para
Manuel Cañada
En
lo único que pensamos es en meter la cabeza,
algunos
la meten tanto que ya no hay forma de que la puedan sacar
y
se quedan allí, con la cabeza encajada,
felices
en su dulce mediocridad,
contentos
con lo que un día dieron por ellos
en
el mercado de la carne.
Otros,
tras seis meses sin cobrar
y
ante la perspectiva de que nada cambie,
la
sacan.
Es
increíble que nadie esté dispuesto a sostener un huelga de tres
días
y
ninguno se queje si lleva dos meses sin cobrar.
Se
aprovechan, se aprovechan de nuestra buena fe,
de
nuestra capacidad de autoengaño,
de
poseer un lenguaje donde las cosas dichas duelen menos:
-Es
que está usted fuera del nicho de empleo.
-Es
que se trata de una reestructuración de la empresa.
-Es
que no se ajusta usted al itinerario.
-Es
que no da usted el perfil,
que
es como decir que sobras, que estás demás,
que
lo tuyo no les sirve o que no se fían de ti,
que
han visto en sus controles de calidad y sus test
preparados
por otros curritos psicólogos
que
un día te seguirán en la cola del INEM,
una
mancha, una duda, vamos, que no pareces suficientemente manso
y
que, por tanto, eres tú el que tiene la culpa de quedarse fuera,
el
que no encaja, el que no conecta, el que no ha sonreído todo el
rato,
y
que en un momento dado podrías ser conflictivo
porque
aquí el salario no va por convenio sino por productividad,
porque
aquí ya estaba todo incluido, hasta las vacaciones
y
las pagas extras, y la jornada interminable,
y
el coche que también lo pones tú,
y
el que enferma va fuera.
Nos
reímos de los pobres Ninis en Operación Triunfo o en GH
cuando
todos nos pasamos el puto día de casting en casting
y
además, para los que fracasen
hay
dispuestas cien mil celdas y ciento cincuenta mil policías
para
hacerles entrar en razón,
y
para los privilegiados que metan la cabeza
nuevas
formas de coacción, de precariedad,
del
vuelva usted mañana
pero
hágalo igual de solo que hoy,
con
toda su cabeza metida en su feliz clase media insolidaria,
distráigase
mientras tanto,
no
olvide pasearse con su carrito vacío por los pasillos del
supermercado,
recuerde
que con su tarjeta
puede
retrasar sus pagos hasta tres meses
no
lo olvide,
lo
importante es meter la cabeza,
la
guillotina la ponemos nosotros.
Antonio Orihuela. Autogobierno. Ed. Insomnus. 2012
Antonio Orihuela. Autogobierno. Ed. Insomnus. 2012
Me alegro por la recuperación de la ventana. Antonio.
ResponderEliminarMe recuerda el poema a un cartel de Artes Gráficas Madrid que acabamos de sacar. Lo puedes ver aquí: http://graficas.cnt.es/TYL/7.pdf
ResponderEliminarNo conocía la publicación Ellison, me la bajo que tiene muy buena pinta. Gracias, salud.
ResponderEliminarEvidentemente, esa es la situación... y como las avestruces no saquen la cabeza...