Escribo porque no tengo otra forma de lamerte las vísceras, de
succionarte las entrañas encendidas, de decir “ay, sí, por favor”
y “por la noche todos los gatos son pardos, excepto TRES de los míos”.
Escribo para quererte sin histrionismos, sin decir “buenos días”, ni
“las tres de la tarde”, ni, como Jeffrey Dahmer a DOS de sus amantes
“demasiado te quiero yo a ti, para lo mucho que te mueves”.
Escribo para no tener que decirle a nadie que eres el líder de la
patrulla del movimiento palíndromo (ya sabes lo que quiero decir)
pero no entiendes que son ovnis los aeroplanos para las hormigas,
los fantasmas y los patos, que no saben de vuelos transoceánicos ni
de “carta en la mesa, pesa”, ni de “¡un NO!”.
Escribo para no tener que retocar con insistencia el mantel sobre la
mesa, decir “qué aproveche”, ni almidonar las servilletas, cuando
vengan los leones a declinar latín y “rosa rosae” al tomar su desayuno
sobre el cuerpo de Devaneo Forastero reduciéndolo a CERO.
Y, luego, ya no escribo
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De Arde, InLimbo ediciones, 2021
Sara Prida Vega. En: Voces del Extremo, poesía y empatía. Ed. Amargord, 2021
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