documentos de pensamiento radical

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domingo, 3 de diciembre de 2017

5 poemas de SOMBRAS EN EL UMBRAL de ARTURO ACCIO



De ser por el hombre promedio


Sí fuera por el hombre promedio
no existiría biodiversidad de ninguna clase.

Pero habría cerveza clara y oscura.

Un tipo parado dándose cuenta de algo en medio de la calle
es lo más peligroso para una civilización
puede que haya adquirido conciencia del universo,
puede que haya logrado adivinar la mecánica de los cielos,
o puede que nada de lo anterior y este sintiendo que perdió la vida.

Sí fuera por el hombre promedio
el silicón sería de uso obligatorio desde la adolescencia.

Un hombre desayunando un martes a la salida del gym,
hace mucho que dejó de ser parte de la humanidad,
él no es interesante,
no quiere ningún cambio,
desea vida eterna
y consumir pastillas para que su cuerpo funcione. 





Golpea las luces


Vamos, hazlo, ¡Golpea las luces!
¡qué la oscuridad vuelva a inundar la noche!
el tiempo es algo que no vuelve, simplemente transcurre.

Vamos, hazlo, ¡Corre atravesando la oscuridad!
¡qué el movimiento te mantenga vivo!
La única muerte que conocemos es la inmovilidad.

Vamos, hazlo, ¡Golpea las luces!
¡qué el estrepito sea el sonido relajante de la victoria!
La música de los cristales rotos la hemos vivido desde siempre.

No somos perfectos,
no somos bellos,
ni siquiera malditos,
estamos cansados,
es sólo una pequeña batalla ganada con una piedra o un bate,
golpear las luces es una forma de deshacernos de lo efímero,
el éxito individual es la derrota del colectivismo,
los amigos esperan lo inesperado, lo mágico,
tu, en soledad lo anhelas también.





Tirando en el suelo

A mis amigos Antonio Orihuela y Francisco “Coco” Ramírez


Son las cuatro de la mañana,
sé que has estado igual;
sobrio,
solo,
luchando contra el calor
escuchando cosas,
con una locura creciente
y ganas de que amanezca.

Sé que has pasado por lo mismo;
en agonía por una única mujer,
diosa menor que oscurece el alma por el deseo
                     que condena el alma por el deseo.

Sé que este momento de derrota lo compartimos,
                                    retuerce las horas
al agotar el dialogo interior,
avasallados por el terror del silencio mórbido 
de anhelos incumplidos
iluminados por la luna de las ilusiones muertas,
esperando el milagro,
la señal divina que nunca llega (ni llegará).

No, nunca seremos el dirty old man,
estamos más cerca de ser un sugar daddy,
                               de la patética friend zone
que con cada abrazo y sonrisa lo confirman.

Yo sé que lo has sentido;
el desencanto de lo sagrado,
la hambrienta boca de la tumba que espera,
el portazo de la realidad irreal.

Yo sé que lo has sentido.
lo sé,
lo sé,
por eso es que continuamos sin dormir y escribiendo.




La fuerza de los hombres cortadores de árboles


Nunca serás un verdadero hombre
sino hasta que entres a un bar donde a nadie conozcas,
sin mucho dinero,
sin esperanza alguna.

Y pidas una cerveza sin esperar compañía.

No, nunca lo serás,
sino hasta que te hayan hecho añicos el corazón,
sin razón aparente,
sin remedio alguno.

Y pidas una cerveza sin esperar compañía.

Olvídalo, sigue siendo el nene mantenido de mami y papi
incapaz de estar solo o pagar tus cuentas.

Nunca serás un verdadero hombre
sino hasta que despiertes bajo la lluvia,
alcoholizado,
lleno de desencanto buscando la carretera. 





El cordón de la sinrazón


¿Porqué decido ser un esclavo...?
¿porqué decido no estar con la gente maravillosa,
con los grandes locos que con mirarlos
sé que todo puede ser genial?

Estoy cansado,
en verdad lo estoy.
Mi equilibrio apenas se sostiene.
Los ojos extraviados
no miran más allá del día en curso,
es horrible,
pálido,
gris,
quieto.
Permití alejarme de lo mágico
la cerveza,
la noche.
Un exceso de pasado en las imágenes que encuentro
carcome lo podrido,
remienda de la manera sana otras que no me convence
dejando un cruel zumbido blanco.



Arturo Accio. Sombras en el umbral. Edt. Acento. 2016




















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