Uno que mira en derredor
y piensa:
el crimen
de quienes convierten a la gente
en esto
¿cómo podría expiarse?
***
Elimina el automóvil, la televisión y el fútbol de la cultura contemporánea: en el acogedor vacío resultante se podrá vivir.
***
POR QUÉ ESCRIBIR
Para que no se pudra la posibilidad de la alquimia
***
El capital quiere hacernos creer que somos lo que vendemos. Pero somos lo que regalamos.
***
A PESAR DE
Los trajes oscuros con ordenadores portátiles perderéis.
Los pies desnudos con silbidos significantes ganaremos.
Todas las posibilidades, todas las programaciones y
todos los vaticinios están en contra, pero sucederá así.
***
VEN, TE ACOMPAÑO
La palabra acompañar es una de las más hermosas de la lengua castellana.
Aparece ya en el Cantar de Mío Cid (1140); en su etimología encierra el compartir el pan.
Aparece ya en el Cantar de Mío Cid (1140); en su etimología encierra el compartir el pan.
Acompañar, quizá la
forma básica de la atención, que es la virtud primera del ser humano,
ligera con entrambas alas (el ser atento y el estar atento).
Un anciano que se
encamina hacia las últimas preguntas agradece ser acompañado. También la
niña que ingresa en el zumbante matorral de enigmas necesita ser
acompañada. Pero, de forma quizá menos obvia, desde la diáfana soledad
de cada uno, todos y todas precisamos ser acompañados.
No tanto la estaticidad
y formalidad de la compañía, como ese acompañar que está en movimiento,
acompañando al que se mueve, más cordial y cercano.
El amor tiene algo de
excesiva montaña rusa entre el cielo y el infierno. Los sabios
psicoanalistas nos dicen que la relación sexual no existe. Y resulta
dudoso que consigamos nunca ayudar al otro, en el sentido más riguroso
del término. En cambio, siempre podemos acompañarle un trecho de camino.
Desde las formas más
fáciles de acompañar —acariciar a la gata rumorosa— hasta las
situaciones extremas de acompañar donde no se puede acompañar: el
agonizante, la parturienta. (Pero los seres humanos no salimos adelante
sin hacer lo que resulta imposible hacer, por lo menos varias veces al
día).
La falta peor en que podríamos acaso incurrir, ¿no es haber rehusado acompañar a quien mudamente de verdad lo necesitaba?
No puedes responder a la pregunta del otro, pero sí que puedes acompañarle mientras recorre su propia formulación.
Precisamente porque no hay respuestas y el tiempo pasa: acompañar.
***
Salir del secular cuarto siniestro
donde solo puedes ser víctima
o verdugo
Salir, salir de ahí.
***
Vive en un mundo aparte
ladra la propaganda
Regresa al mundo común
susurra la poesía
Jorge Riechmann. Entreser. Ed. Monte Avila, 2013
Bonita definición de la esencia de la compañía, creo que nos causamos muchas complicaciones por no saber sencillamente acompañar. Un abrazo, ana.
ResponderEliminar