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lunes, 4 de junio de 2018

7 poemas de ELS BOTXINS DE LA INNOCÈNCIA de Vicent Camps




Marzo 1958-2008
A mi madre
Hace ahora cincuenta años
en una cama de casa
esperabas que llegara
cincuenta años después
velo tu cama de hospital
esperando que te vayas
yo no recuerdo
cuánto tardé en llegar
madre
pero tu marcha
el dolor alarga
¡Ay!
Si pudiera entrar en tu vientre
y que me llevaras contigo
cincuenta años atrás
hasta la cama de casa.


LA VOZ DE LAS PLAZAS

Nacerás sin estructura
y buscarás fuerza en los otros.
Construirás comunas de luz
donde murieron los sueños.
Dirás asamblea
en el lugar donde otros instalaron su efigie.
Por una vez comerás de ese cuenco
para contribuir a la dignidad de los tuyos.
Pronunciarás la palabra política en la plaza,
sentirás la contundencia de los sin futuro
entre quienes deciden.
Buscarás las reglas sin juego,
la ternura en un decreto,
la poesía en un desahucio,
la vida en un edicto.
Porque quieres comunicar,
dejar constancia
y ser amplificador de la bondad.
Marchar por el camino
que marcan las sonrisas,
hasta agotar existencias.
Pues así te sientes vivo
y parte del porvenir de un pueblo
de personas libres,
que puesto a elegir, dijo:
¡De perdidos al mar!



AÑO 2000

Aún llevo dentro
el niño que un día
de finales de los sesenta
jugaba con su compañero de pupitre
a descubrir cuántos años
tendría en el dos mil
y al comprobar
que serían cuarenta y dos
exclamaba entre risas
¡Seremos viejos!
Y ya pasé los cincuenta
y he dado vida
y compartido muerte
y me duele este poema
como cada uno de los años
con los que no supe qué hacer



MIEDO

Consciente de que anduve
más de la mitad del camino
tengo miedo.
Antes no notaba mis rodillas
ahora sí y mi cuello
con demasiada frecuencia anuncia lluvia.
Tengo miedo
he visto quedarse
demasiados en el camino.
Tengo miedo
y pese a todo
no quiero que nadie
abra este nuevo día por mí.



DIGNIDAD

La dignidad que busco viene de lejos
tal vez forma parte de un código genético
nada sencillo en un país de trepas.
Esa dignidad, porque es compartida,
ha de saber a lucha, alivio, ternura.
Y es para ti adolescente, obrera, niño.
Hablo de la dignidad que cierra ventanas
para abrir puertas de par en par,
de la que ralentiza carreras
para ofrecer paseos de ribera.
La dignidad que es poema, libro, canción,
la dignidad que es modelo, clase, profesor,
la dignidad que se templa al decir no,
la que no habita los periódicos,
la que no reconoce patrón,
la que ni patria, ni rey, ni dios.



DESCREÍDO

Descreído, deslenguado, desnortado.
Y si quiero ser el sur de mi sur.
Y si busco no forzar y que nadie me fuerce.
Y si intento ser merecedor de mi propia poesía.
Y si he llegado al convencimiento
de que nos manejaríamos mucho mejor
sin políticos, ni policías.
Descreído, deslenguado, detenido.



LA AFONÍA DE LAS PLAZAS

Desconcierto, prisa, final de trayecto.
Volver a comenzar.
Pueblo, serás la medida de todos mis miedos,
el ruido de los motores que no nos trasladan a parte alguna.
El bien común donde se diluyen los egos,
en el hipotético caso de ser solubles.
Cuando la luz hace sombras
los pasos son inseguros
y el hombre mide exactamente
cada tramo de claridad.
¿Tendremos el valor de decir basta,
si son los nuestros
quienes malbaratan los sueños colectivos?



Vicent Camps. Els botxins de la innocència. Ed. Neopàtria, 2018 
Fotografía de Bruno Béu

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