La poesía no es un hacer femenino, sino ser mujer, o intentarlo, quiero decir
que imita la fragilidad activa y mágica de la mujer, replicando todos los actos
de sus secretas óperas de amor, como una anomalía de la cultura o la técnica
que juega a ser naturaleza, y pare, amamanta, mima, embellece y humaniza la
vida, creando islas habitables con algo parecido al antiguo secreto de las
andaluzas que encalaban su diminuta pared en el mundo y la cubrían de macetas,
o persistían en limpiar sobre limpio hasta parte de la calle; no ocurre esto
por no ser consciente de los inmensos y cercanos vertederos, sino por serlo,
por saber ser pizarra de colegio o mapa de delicadeza, poesía, mujer en flor,
no por pintarse de colores o vestir pétalos y faldas, sino por atreverse a
florecer en el absurdo y violento mundo de los hombres.
Daniel Macías. Guadalquivirmente (los mil yogas del flipar). Ed. Amargord, 2016
Daniel Macías. Guadalquivirmente (los mil yogas del flipar). Ed. Amargord, 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario