documentos de pensamiento radical

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jueves, 6 de agosto de 2015

8 poemas de LA VIRTUD DEL MOMENTO de ANA BALIÑAS





MATERNIDAD MODERNA



Mi hijo se llamará potitos bledine

y crecerá sano, y oloroso

como nenuco y norit el cabrito.

Tendrá el culito seco, pobrecito

y se lo comerá todo, todo, todo.



***



PARVA NATURALIA



Hay gente para la que

andar la vida

es trazar con los pies una recta inflexible

como si en cualquier momento se fuera a presentar

un arcángel de tráfico

para hacernos una prueba de alcoholemia.



Hay asimismo gente para quien

vivir la vida

es casi obscenidad, un egoísmo

inaudito.

Son del país del valle de lágrimas

pero

-salvo casos de próximo suicidio-

acostumbran ignorar completamente

su cotidiana hipocresía.



Haciendo un corto alarde de sentido ordinario

-puesto que ya es un poco largo este poema-

diré sólo

que los dos primeros hechos estudiados

-véanse versos segundo y octavo-

me parecen, más que nada

naturales.

Especialmente en caso de personas

y animales.



***


PRIMER DÍA




»Envejecer donde todo es viejo

me parece lo peor de todo»[1]



Por la mañana, Zaratustra mira, delante de su casa, como unas palas excavadoras matan un viejo espino blanco. Piensa para sí:


Hermano vegetal, perdónanos si puedes

Ellos no saben

que somos savia y célula

que te necesitamos




Unas horas más tarde, Zaratustra escucha música con las ventanas abiertas:



El tiempo dice “ven” a cada cosa:

al vaso, a la canción, a este cigarro

y susurra más bajo a la mesa, a las paredes

al gato vacilón que alterna en la calleja...

También a mí me habla, pero yo no le escucho.

Cada cosa

puede contar conmigo para oponerse al tiempo,

ese eterno cabrón que altera los espejos

al que no le hago caso:

esta canción me alegra todavía.

Por mí

mientras Lou Reed se pasea por iu es ei

ya puede hablar el tiempo, que yo paso.



Al día siguiente, Zaratustra ha ido a la ciudad a hacer la compra:



Nos han vendido un mundo a tan mal precio

que es increíble que lo paguemos:

metrópolis voraces que nos engullen solas

cobrándonos tan caros simulacros de vida,

que olvidamos la vida para pagar sus sobras.



Nos hacen cómplices de cada muerte

inconscientes esclavos de una fábrica inerte

donde arde el planeta, al viento de sus cuentas.



Después de dejar las bolsas en el coche, Zaratustra pasea por la ciudad:



No sé como deciros lo que no se comprende.



Lanzo mis flechas sobre los edificios

pero no tengo plumas para empavonar sus mástiles.



Soy un triste Orzowei en las llanuras de esta ciudad.

Un Sandokan menos salvaje cuyo kriss se ha puesto fláccido.



Quizás mi tiempo ha pasado

pero aún reconozco a mis enemigos.



Quizás otros encuentren las flechas que he tirado

y las plumas correctas para dar en el blanco.




Esa misma noche, Zaratustra fuma y habla consigo mismo:




Lámina azul de blancos aledaños.

Lágrima de luciérnaga a la luz de los días.



Alisos te acompañan, como paños

verdes y cálidos que suavemente lías.




Tres semanas más tarde, Zaratustra recuerda un viaje que hizo cuando era más joven:




Allá lejos, en el margen izquierdo de la vida

hay amarrada una barcaza de París.

Ha vivido muchas vidas y ahora

se ha quedado a flotar en la corriente

que no la empuja ni la contiene.



El agua chapotea contra su popa

con alegre sosiego. El agua la rejuvenece

sin impedirle ser anciana y sabia, sabia y anciana.

La pintura se cuartea muy lentamente al sol.

Hace mucho que no tiene nombre

sin dejar de ser ella, allí existiendo



en la orilla más verde de la vida,

como una promesa para toda la senectud

en la margen derecha de este mundo intranquilo.




Siete días después, Zaratustra prepara una despedida:




Ahora

como dicen tan a menudo en las historias

será mejor que me vaya. (En otoño

migran todas las aves, ya lo sabes).

El tiempo de vivir es un retoño

que no se ha de guardar. Debe plantarse:

dará flores y hojas, más tarde sombra y frutos

e incluso leña muerta... Todo vale.

Guardémonos los lutos para luego. Además

no me quiero quemar sin ver el fuego.

Lo que los dos tenemos no es papel moneda

sino una tela buena que ha de usarse.

El pan fresco de hoy no puede congelarse

sin perder su sabor. Lo que tú sabes

merece oler el aire, probar tiempo.

Esto se gasta si no se gasta.

No me pongas bandera a media asta.

Volveremos a vernos con más viento.



Antes de irse, Zaratustra escucha cantar a los Nibelungos:




Hoy sé más de lo que querría

acerca del poder y sus anillos.



Si existiese la montaña del destino...

Si pudiese el poder de la belleza...



Pero ella no puede ser un arma

y los ejércitos del señor oscuro acribillan la tierra.



Antes de marchar, Zaratustra piensa en una persona a la que ama, y le dice así:



Camina para mí. Tenemos todo el tiempo.

Nos estamos muriendo pero

la ilusión del movimiento es más fuerte que el día

de la quietud y su amenaza.

Camina todavía. Sobreviviremos

también a este recuerdo. No hay herida.



Zaratustra se ha ido. Húmedo aún de la tristeza de la despedida, piensa en esa persona a la que ama, en la primera noche de su viaje:



Cuando se acabe el día haremos una hoguera

con todos los recuerdos de la luz.

Cuando se acabe el día haremos un vela

con la cera de las palabras que supimos y leeremos con ella.

Cuando se acabe el viento haremos una barca

y empuñaremos los remos de los silencios

que otrora nos inspiraron.

Cuando se acabe el día no vamos a estar solos.



Cuando se acaba el día compartimos

los víveres del viaje, como hermanos.

El día se ha acabado y no nos dimos cuenta.



Es de noche, y aunque no lo sabemos,

esta vez, las lágrimas

no nos van a impedir ver las estrellas.



En la distancia, alguien piensa en Zaratustra.

Ella es una mujer cerebral todavía y le escribe lo siguiente:



“El sentido del tacto es nietzscheanamente trágico, y su magia

poco tiene que ver con aquélla de los clásicos.

Vista, oído... nos ponen sin piedad en nuestro sitio,

coordenadas y abcisas de la empiria.

Pero el tacto se niega a las medidas

y nos descentra, excéntricos y extáticos,

a un imperio al que no estamos circunscritos.”



Después de recibir esa carta, Zaratustra le contesta:



“Si concentro mi tacto en un palmo de piel otra

derivo con delirio más allá del espacio

recibo manuscritos que sin pudor me informan

de un naufragio de hormigas, más allá de las formas.”



Zaratustra viaja y piensa:



Sé más de lo que quiero sobre nada

y nada sobre todo. Vuestros dioses

no merecen la pena.

Maldita especie sabia de carnívoros:

¿Dónde están

la gloria y la razón de nuestra historia?


Zaratustra viaja y piensa en un libro: génesis


A veces desearía arrastrarme sobre la duna

para ver a Dios ardiendo detrás de su ladera.

Como un viejo israelita, siento la sed del fuego

y cuando el mar del cielo se tiñe con la luz

camino con los ojos ciegos al horizonte

y espero hallar allí el místico cordero.



Cada día pastoreo sobre la arena

mientras la sal del aire me castiga la carne

y merman los rebaños de mis padres.

Pero la cruz de lo alto y de lo ancho abre sus brazos para mí

uno más en el pueblo de los elegidos del Señor.

Su poder y su ira

me dilatan el pecho en la montaña

y el desprecio por los impíos quema sobre la llaga de la pobreza.



Mi alma llamada por el Señor es

como la brasa

que brilla cada noche a través del roto adobe de mi casa.

Soy uno más entre el pueblo de los elegidos.

Ungido por el Señor voy a tener un hijo

que multiplicará mi simiente por innumerables generaciones.



Zoroastro, Yavéh, Jesús, Mahoma

llaman al hijo que ya empieza a arrastrarse sobre la arena

en pos de la zarza ardiente o de la voz

que le afirme y le haga ser.



Zoroastro, Yavéh, Jesús, Mahoma

se llama el hijo que ya empieza a arrastrarse sobre la arena

en pos de la zarza ardiente o de la voz

que le afirme y le haga

ser el que es.


Zaratustra se pregunta si las estrellas corren: ¿Sólo en una dirección?



Corren las estrellas

como galgos del tiempo



Si se alejan, me encuentro

Si se acercan, desaparezco



También corren mis células

como perros del tiempo



***




EL OJO DEL AMO



Al negar nuestros monstruos.

Así los engordamos.


***




GATOS Y ESTRELLAS, AMIGOS A LARGO PLAZO



Nos sentamos a ver que el sol se iba

y así llegó la luna: medio llena de luz

medio llena de sombra que nos mira.


*

Esa estrella es azul y se cree vértice

de una pirámide de luz en el desierto

en la negra llanura de mi ojo miope donde tiemblan las cosas.

Es también el farol en el centro del lago

mientras el aire húmedo susurra patos salvajes

cuentos de despedidas,

estaciones de tren que llueven en la memoria.



* *



Miramos el nacimiento de esa estrella-

-símbolo-

y así sonó la música en el aire



para encontrarnos indefensos, para infestarnos

de hermosura parásita e incurables nostalgias,

para existir en nosotros como una cuerda tensa

que desde nuestros cuerpos sostiene un parapente blanco

blanco como una coma de luz en el oeste poniente de los sueños,

lejano en el corazón.



Escuchamos la música-

-signo

mientras los gatos

(girasoles

polizones de barco, oteadores de pájaros de día)

eran, esta noche,

tomadores de luna tumbados en el porche

en las toallas oscuras de sus sombras.



Y casi nos dormimos en el cielo-

-receptáculo

acogidos en el sentido de las palabras-

y yo vi como a veces

te clavan pequeños dardos las palabras que digo

y se te infecta la garganta o te sube la fiebre,

y puede no importarme

porque él cambia todos los días, se despeja y se nubla

se hace negro y azul, azul y negro y azul una vez más

con matices que conceden terciopelos de rosas imposibles

metales blanquecinos que bruñe el mediodía

pianos marítimos que suenan a gaviotas.



Aceptamos así la invitación del cielo-

-ejemplo

y su belleza

-caso concreto:

(Ellos son una pareja hospitalaria

pero hay que conocerlos para amarlos:

tienen su vida propia, no admiten dependencias,

algunas noches no están en casa...

Ellos saben recibir sin compromiso

son perfectos colegas y malísimos padres

que les dan a sus hijos, si los tienen

amor a patas llenas y les hacen felices.

Lo que ellos pueden dar jamás se cobra a nadie



Te hacen aprender al recibirlo

y te das por pagado con que existan.)



Luego entramos en casa

y los gatos vinieron sin ser vistos,

como fantasmas lúcidos de pelo reluciente

para tropezarse en nosotros en todas las esquinas, casualmente

camuflados en la selva de las sombras,

para acecharnos

escondidos

tras sus ojos, dobles

medias lunas crecientes,

y narrarnos sus otras reencarnaciones en la cocina.



Dormimos con los gatos-

-vida

en el lecho no conyugal

después de intentar otra vez follar como cantaba Freddy Mercury

aunque hoy no lo escuchamos

(sólo un disco de clásica y una orquesta de negros).

(Y después, por la radio

el concierto del sábado 6

en el festival de los Pirineos del año 2.000 en el valle del Tena.)



***



BELLEZA, I: LA BRUMA



La bruma

como una boca gris en la espesura

que se traga las cosas.



Muy lejos

en la neblina de otro bosque

los ciervos saben extinguirse como los barcos.



Saben desaparecer como los barcos de vela

en mañanas que desearía ver, cuando viaje.

Fundirse en el paisaje, suavemente,

como los icebergs helados se deslizan al agua

como navegan las liebres blancas en el mar de la nieve

como suenan las

afelpadas plantas de los lobos en el Norte callado.





Algún día desaparecerán los cazadores

pero espero que permanezca la belleza perfecta

que también nos necesita a nosotros

para ser.



***





BELLEZA III: ARTE, NATURALEZA



Aunque sea manido decirlo, lo digo:

como a la mejor representación de la belleza

no podemos encerrarla eternamente en museos

no podemos mejorarla, sino apenas

intentar comprenderla sin jamás conseguirlo,

es decir, contemplarla

más religiosamente

con el debido respeto.

No hace falta siquiera que la amemos





Dejemos el amor para los seres queridos

y cercanos que nos comprenden.

¡Somos tan posesivos cuando amamos!

¡Tan sabios en el manipular, con astucias

trasmitidas de padres a hijos y con técnicas nuevas, más potentes

Contaminamos con tal fruición nuestras relaciones

cuanto más intentamos abonarlas, es decir, cultivarlas

a golpe de fosfato y observaciones de ácido nítrico

(que salpica nuestras conversaciones cotidianas)!...

¡Sabemos hacer tanto daño al querernos tan mal a nosotros mismos

nos cazamos unos a otros con tal ensañamiento

nos asesinamos unos a otros, si darnos cuenta, con tanto y tanto cariño

nos olvidamos tan bien de nuestros semejantes...!

Que, por favor, mejor que no la amemos, por ahora.



Vamos simplemente a dejarla en paz

salvo para acercarnos, cuando podamos,

cuanto podamos, a ella, a la naturaleza

como si fuera a un parque

del que supiéramos



formar parte.




***




CREDO





Algún día

todas las contradicciones volarán por su propio peso

dinamitando el aire

sin duelo, sin espasmos

como un dúo de pájaros.

No habrá torres más altas.

Los alambres de espinos se arañarán el corazón

y el papel moneda arderá solo

en la cripta embrujada de los bancos.

Entonces será el día.

Volveremos a vivir como siempre quisimos.



Entonces temblaremos de pura felicidad

y aprenderemos a temblar de pura felicidad.






Ana Baliñas. LA VIRTUD DEL MOMENTO. Inventario incompleto (1994-2007). La Galbana, Pequeña Editorial, 2011





[1] NIETZSCHE, F. Así habló Zaratustra (1883-1885)

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