben exactas las vidas

que un hombre y una mujer pueden llorar

mientras se transforma como una antigua montaña

bajo un volcán en erupción.

Si movemos sus muebles parecerá

que vivimos una vida distinta,

que olvidamos cómo sucedieron las cosas,

el camino que nos atrajo hasta aquí.


Las puertas de mi casa se abren hacia ambos lados de mi casa.

Nunca sabes si estás dentro o fuera.





NO ESTABA ESCRITO





Me basta con saber que en este mismo lugar

nuestros antepasados redoblaron la ternura

como quien añade pan a la mesa.

Que sellaron la felicidad sobre un abrazo

en el que edificaron

con otro abrazo la casa,

y bendijeron

la misión de las lombrices

fortaleciendo el futuro de los recién nacidos,

la fertilidad de los sueños más ágiles.

Aunque pronto los cimientos del día

doblaron sus espaldas

hasta besar la tierra que otros habría de pisar.


Nada de lo sucedido estaba escrito,

pero convéncete, estas y otras cosas

estaban dispuestas a salvarnos.


Por eso desde entonces

no necesitamos morirnos todos juntos

para comenzar de nuevo.

 

 

Fernando de las Heras. Hablar en sueños. De la luna libros, Ed. 2014

viernes, 23 de febrero de 2024

2 poemas de INCENDIO MINERAL de MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ


 

¿En qué momento se adhiere la manzana a su color? ¿Nace desnuda y ardiendo de frío? ¿Albina? ¿Perseguida por el miedo cerval a lo que no conoce?

Después se acercarán a ella, cortejándola, los tonos rojizos y verdes con que las vemos sobre la bandeja plastificada de los días muy grises, cuando apretamos el paso en los centros comerciales.

Han de sentirse desnudas y codiciadas mientras los colores se excitan en la labor de envolverlas con su esperma de luz. Longitudes de onda en que el deseo alcanza la retina. Visible la lengua que las cubre.

            Cuando muerdo una de ellas sin pensarlo, cuando clavo los incisivos sobre su carne perfumada también yo participo del mismo ceremonial, como si se entregase a nosotros no solo cada molécula sino el conjunto que ha elegido esa precaria perfección.

Manzana que alberga dentro galaxias y vacío. Nada le interesa el relato del Génesis, solo la neutra confianza de ser siendo, su existencia independiente como unidad morfológica y funcional. ¿En cuál de estas palabras se desata el sabor? ¿Las semillas oscuras que protegen la serie ininterrumpida de nuevas manzanas, brotando de la que muerdo?

Madre de toda una estirpe, gira sobre su eje, su rabillo, el pedúnculo con el que el árbol la amó hasta la insensatez.

En los puñalitos blancos de mi boca también aguarda ansioso el empuje primero de la vida, su condición ensangrentada y cardinal porque morder es unirse a aquello que ingresa en nuestra boca, de igual modo que cuando te beso con toda la impaciencia y cierro los ojos para no ver sino dentro de tu cuerpo, retornan a mí el agua del Tigris y del Éufrates, la marea detenida del Mar Rojo ante la que se encuentran los seiscientos carros de Egipto cuando intentan cruzarlo y lo bautizan violentamente, Finisterre entregando la imaginación del Atlántico a la tierra que concluye, las olas que rompen en el muelle de Palos por el castigo de cifrar la riqueza del oro y de la harina en la boca oscurísima del océano… Desde ella están mirándome mis antepasados atados a la tráquea de la ballena de Jonás como si fuese el palo mayor en que los crucificara el hambre.

Terror en la noche de la especie para volverse tiempo que llega hasta mí. Pero también, cuando el cetáceo expulsa su sombra abisal y continúa en la felicidad del movimiento, espiráculo de luz y de energía.

No he olvidado que estaba besándote para desaparecer en tu vientre, en las algas marinas de tu sexo mientras tú me mordías donde brota el color que nos empapa.

¿Por qué entonces el agua es transparente? ¿Ha sido derrotada en la aventura de la piel? ¿No hay amor suficiente para sus labios sin labios, su imagen fantasma, la lluvia que deshace el yeso, el grafito y las motas de oscuridad sobre la sábana del día? Oleaje y espuma hacia tu lengua.

Cuando bebes tiñes el agua con tu cuerpo, con tu exacta y carnal precariedad.

Oh amor que todo lo asperjas y amaneces.

 

con Miquel Barceló

y José Emilio Pacheco

 



 

            ¿Y si eres nadie?

            Miras dentro de ti y solo hay un inmenso páramo en el que nada se oye. Ni siquiera la respiración agitada en el incendio de aquello que fuiste. ¿Adónde irás cargando tu vacío?

Nada pesa lo que no tienes, pero no hay ligereza posible para ti porque el vacío te arrastra hacia sus pies. Ha arrasado con toda la flora, los días sin viento, las reservas de agua y de pardales. Quedan muchos más pájaros atrapados contra las vallas: vencejos, cormoranes, petirrojos. Un viejísimo albatros sacude su cabeza como si se hubiera atragantado con un mal verso. Entre ellos se disputan las raspas del sol y todos los poemas sobre ruiseñores o palomas que han sido capaces de digerir. Disputan también con quienes han quedado crucificados contra esas vallas, atrapados en la larga migración del hambre, de la guerra.

            Y mientras, tú sobre tu páramo vacío.

Te asomas con miedo al brocal de la boca y solo se ve un espejo negro que parece saludarte desde el fondo. También alguna mano de gente difusa tras tantas pantallas entreabiertas. Nada se oye sino la frugalidad de la desgana.

A lo lejos, tal vez el agua pida que abras la puerta de tu cuerpo. ¿O vas a conformarte con ser páramo? ¿Eriazo que no habilitan las hormigas? ¿Pedregal que golpea con su sed?

            ¿Y si nadie somos todos? Pájaro perro, pájaro persona, población y polluelo enardecido. ¿Qué harás en el tránsito de las taxonomías?

En ti están los cien mil caracteres hereditarios que te atan dulcemente a los demás, los tres mil millones de letras del genoma humano que has aprendido sin esfuerzo y silbas con felicidad al levantarte, veinticuatro de los noventa elementos químicos, todas las maletas que quedan extraviadas frente a las aduanas y las noches de Ítaca y Caronte.

En ti, partículas lejanísimas de estrellas y otros parientes, piedras, peces, patronímicos, banderas deslucidas y otros trapos del dolor. Incluso meteoros en el festejo de la luz.

Todos ellos te bendicen y completan.

Bendicen cada una de las capas freáticas que alimentas con tu desesperación y tu amor radical a esta extrañeza que llamaron vivir, estar viviendo.

Porque tú no eres suficiente para ti.

Desconoces quién eres y no importa.

De pronto apremian la vida y los tendones. De pronto estallan granos rojísimos de luz sobre la superficie torpe de tu lengua. Algunos estorninos los disputan y te besan con su canción de alambre.

¿Cómo dejar entonces que el día colisione? ¿Que haya personas aparcadas como muebles mientras viajan las mesas en primera?

Alguna vez recibiste en herencia un baúl y una silla de esparto pero hoy todo ha sido arrasado en el fuego, hasta el flequillo que desordenó los días y la expiación y nota a lápiz del convenio laboral, mientras hay personas aparcadas como muebles y están dentro de ti, son tu apellido. Con el agua que mana de sus letras humedeces tu frente y te levantas.

 

con Fernando Pessoa

y Antonio Machado

 

María Ángeles Pérez López. Incendio mineral, 2021

 

jueves, 22 de febrero de 2024

CON UN ROTULADOR DE PUNTA VERDE

 



Con un rotulador de punta verde

que derrama su menta y su espesura

bajo la estricta ley de los fluidos

(la presión hidrostática, el coraje),

la mujer pinta un prado y saltamontes

sobre su calva blanca y aterida.

Escribe insectos grandes, cariñosos

y hormigas diminutas que se duermen

en hojas encendidas de verdor

como si fueran formas de metal

que brillan en silencio en la madera.

Sobre su cráneo blanco y aterido

escribe la canción de las termitas

cuando mascan el tiempo y los tablones,

una constelación de escarabajos

que inventaron el cuerpo mineral,

orugas luminosas y valientes

que rompen la crisálida y no lloran,

esta suerte de nuevo nacimiento

en las briznas minúsculas de hierba

que arrasan la ceniza y su matriz.

En su cabeza blanca y aterida

que perdió los cabellos, los aplomos,

las hojas más oscuras de los pastos,

la mujer atenúa los venenos

y pinta una pradera accidentada

en la que hay hormigueros, piedrecitas

y un cubo de cemento y de ladrillo

que produce energía nuclear.

Contra ella se han escrito los insectos.

La tinta florecida en color verde

empobrece el uranio y su dolor.

 


 


María Ángeles Pérez López. Atavío y puñal, 2012

miércoles, 21 de febrero de 2024

EL PÁJARO QUE VIAJA BAJO EL CIELO


 

 

El pájaro que viaja bajo el cielo

y viene a golpearse contra el coche

como quien cae rendido y se levanta,

arrastra sus cartílagos, su sombra,

su corazón caliente y separado

en cuatro habitaciones para el aire.

En ellas se resguardan los alisios

y el frío desconsuelo del invierno

cuando la sangre mueve lentamente

su río enrojecido, su caudal,

su modo de morir y levantarse

para picotear migas de sol.

El pájaro que viene contra el coche

es uno e indiviso, inconfundible,

y si distingue el eco de la especie

y atina a acompasar su corazón,

en el golpe está solo y yo con él,

seguidos por los dogos de la sombra.

Por eso, y aunque apura con violencia

la gota venenosa de la prisa,

su cuerpo diminuto y trashumante

no puede separarse de su sombra,

esa zona de umbría y de frontera

con que el sol nos recuerda el parentesco

insoportable, estrecho de la muerte.

La sombra lo acompaña, me acompaña,

le otorga la tiniebla, desazón

con que encender el día y sus volutas,

la masa medular y oscurecida

en que el tiempo nos brinda sus oficios

y escribe la desdicha a contraluz.

 

María Ángeles Pérez López. La ausente, 2004.


martes, 20 de febrero de 2024

España, mola mogollón




La ventaja es que, como sudamericano,

al salir a la calle puedo comunicarme

en el mismo idioma.

La desventaja, que no aprendo uno distinto.

La ventaja es que al buscar trabajo

de camarero o vigilante

me encuentro con otros iguales a mí

o en la misma situación.

La desventaja, que si busco de profesor

de médico o ingeniero

siento una ligera tensión en el aire.

La ventaja es que gano en euros.

La desventaja, que soy mileurista.

La ventaja es que puedo viajar a Sudamérica

cuando me dé la gana.

La desventaja, que no pueden hacer lo mismo

mis padres por Europa.

La ventaja es la gran riqueza y diversidad cultural.

La desventaja, “¡que inventen los otros!”.

La ventaja es que amo a una española.

La desventaja, que ella me ama a mí.

¿O la ventaja es que ella me ama a mí,

y la desventaja que yo la amo a ella?


Lawrence Carrasco. Amarus & Quimeras. Ed. Ultramarina, 2023

lunes, 19 de febrero de 2024

Huayno del inmigrante



Con el “Guanchaquito de pecho rojo”

y la “Rosa roja”, del Dúo Arguedas,

voy zapateando de lo lindo por las Españas

y las Europas, mamita linda.

Ya sé que aquí no hay grandes choclos

ni juane, ni papa a la huancaína, ni cebiche

pero qué le hacemos, también tienen sus cositas

como una buena paellita, un gazpacho bien frío

o el mero a la vizcaína que se parece mucho

al mero a lo macho

de verdad, mamita linda,

y si nosotros tenemos nuestra prodigiosa Pachamanca

ellos su jamón ibérico de pata negra

una delicatessen,

mamita linda.

Por la comida no te preocupes

hasta he subido unos kilitos.

Por el idioma tampoco,

mamita linda,

igual nos entendemos, a trompicones

pero nos entendemos.

Aunque al comienzo me daba mucha risa

cuando tenía que decir curro

para buscar una chambita pues,

mamita linda,

o aprender a decir joder

(disculpa la lisura, mamita)

en vez de pucha

ordenador en vez de computadora

nevera en vez de refrigeradora

móvil en vez de celular.

Pero lo que sí ya me ralló ya,

mamita linda,

fue decir U Dos

en vez de Yu Tu

A Ce De Ce

en vez de Ei Ci Di Ci.

Pero ya me estoy acostumbrando

especialmente cuando tomo mi chelita

que aquí le dicen caña

que viene con su tapita

una comidita

que a los españoles les gusta invitar.

¿Qué bacán, no,

mamita linda?

Lo malo es que si tomo muchas chelas

luego dicen que estoy pedo

(disculpa otra vez la lisura, mamita)

y eso ya no me gusta

porque, en verdad, estoy huasca

zapateando de lo lindo, con el Dúo Arguedas,

por las Españas y las Europas,

mamita linda.


Lawrence Carrasco. Amarus & Quimeras. Ed. Ultramarina, 2023


domingo, 18 de febrero de 2024

Marcahuasi




Al azar de cualquier embriaguez

amigos

madrugamos de Lima a Chosica

San Pedro de Casta

a pie burro o caballo

su botella de San Pedro bajo el brazo

mirando al infinito

la meseta de Marcahuasi.

Lo que aguante el cuerpo.

Hombres-piedra pájaros-piedra reptiles-piedra

atmósfera preñada de los Andes

religiosamente

desvarío místico

al azar de cualquier embriaguez.

Hay que

extraviarse

por una vez siquiera

botella de San Pedro bajo el brazo

mirando al infinito

ofrendarte

bajo las estrellas

a 4000 metros de altura

al pie de la Tortuga-Mundo

del Monumento a la Humanidad

lo que aguante el cuerpo

amigos

al azar de cualquier embriaguez

en Marcahuasi.



Lawrence Carrasco. Amarus & Quimeras. Ed. Ultramarina, 2023

viernes, 16 de febrero de 2024

3 poemas de NIEBLA EN COSTAFREDA de JOSÉ LUIS GARCÍA HERRERA

 


 

 

BAJO LA TIERRA

 

Busco, bajo la luz del alba,

con las manos en la tierra,

raíces de la memoria perdida,

semillas negras en el olvido.

Sabia memoria de un tiempo

en el que hube de escoger

caminos y sueños que creí

verdaderos, totalmente ciertos.

Sueños que perdí en los días

donde fui discípulo de sombras,

jinete mudo en la noche,

aprendiz de antiguos errores

que nuevos aparecen bajo la luz.

Con ira arranco tierra bajo mis pies,

interrogándome por el hombre

que oculté tras las palabras.

Con desazón remuevo la tierra

donde habré de reencontrarme

con el hombre que ha ido

muriendo en mí.




 

SOLEDAD

 

La soledad es una habitación llena de mí,

con la ausencia desparramada por el suelo

como las hojas de una tarde otoñal,

sin nadie cerca, perdiéndome en el frío.

La soledad soy yo, dueño de mi nada.

El sueño del amor no me pertenece,

ni tampoco aparece entre la retama

cuando abandono el camino.

Avanzo atornillándome el silencio a la garganta.

La soledad responde por mi nombre.

Soy la huella en el agua

que la lluvia no esconde.




 

DÍAS EN SYRACUSE

 

Una extrema delgadez y la muerte en los ojos.

Así le vimos llegar, aquella tarde, a Syracuse.

La sonrisa, aquella sonrisa jovial de juventud,

escondía un dolor que aún no era visible,

un mal que los versos sí expresaban

con una amargura que iba más allá

de la incurable soledad cosida al hueso.

Disfrutaba de la ciudad, de los paseos,

de las conversaciones con nuevos amigos,

apurando al límite las escasas horas

que estaba despierto, libre del peso

de la enfermedad que lo mantenía atrapado

entre las sábanas de una cama

deshecha todo el tiempo.

Leyó poemas solemnes en un recital

donde fuimos descubriendo

a un hombre que venía de regreso,

despidiéndose de la vida

y sin vida despidiéndose.

Quisimos entender que un poeta

finge todo cuanto escribe.

Y no fue cierto.

Aquella lectura fue el ensayo

de una despedida

para quienes le acompañamos

en el breve trayecto

de la luz contra el suelo.

Brindamos, con la última copa,

en el último bar,

por un futuro reencuentro.

Le vimos irse feliz,

cargado de bolsas y promesas.

Le vimos perderse

por los largos pasillos del silencio

con una extraña delgadez y la muerte

hundiéndose en el azul taciturno

de sus ojos de niño.

 

 

 

 

© José Luis García Herrera. Niebla en Costafreda. Dip. de Cáceres, 2023.

jueves, 15 de febrero de 2024

ORAD

 

 

 

Orad, orad,

que todo se arreglará:

guerras, sequías

y hambrunas

en la anchura de la tierra.


Y el Cristo de siempre

ya ni os podrá oír,

porque será puesto de nuevo

cada vez en una cruz muda,

sin nada que reparar.


Orad, orad,

que vuestros ruegos

quedarán en absoluta inanidad.



(Agustín B. Sequeros,

La última aldea de las palabras”,

2023)

 "Cráneo" , Acuarela de Carmen Borrego