FOTOGRAFÍA
Desde el parque de la Victoria
contemplamos menguar el atardecer otoñal,
sentimos un rumor vespertino
que ruge en el crepúsculo.
La fuente, atascada de hojas,
colorea el grisáceo frío de este paseo.
No advertimos vivir este presente efímero.
Somos jóvenes
y no sabemos que nos queremos.
Somos jóvenes
y no sabemos cuánto nos queremos.
La cámara inmortaliza lo que ya es pasado.
Aullamos deseos incontrolables,
estamos rodeados de olores, colores,
atmósfera envolvente.
Sonreímos a los ojos, a los labios,
a los árboles, al agua.
Sonreímos.
Somos jóvenes
y estamos hechos de maleza inmarcesible.
FUEGO AZUL
Hemos
bajado a la ladera del volcán Kawah Ijem
para
contemplar el fenómeno.
Llevo
un libro de poesía.
Recito
algunos de sus poemas
que
se me antojan demasiado lejanos.
Como
si fuera otra vida antes vivida,
ya
no entendemos nada de esos versos.
Solo
entendemos del poema carne,
del
fuego azul que nos rodea desde hace ya tiempo
y
nos presenta
como
un suceso
demasiado
extraordinario
para
ser verdad.
EPIFANÍA
Combato por la
belleza
de todo lo que
escapa.
Antonio Orihuela
En
la hora decisiva,
cuando
nadie halle derredor,
con
el aliento defenestrado,
el
ánimo en su última esperanza
y
engentada en la más primitiva angustia:
sal
al bosque a pasear,
presta
atención al soliloquio del viento
rozando
robles, encinas, alcornoques…
Déjate
atravesar por el komorebi hasta
penetrar tu dolor antiguo,
ábrete
a las aves que te cubren la cabeza,
colma
los pulmones del aroma a madera, rosas, sabia, estiércol…
Escucha
el crepitar de los pequeños animales
abriéndose
paso entre la maleza.
Otea
el horizonte inconmensurable,
la
naturaleza en su divino esplendor.
Presta
mucha
atención.
Hallarás
la reminiscente epifanía
de
toda belleza yuxtapuesta,
y
eso será lo único
que
podrá salvarte.
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