documentos de pensamiento radical

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sábado, 22 de julio de 2023

El fin




Es el final, el fin.

Hasta aquí hemos llegado.

Estamos en la última frontera.

En el último confín.

 

El camino ha desaparecido.

Se ha diluido el horizonte.

 

No es que hayamos llegado al mar,

es que la tierra se ha acabado.

 

Estamos en el último estadio,

en la extrema orilla,

en el espacio limítrofe

con los aledaños de la nada.

 

No hay más puntos suspensivos

sobre los que seguir navegando.

 

El límite existe.

Y hemos llegado a él:

para siempre.

 

Porque el fin es eterno y,

por lo tanto, ilimitado.

 

Hay que dejarlo,

ya no hay por donde continuar.

 

Hasta aquí podíamos llegar,

ha llegado la hora.

 

Se alargó quizá

hasta donde se pudo,

más o menos.

 

Pero ya no va más.

Ya no da de sí.

Ya no.

 

Puede que la muerte

no sea el fin.

Pero esto sí lo es.

 

No podemos confirmar tampoco

que esto deje de ser la muerte.

 

La oscuridad y la página en blanco

encienden sus luces,

finalmente,

 

terminando,

en suma,

en definitiva

y en conclusión,

 

por fin,

al final

y por el final.

 

No habrá un nuevo amanecer.

Se había perdido el rumbo,

el fin.

 

Provocado, inducido, natural, asistido.

Rotundo, paulatino, inesperado, previsible.

El único amigo, el fin.

 

Que se funde con la inexistencia.

Que se mimetiza con la inoperancia.

Que se abraza a la desmemoria.

Que comulga con el olvido.

 

Que se parte de un golpe seco

y deja ser

al ser

que deja de ser

 

para convertirse en nada

y no ser nada.

 

De ese modo muta

y deja de mutar.

 

Así es el fin.

La etimología del concepto

no concibe seguir recordando.

Ni soñando.

 

No al futuro.

 No más futuro.

No más recaídas.

No más nostalgia.

No más resentimiento.

No más vivir en el pasado.

Ni en el presente.

 

Ya no podremos hablar

de lo que existe,

sino del más allá,

que es nada,

es decir,

de nada.

 

Ya no queda nada.

Es demasiado tarde.

 

Con calma y serenidad,

el único motivo

para la desesperanza

es que

 ya nada se espera.

Motivo también de descanso.

 

El eje de la cronología

cae

como una frecuencia cardiaca.

 

Ya no es necesario trajinar

ni almacenar para

por si acaso.

¿El apocalipsis era esto?

 

¿Qué importa el dibujo

 cuando se sale de la hoja?

 

Ponemos fin

a la repetición industriosa

de las comas.

 

No a los puntos y aparte.

No al hasta mañana temprano.

 

Todo queda atrás.

Todo es anterior.

Nada permanece.

 

Todo es terminal, final, postrero.

 

Es el final.

Pero el final-final.

Un final sin medias tintas.

Un final sin retorno, dudas ni remordimientos.

 

Un final sin tonterías.

Un final serio.

Un final sin buenas formas

pero diplomático, al fin.

 

Un final sin recaídas.

Un final que no se arrepiente

ni deja a medias.

Un final sin hasta luego.

Un final sin ya nos veremos.

Un final con todas las letras.

 

No como causa, sino como fin.

Como desenlace y solución final,

aunque rotundo y sin redundancias.

 

Pero, en fin:

FIN.

 

Ya no más.

Hasta aquí.

 

Hasta aquí hemos llegado.

 

Paren las rotativas.

 

No me alargo más,

no me extiendo.

Que ya lo tengo decidido.

 

No prolonguemos ya más la despedida:

 

Adiós / Adiosmuybuenas / Agur / Hasta nunca / Hasta la no vista / A menos ver /

/ Ciao / Chaochao / Bye /

 

Saludo final.

Telón.

 Aplausos.

 

Última voluntad,

ni si quiera epitafio,

ni si quiera esquela,

ni siquiera posdata,

hemos concluido.

 

Esta ha sido nuestra conclusión,

nuestro acabamiento,

nuestro desenlace,

el término, el remate, el final,

 

la finalización,

el confín de todo,

el punto más lejano,

lo opuesto al principio.

 

Este es el final,

el final con finalidad o no,

el objetivo que cumplir o no,

la meta por alcanzar o no,

 

el borde sobrepasado,

la orilla frente a tus pies,

el punto álgido sin retorno

y la geografía elemental

de extremo a extremo.

 

La punta de todo y punto.

Punto final

por el que se deja

de apuntar.

 

Acabemos de empezar por un principio

sin acabar de finalizar en su preámbulo.

 

Esto no es el final del principio,

es el principio del fin.

 

Esto es el final,

dejemos de empezar a morir.

 

Completemos un círculo

que ya no ruede.

.

Rematemos todo esto,

apurando, agotando, gastando, consumiendo

hasta la última gota

de una existencia que ya no.

 

Hemos sido completados.

Despachemos todo esto.

Se levanta la sesión.

 

Todo ha quedado zanjado.

 Finiquitado.

Se ha consumado

lo que se ofrecía.

Todo ha prescrito.

 

La llama se ha extinguido.

Se ha consumido

y ya transcurrió su tiempo.

 

Muerta, muerta

y rematada queda la faena

en su fecha de caducidad.

 

Adiós, adiós, adiós.

Este es mi testamento.

 

Adiós, adiós, adiós.

Estas son mis últimas palabras,

perdidas para unos oídos que ya no existirán.

 

No te besé en mi llegada

y no lo haré en mi despedida.

 

Si esto fue corto o largo

lo dejamos a juicio del olvido.

 

No pienses ya más en mí, que ya no existo,

que a la ausencia no la anule ya el recuerdo.

 

Este final parece no tener final,

porque quizás no quieras verlo.

No nos digamos más.

No hay vuelta atrás.

No hay recaídas.

No hay sorpresa final.

 

¡Adiós para siempre!

¡adiós, adiós, adiós!

 

En el adiós, en principio,

 no está la bienvenida.

Ocurrió hasta aquí.

 

Ya no se estará en ningún sitio,

partimos para no reencontrar,

para no remendar,

 

no más palabras

que no deben ser dichas.

Es la hora,

lo que importa es lo que pasó.

Pero no me des las gracias

para no tenerme presente.

 

El último adiós,

ahora sí,

ahora sí que sí,

voy a ir haciendo marcha,

no voy a alargarlo más.

Me voy a ir yendo.

 

Las peores despedidas son esas

que no se dijeron.

 

Me despido

para llevarme los recuerdos.

El cuentakilómetros, el cuentagotas, el reloj de arena,

todos se detienen ya.

 

La aguja del cronómetro se detiene en el cero.

El final tiene sentido

cuando todo se alarga más de la cuenta.

 

Fin.

Es el fin.

El fin,

 el final,

al final.

 

El fin al fin.

El fin por fin.

El fin sin fin.

 

Hasta aquí hemos llegado,

tenemos que dejarlo,

hay que saber poner punto final

 

  Rafa Segura. El emocionalismo es ingrato. Ed. La Consentida, 2023

2 comentarios:

  1. El silencio del origen contiene el estruendo final.
    El estruendo final da paso al silencio del origen.
    Cuándo se disipa por completo el estruendo
    es algo que sólo nos puede ser revelado
    en y por el silencio.

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  2. El silencio no muere, soporta el estruendo final de la vida en la tierra, más allá nos espera un nuevo amanecer lleno de amor.
    Saludos

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