Mi padre
Mi padre es de esos niños
que jugaban a ganarse la vida
soportando en sus manos
la hoz del jornalero
y en su aterida espalda
la inclemencia del yugo,
aprendía solfeo empapado en sudor
al tiempo que
escuchaba en la fragua
el lamento del yunque,
jugaba a contar
muertos
en las calles mordidas por el hambre,
en las yermas trincheras
en las tristes cunetas.
Jamás sintió mi padre entre sus manos
el asombroso tacto de un juguete,
ni pudo patear el balón de sus sueños,
nunca de niño lanzó
los dados
que otorgaban sonrisas.
Sin embargo, los brazos de mi padre
son un cálido río que envuelve mis latidos,
sus labios como azules libélulas
que vuelan mis mejillas.
Mi padre cruzó la frontera del tiempo
sin estrenar su
infancia,
no conoció más juego que el trabajo,
tal vez por todo eso,
mi padre abraza y
besa
con una ternura que estremece.
Eladio Méndez.
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