documentos de pensamiento radical
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miércoles, 20 de julio de 2011
LA FEMINIZACIÓN DEL ESTADO
No puede aceptarse el argumento de que las féminas están siendo usadas por el patriarcado como carne de cañón pues en la cadena de mando de las instituciones de la violencia estatal su número crece sin cesar. En los cuerpos represivos su presencia aumenta más rápido incluso que en el ejército y son ya el 56% de los aspirantes para la escala ejecutiva de la Policía Nacional, lo que significa que, en un futuro próximo estos cuerpos estarán mandados por mujeres a las que habrá que calificar como miembros de pleno derecho del Estado y ejecutoras de su política represiva...
...en la guerra del Golfo, en 1991, se comprobó que el envío de efectivos militares fuera de nuestras fronteras era muy conflictivo con tropas de reemplazo5. La culminación del proyecto de ejército profesional encontró un escollo muy importante en la voluntad civilista de la sociedad española que repudiaba la vida castrense de manera que, si a principios de los años 90 del siglo pasado el número de objetores respecto al de soldados era del 14%, en los años finales del decenio llegó a ser del 93%, por ello un estudio de una fundación cercana a las instituciones estatales concluye que dada “la declinación de la disponibilidad de hombres de 18 años y el desinterés generalizado por la profesión militar, el mantenimiento de un número casi constante de aspirantes a las FFAA sólo ha sido posible gracias a la creciente participación de las mujeres en las sucesivas convocatorias...
... Lo cierto es que si para el primer liberalismo la reclusión de las mujeres en la esfera doméstica era una necesidad política y militar7 de primer orden hoy sus objetivos exigen la “emancipación “ femenina de la cárcel del hogar, las mujeres están llamadas a servir al sistema no como madres sino como soldados y también como productoras en el sistema laboral...
...Por otro lado el feminismo institucional ha conseguido imponer la idea de que el salario es el principal instrumento de la emancipación femenina, de modo que la vida militar, si es profesional, o sea como mercenarias, se considera legítima. También se ha justificado la apetencia de poder como meta para las mujeres, lo que casa muy bien con la jerarquización de la institución militar...
...Otro, sin duda, es el ocaso previsible, en los años venideros, de la familia, presentado por algunas corrientes pretendidamente radicales como un gran logro social, pero que es realmente hoy una de las aspiraciones fundamentales del sistema que consigue con ello eliminar la última institución que agrupa a los sujetos al margen del Estado y en el que todavía perviven, de forma imperfecta e incompleta pero muy real, los valores de la convivencia, el apoyo mutuo, el colectivismo y el desinterés. La desaparición de la familia no se produce en el marco del surgimiento de otras formas alternativas y superiores de vínculos sociales10, sino de la destrucción de todos los lazos que unían a las personas al margen de las instituciones gubernamentales y tendrá como resultado la constitución de un sujeto aislado de sus iguales, sin relaciones humanas relevantes que será por tanto, presa del Estado. No habrá, entonces, una red de parientes que se preocupen, que lloren o que protesten por sus hijos o hijas y hermanos o hermanas llevados a las guerras futuras, y los soldados (mujeres en un porcentaje cada vez mayor) podrán ser enviados a morir en cualquier parte del planeta.
El Ministerio de Defensa gasta algo de dinero en hacer publicidad de las facilidades que tienen las militares para ejercer su maternidad, pero es obvio que en una sociedad de alta natalidad, las mujeres afluirían menos al ejército, de modo que, en este asunto, como en tantos otros, se practica no la prohibición sino el adoctrinamiento que impide a los sujetos pensar y desear siquiera lo que no conviene al sistema. La función que asignó el primer liberalismo a las féminas en la reproducción para el mantenimiento del sistema productivo y el ejército ha quedado obsoleta en las sociedades de la modernidad tardía que, además de expoliar los recursos económicos del Tercer Mundo, han ampliado este saqueo a la explotación de sus recursos demográficos. De esta manera las mujeres en Occidente son dedicadas principalmente al trabajo asalariado y las funciones estatales (en el ejército, la policía, la judicatura, la enseñanza y los medios de adoctrinamiento entre otros) mientras en los países pobres otras mujeres están obligadas a parir hijos e hijas para ocupar la escala inferior en el sistema productivo occidental generando así un sistema de castas propio de las sociedades despóticas más aciagas.
En la actualidad cinco millones y medio de inmigrantes suplen a los niños y niñas no nacidos en el reino de España desde los años 80, unos miles lo hacen como tropa en el ejército español. Estas personas, nacidas y criadas en sus países de origen, ocasionaron un gasto tanto a sus familias como al Estado pero no serán productivos en ese entorno sino a miles de kilómetros, convirtiéndose así en uno de los más lucrativos negocios del momento actual. Por ello la maternidad, en occidente, no conviene al poder establecido y es denigrada, menospreciada e impedida por todos los medios a su alcance.
El más fundamental golpe a la maternidad viene de la manipulación de la psique femenina que ha producido un declive de las capacidades afectivas en un número creciente de mujeres que han reprimido y ahogado un elemento emocional, vinculado a su propia fecundidad, que en principio forma parte (en una gran porción de ellas) de su vida más íntima. Además han conseguido que, en el orden de prioridades, deseos y aspiraciones de las féminas el trabajo, la diversión, el dinero, el poder sobre los demás o cualquier minucia egoísta o placentera se encuentre por encima de la maternidad. Para las que no hayan sido completamente devastadas por la ideología dominante usan la coacción de las empresas, del entorno inmediato familiar y social (de personas asimismo adoctrinadas), y de los “expertos” (médicos, psicólogos etc.) que intervienen constantemente en la vida de los sujetos para imponer los intereses del capital y del Estado, entre otros. Se vincula el aborto a la “libertad” de la mujer, que es “libre” de abortar pero no de ser madre y se promocionan desde las alturas todas las formas de sexo no reproductivo, argucia fundamental para que la tasa de natalidad siga cayendo. Con todo ello el sistema está consiguiendo imponer sus intereses en lo demográfico a la sociedad para convertir a las mujeres en escuadrones dedicados a la producción, el consumo, la vida militar y policial.
Para fortalecerse el Estado ha modificado de forma esencial la cosmovisión de millones de sujetos femeninos ello hace que cada vez haya más mujeres en los aparatos de violencia estatal, además aparecen implicadas en casos de torturas, crímenes de guerra y actos similares.
Prado Esteban Diezma. ¿Con el Estado o contra el Estado? La liberación femenina en el siglo XXI.
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