documentos de pensamiento radical

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sábado, 28 de noviembre de 2020

CUANDO EL VIRUS ES LA REALIDAD



 

 

Los telediarios anunciaban que ese día (18 de mayo) las “redes sociales” habían decidido poner punto y final a la costumbre del aplauso de las 8 de la tarde con una ovación especial. Dos días después ni un solo vecino se asoma a la ventana.

 

Jose A. Miranda. Pandemia y relaciones sociales

 

 

 

 

Ministerio de la Verdad,

neolengua, doble pensar,

policía del pensamiento,

cámaras y drones por todos los rincones,

micrófonos y algoritmos

que te espían en internet.

 

¿Los aplausos de las ocho

no serán los dos minutos de odio?

 

No es el coronavirus,

son ellos los que están dentro de mí.

 

 

Antonio Orihuela. Todos atrapados en la misma trampa. Ed. Garum, 2020

4 comentarios:

  1. Los aplausos, en general, nunca me han gustado, me incomodan. Suelen ser como la confesión, tras la cual quedan absueltos tus pecados, y ale, a seguir pecando. Las únicas palmas que me gustan son por bulerías.

    "Menuda astucia haberme adaptado un lenguaje del que se imaginan que nunca podré servirme sin reconocerme de su tribu. Voy a arreglarles yo su algarabía, de la que nunca entendí nada [...] Mi incapacidad de absorción, mi facultad de olvido fueron subestimadas por ellos. Querida incomprensión, a ti deberé ser yo, al fin. Pronto no quedará nada de todo eso con lo que me rellenaron."

    Samuel Beckett - El innombrable

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  2. Ni hablando ni platicando
    mis penas consuelo sienten
    nada más que me estés mirando

    bulería popular

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    Respuestas
    1. Cantada por el inolvidable Camarón, como esta otra:

      Ya no cantes más cigarra
      ya apaga tu sonsonete,
      que llevo una pena en el alma,
      como un puñal se me mete
      sabiendo que cuando canto
      suspirando va mi suerte.

      Bajo la sombra de un árbol
      y al compás de mi guitarra
      canto alegre este huapango,
      porque la vía se acaba
      y no quiero morir soñando,
      ay, como muere la cigarra.

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