A
distinguir me paro las voces de los ecos
Oídme, poetas de la experiencia, del silencio,
de la conciencia, de la post-verdad.
Volvamos a las plazas, a la gran Asamblea.
Sólo hay poesía o inexperiencia de la poesía.
Volvamos con los mieleros de la noche
y las mujeres públicas,
abandonemos las devastadoras soledades de internet
y a las musas de la autoficción,
escapemos de nuestros reflejos narcisistas,
saltemos desde las torres gemelas del marfil:
la de la vanidad, la del resentimiento.
Tomemos las palabras y las plazas.
Nuestras son ambas, nunca debimos retirarnos
a los cuarteles del Parnaso y entregar las armas.
Benditos y malditos poetas, retornad con
semillas.
Vuestra voz no tiene inmunidad ni impunidad.
Arriba la fraternidad de los zahoríes de lágrimas,
la justicia de los insurgentes de la vida,
la libertad de los giróvagos antes de la tormenta.
Regresad.
Nuestras
son ambas, nunca debimos abandonarlas.
Recordad a Hölderlin: Seamos
mendigos otra vez al soñar
y dioses al reflexionar. ¿O era
al revés?
El humo de un poema contiene
más de setenta sustancias anticancerígenas.
Recordad, a la luz
de las viejas preguntas, a Hegel
en su Filosofía de la Historia:
nada grande se ha realizado en el mundo sin pasión.
Oídme bardos,
youtubers, tuiteros, parapoetas:
Un montón de likes
no os convierte en nada.
Los jóvenes salen a las calles
y envejecen los partidos políticos.
Poetas, lo más difícil de ver es el tiempo.
Memorizad estos versos de Ricardo Reis:
Siéntate al sol. Abdica.
Y sé rey de ti mismo.
Y sé rey de ti mismo.
Ángel Petisme. La camisa de Machado. Ed. La isla de Siltolá, 2019
Fotografía de Juan Sánchez Amorós
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