Y cada equis tiempo,
por una razón u otra,
la visita ritual a la colina de Primrose
Hill
y, de paso, a Chalcot Square, a la casa
donde solían vivir
cuando eran estudiantes
y el tiempo apenas les había rozado.
Y en los últimos años, cuando hay
amigos que vienen a Londres
y duermen en su sofá cama tras patearse
la ciudad,
una de las noches los llevan a dar una
vuelta por los alrededores,
que incluye Abbey Road, y cruzar a
zancadas el famoso paso de cebra,
y la visita ritual es el destino del tour
nocturno.
Y cuando suben por el césped húmedo a
la cima de Primrose Hill
les muestran la impresionante vista
panorámica de casi 360 grados,
y la silueta de la ciudad va cambiando,
y el skyline
iluminado va acogiendo más mensajes y luces,
y últimamente ha brotado una serie de
grúas de construcción
que en la noche se revisten de luz roja,
haciendo resaltar
el boom
inmobiliario.
Y ella siempre les lee con una sonrisa la
inscripción grabada
en un amplio bordillo curvado de una cita
de William Blake:
I have conversed
with the spiritual Sun. I saw him on Primrose Hill,
y es un momento mágico.
Y también les cuentan que, cerca de
aquí, cavaron una pequeña fosa,
y enterraron a su hámster, Orlando,
y que, en La
guerra de los mundos, H. G.
Wells eligió esta colina
para el último aterrizaje de los
marcianos.
Y, en la última visita, apuntan a la
Torre BT,
uno de los edificios más emblemáticos,
y añaden unas líneas nuevas a la
narrativa:
cuando murió Bowie,
su pantalla electrónica giratoria
emitió tristísima en letras mayúsculas
luminosas blancas:
DESCANSA EN PAZ, DAVID BOWIE.
Y siempre suelen, de paso, mostrarles la
casa donde vivieron,
y les cuentan que, al lado, en esta casa
de aquí, vivió Silvia Plath.
Y no, en esta casa no fue donde se
suicidó:
esta es la casa donde vivió.
Se suicidó en una calle por aquí cerca,
Fitzroy Road,
en la casa donde había vivido William
Butler Yeats.
Y antes no estaba la placa azul circular
de Patrimonio Inglés:
la deben de haber puesto hace poco.
Y enfrente de nuestra casa vivía un
capitán de barco
que tenía un Cadillac descapotable y un
dálmata
que solía viajar erguido en la parte de
atrás.
Y los amigos vuelven a sus respectivos
países
llenos de historias, y dentro de esas
historias,
están insertas las historias de sus
amigos,
que también contienen historias de
otros.
Y todo es flujo y todo cambia,
y, por una razón u otra,
cada equis tiempo, la visita ritual.
Susana Medina. En Streets Where to Walk Is to Embark: Spanish Poets in London (1811-2018) de Shearsman Books. 2019.
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