Cuando
las parvadas de loros
no lleguen màs
al árbol de mi calle
será la hora
de pintar con cal
los muros de tinta.
Si las parvadas de loros
fuesen capturadas
por la garra siniestra
sería la hora
de confiscar
las màscaras
y esparcir el ántrax
por las praderas de California.
Cuando las parvadas de loros
no me recuerden tu nombre
y enmudezcan
en las orillas del tròpico
será el tiempo
de abordar los trenes
con pensamientos lúgubres.
Cuando las parvadas de loros
dejen de provocar mi tristeza
por la escasez de tiempo
y no me sacuda más
el ruido de sus verdes cascabeles
será el momento
de dejar los zapatos
al pie de la escalera
e ir en busca
de las alas prometidas…
El dÍa que esas parvadas
de loros
alegres como la primavera
dejen de incrustar
su escándalo
en mi cielo vespertino
se anulará el deseo
tejido en mis camisas rotas.
Manuel Martínez Morales
Fotografía de Juan Sánchez Amorós
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