Al final dos extraños
que se equivocan en la boca,
dos inmensos cielos
desterrados en sus brazos,
dos piedras que se arrojan,
dos miembros que se cortan,
dos sablazos en la boca.
Dos inmensos miedos
que se mueren,
Dos inoportunos huecos
entre una cama y una espalda.
Dos cirios ante el altar,
dos inmensos sepulcros blanqueados.
Dos que se dejan decir: no, no, no.
Dos muertos en la tierra,
dos maletas en el infierno,
dos que intentan escapar,
dos que dejan de ser fieles.
Dos que nunca fueron cuatro.
Dos siempre fueron dos,
nunca fueron ninguno.
Nunca fueron ambos.
Isabel Rezmo. En: Voces del Extremo, poesía y empatía. Ed. Amargord, 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario