documentos de pensamiento radical

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martes, 31 de enero de 2023

Yesterday por Los Beatles

 



El Yesterday de Los Beatles viene a ser el “hoy no, mañana” de Mota, pero en versión Liverpool. Sabemos que a los ingleses les gusta significarse: conducen por la izquierda, usan yardas, manejan libras y ahora se abrexan. Pues vale.

A mí lo English me la suda un poco. Comen pepinos, tienen lunares y no leen a Shakespeare que es, Monty Python aparte, de lo mejor que tienen. Además, el mejor Python (Terry Gilliam) es yanqui y a Shako lo deja Cervantes, con una mano, a la altura del “to be”.

Yesterday suena a pinfly, a gualtrapilla, a “vete por ahí”. Tiene una letra carca y moña, pero en los 60 y con peluca de Playmobil parecían lo más. Los Duodeno versioneamos el Let it be como THC.

Lo bueno que tienen las canciones populares es que les cambias la letra y funcionan a poco que seas de Cádiz. La Chirigota es puro ingenio. Un cúmulo apretao de arte en desgana.

Una de las versiones que me viene siempre que escucho el Let it be es la que hizo Pablo Carbonell en mi pueblo. Venía haciendo el verano al estilo Luis Pastor o Duende Josele. Al de Berzocana, Ibarra le hizo una película (Armendáriz mediante) que llamó Escenarios móviles. Su Junta le dio una Medalla que olvidó meter en Qué fue de los cantautores. La peli era un “aquí también sabemos” que reverberaba en el ombligo del Emperador de las cabras que decía Umbral.

Carbonell la versioneaba diciendo “B de Botella, botellero, botella... ¡qué mal gusto tienes Ana Botella!”, con su cara de granuja. El reportero de Caiga Quien Caiga remató la noche de copas en compañía de Alfredo Ramos Carretillo. Una foto inmortalizó el episodio y la instantánea colgó al lado de otra del Teniente Coronel Tejero en el Bar La Duda. La cazurrada acabó cuando el bar se convirtió en Biblioteca del Hotel Eloy. La vida es maravillosa.

El Yesterday viene de una misa de José Luis Cuerda. La podría aplaudir Gabino Diego en Amanece que no es poco. Tiene el tono de santoeselseñor, como casi todo lo hippie de los 60. La versión de Grass es otra cosa. Tralla. Garra. Te llega porque uno tiene en la cabeza los listening de las clases de inglés del instituto y de repente aparece el doble bombo de Juan Carlos Zapata Grass (batería de Boikot) que es quien le dio la sangre al grupo.

Yesterday tiene su película. Carretillo, el núcleo político de los Duodeno, me vino con la recomendación: “Va de que a todo el mundo se le olvida quienes eran Los Beatles y solo un aficionado recuerda sus canciones”. Con la astenia televisiva y de sofá me puse al lío. La película tiene la pegada de los buenos relatos: cambiar un elemento de la realidad para fabricar fantasía.

Danny Boyle, el director, es el de Trainspotting. Ganó el Oscar con ¿Quién quiere ser millonario?, pero todos le conocen por la adaptación al cine de la novela homónima de Irvine Welsh. El mérito de Boyle reside en su olfato. Sabe donde hay una historia y sabe cómo rodarla. Repitió con Trainspoting2 y lo supo hacer (dice Carretillo, porque yo no la he visto).

El Oscar se lo dio el esnife del guión de Beaufoy que antes había escrito Full Monty. Con el mismo coloque se puso a rodar Yesterday mucho mejor que la canción, claro. Aquí Boyle tiró de Richard Curtis que había hecho otras lonchas como Nothing Hill y Cuatro bodas y un funeral.

Buenos mimbres, buenos cestos. Y ahí está Yesterday una película, que habría dado para una miniserie, que habla del valor y el precio de Machado en plan comedieta. La película aguanta varios visionados y viene a engrosar la lista del género Music (Once, The commitments, Radio encubierta, Amy, la chica detrás del nombre…) que en guiriland siempre ha tenido tirón y si no que se lo digan a Rami Malek.

Yesterday es el “decíamos ayer” de Fray Luis hecho canción. Aunque yo piense que es cantinela.

 

Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.

lunes, 30 de enero de 2023

SALARIO de CONRADO SANTAMARÍA (fragmentos)



 

I

El primer sueldo,

pienso de cardenillo,

manso veneno.

 

V

La vieja escuela:

finiquito de gracia

y a la cuneta.

 

VI

¿La voz del amo?

¿No tiene el mismo timbre

la del esclavo?

 

IX

Se zampa el jefe

la perdiz esquirola,

en escabeche.

 

XII

Emolumentos,

falsilla de conciencias

y entendimientos.

 

XIV

¡Mi pobre iluso,

querer cambiar las partes,

nunca el conjunto!

 

XVIII

¡Enhorabuena!

¡Empleado del año!

¡Chapa y correa!

 

XIX

Evanescente,

la luz en mi contrato:

verte y no verte.

 

XXI

A tocateja

la vida en la vitrina,

tragicomedia.

 

XXIII

Tras el caldero

la soga y el subsidio,

también el miedo.

 

XXVIII

Por un salario,

los años y los días

me han expropiado.

 

Conrado Santamaría. Salario (Rensaku de explotación). La Maldita, 2022.

 

domingo, 29 de enero de 2023

CAPITALOCENO



 

para Jorge Riechmann

 

Nos gustan los milagros económicos,

pero no queremos saber

cómo se producen,

 

de dónde se ha rapiñado

con los recursos, la energía

o las materias primas

para que se produzca el milagro

que siempre es guerra, muerte,

hambre y miseria

en la casa del vecino más débil,

 

que es una hipoteca

que nuestros nietos

no sabrán cómo pagar.

 

Nos gustan los milagros,

pero no que nos hablen

de la guerra del capitalismo

contra el mundo natural,

 

mejor pensar en milagros

que no en que todo desaparece

mientras lo estamos disfrutando:

minerales, colinas, playas, huertos,

acuíferos, corales, árboles, abejas, saltamontes,

luciérnagas, peces, leones, elefantes…

 

mejor esperar milagros que no reconocer

que la economía crece hacia la catástrofe:

más humanos, más automóviles, más aviones,

más televisores, más iPhone, más toallitas desechables,

más granjas de cerdos, más turismo, más velocidad,

más electricidad…

 

El planeta se va al carajo

y creemos que nosotros sobreviviremos,

pero ocurrirá justo al revés…

 

La vida continuará sin nosotros,

como venía haciendo desde antes

de que un torpe simio se pusiera de pie

sobre la sabana.

 

Nosotros somos los únicos amenazados

por el animal más peligroso que habita la tierra…

Estamos amenazados de capitalismo

por nosotros mismos.



Antonio Orihuela. 

sábado, 28 de enero de 2023

CON ELLA Y EL ZURITO




 

Por esa ondulación se va, por esa.

Esa es la ondulación que tú soñaste

de niña, y yo soñé de niño,

y que pensamos luego,

cuando el mayor se piensa otra vez niño;

la ondulación, la ondulación, la ondulación

por la que se va estándose.

 

El color y la forma se recojen

en ella, como en un remanso

de tierra fluida;

y, desde su preciosa paz, se abre

en círculos, lo mismo

que si un mirar eterno los abriera,

al horizonte que se ofrece

con todo el limitar el infinito

del horizonte que es el horizonte.

 

Esa es la ondulación que tú decías,

en mi sueño, a la aurora sin llegar.

Está en ella el final en el principio,

y su inmanencia sucesiva fija

toda la voluntad hasta la fe.

La fe feliz con la que se consigue

por tierra el espejismo de la mar

reflejada en el cielo de la tierra.

 

Este es aquel temblor que yo sentía

en tu ilusión más grande:

el de un barco que, anclado, está en el todo,

como el zurito está

volando por el todo con el vuelo

de sus alas cerradas, en el nido

de su elección fatal; mirando al dios

de la armonía que él preludia sólo.

                                                                              Embriagar

de fe de dos en uno mismo,

con los ojos abiertos

en su sueño, que es la vida entera

del ser que encuentra en sí

lo perdido que todos buscan, madre.





Juan Ramón Jiménez. El ojo no visto del mundo.
Antolojía de prosa y verso. Antonio Orihuela, comp.
Amargord, 2016

viernes, 27 de enero de 2023

Yolanda por Pablo Milanés

 



Esta canción la he cantado mucho. Tiene aire de seminario, de cantar a coro. Entran ganas de volverse boyscout y chuscar una hoguera mientras le metes mano a la monitora.

Esta canción me parece el colmo del progresismo. Me veo en los 80 comprando El País. Decía Umbral que “por veinte duros se hace uno socialdemócrata”, pues eso. Somos demócratas porque lo dice el periódico y me lo compro cuando quiera. Luego fuimos cambiando a El Roto por la trasera del AS y entramos en Europa.

Yolanda se convirtió en un ligue de juventud, en la memoria de un porro universitario. Le puse cara de Barbara Lennie en Más pena que gloria, la primera peli del hijo de José Luis García Sánchez y Rosa León. Mi generación tiene ahí un retrato. Garcileón puso a Quique San Francisco de profesor de gimnasia y eso ya es de agradecer. En la peli cuenta las miserias del adolescente urbano de finales del XX. San Francisco obliga a fumar a sus alumnos mientras se mofa del deporte en plena clase de Educación Física. Haces eso ahora y te quitan la custodia. Ahora por cualquier cosa te quitan la custodia. Por eso los profesores no fuman, no beben y no dan clase por falta de carga docente.

Que no den clase me parece de cojones. Nunca tuve la ideología del pobre (“que los demás se jodan como yo”). No, a mí siempre me dio por pensar como los ricos, con la ambición de cobrar lo máximo y currar lo mínimo. Uno, que nació con conciencia de clase, piensa que ya que el catedrático no bebe ni fuma ni curra, podía escribir bien, coño. Ponerse un chaleco amarillo o cagarse a lo Willy, pero nada. Se conoce que cuando se oposita a obediencia no hay retorno. Y se pasan el día chupándose el dedo de la lectura, la copita de vino y haciendo walking/running para estirar el periódico todo lo que se pueda.

Tampoco hay que culpar a esta caterva de omfalofílicos de su mal. No tienen la culpa de que su hermano sea seminarista, ni haber nacido en la familia del pequeño comercio provinciano. Hay cosas de las que uno no es culpable. Ahora, la horchata se la bebe uno porque quiere.

A Pablo Milanés le internaron en un campo de rehabilitación de homosexuales y siguió defendiendo las barbas de la revolución como si tal cosa. Es el síndrome de Estocolmo que viene del latín “Esto es el colmo”.

A los catedráticos les pasa lo mismo, pero ellos vienen del mariconismo de la movida y les da igual si Felipe González les administra el periódico, la luz o los GAL. Ellos votaron a Felipe porque demostró la universidad para todos, y que la tierra gira como las puertas de los consejos de administración, y eso hay que agradecérselo que para eso somos catedráticos.

Yo a Yolanda le ponía la cara de Bárbara Lennie. BL tenía cara de hermana mayor de tu colega. Esa hermana que te sacaba cinco años y que te follabas en soledad tres veces al día. Luego a Lennie se le puso cara de Argentina y empezó a posar en las revistas del periódico de Felipe González para solaz de catedráticos y perdió la gracia con la que le chupaba el dedo a Biel Durán.

Nadie chupará los dedos como Bárbara que lo sepa Apolonia Lapiedra.

 

 

Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.

 

jueves, 26 de enero de 2023

Vicio por Reincidentes

 





Reincidentes era mezclar el calimotxo en bolsa, salir los viernes/sábado y acampar con quien fuera en la pedriza. Ir a todos los conciertos posibles, enrollarse con la novia de otro y vomitar chupitos.

Cualquier festival tenía a Reinci y los Porretas. La Fiesta del PC en la Casa de Campo parecía su local de ensayo. Todos los años tocaban no sé si porque no cobraban o cobraban poco que es la forma que tienen los rojos de ser radicales.

En Jartos de aguantar está todo lo que da de sí Reincidentes: rock, protesta y fiesta. En algunos temas se ponen más pesaetes, en otros más flamencones (siempre me gustó el Ay, dolores) y en otros son un coñazo.

Lo malo de los rockeros es que no saben envejecer. En el backstage de los Rolling hay un cardiólogo por si Jagger se pasa de litio. Yo no digo que haya que hacerse Juan Perro ni estudiar filosofía. Robe tiene una etiqueta de Anís del Mono y sabe chochear. Lo importante es no acabar yendo a natación con la cresta como hace Evaristo el de La Polla. Todo por no asfixiarse en los bolos mientras se caga en la policía a lo Willy Toledo. No hace falta. Me cuesta creer que el cuerpo te siga pidiendo brincos y ostiasputas.

La de Vicio se hizo himno gracias a las orquestas. Vendrá algún sociólogo de Anagrama a analizar lo evidente: la influencia de las verbenas en la cultura popular. El papel relevante que han jugado en el ensanche mental del populacho. Desde los pasodobles de Suspiros de España hasta el El vals del obrero de Ska-p.

Era curioso ver a cazurretes del PP (hoy votantes de Vox) botando Resistencia, con el whisky saliéndose por los ojos. Un donaire que se ha ido perdiendo con las discotecas móviles. Tinder y perreo acabarán con la música y bienvenido sea, claro.

“Cocaína para trabajar porque mi curro me lo exige” y así Fernando (nombre gerundio) Madina se despachaba un tema de pura coca.

Yo me alfabeticé el vicio con Historia General de las Drogas de Antonio Escohotado. Se lo regalé a mi padre con dieciséis años, con el manido propósito de leerlo yo. Es una obra catedralicia, abarcadora, impecable. Estudia la cuestión desde la sociología, la política, la economía, el derecho, la filosofía, la ecología y la química. Manual de referencia en distintas facultades como pude comprobar durante mi bibliotecación en la Universidad Complutense. De su mano descubrí a Szasz y a Jonathan Ott (su Phamacotteon es la Biblia de los enteógenos). Descubrí a Usó: Drogas y cultura de masas, Píldoras de realidad y Drogas, neutralidad y presión mediática quien junto a José Carlos Bouso, Fericglá y la gente de la revista Ulises vinieron a dar relevo a la vieja guardia de Escota: Pau Riba, Antolín Rato y por ahí. El desaparecido poeta Miguel Ángel Velasco, paradójico premio Loewe, junto a Enrique Ocaña (autor del contundente Confesiones de un filósofo desaparecido en combate) conformaron un excelente abono para la psiconaútica actual, siempre miyoritaria.

Juan Carlos Usó es un ser humano excepcional, lo que aumenta la importancia de su valiente bibliografía. Muy pocos autores están a la altura de su obra. Juan Carlos Usó la sobrepasa con elegancia, sin pose.

La bondad hay que llenarla de contenido. Machado decía que “ser bueno es ser valiente” y JC (así firma lo suyo) lo desborda. Tenía ganas de escribirlo.



Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.

 

miércoles, 25 de enero de 2023

Piensa por Komando Moriles



Me acuerdo que la escuché en un triple CD que vendían en las Tiendas Tipo. Eran los últimos coletazos de La Industria musical. Había tiendas de música (Madrid Rock, Metralleta, Movieplay...), programas de música (Música Sí, El séptimo de caballería...), y hasta Canales de música (Mtv, 40Tv, Sol Música...).

Piensa era un título que sugería y me interesé por Los Moriles, pero repetían moldes ya hechos.

Querer ser Supermán está bien para el propietario del gimnasio, pero si lo que quieres es ser tu propio héroe, vete doblando la capa y abriendo los ojos porque lo primero que hay que hacer para ser Batman es no pretenderlo. Que los reyes son los padres es la primera lección.

El jolgorio del Piensa salió en plena era de Ska–p. El videoclip parece ilustrado por el gran Pablo Gadea. Los Moriles hicieron algún Radio3 hace poco y percibí cómo embarga la tristeza cuando las cosas no terminan cuando deben. Me acordé de Sargento García y Potato. Lo heroico de la resistencia es su dignidad, sin ella caemos en la caricatura como le pasa a Mick Jagger o Sabina. Hay que saber dejarlo como hay que saber no arracancar si no es lo tuyo.

La eutanasia musical debería ser obligatoria. En el deporte esto no pasa, el mercado impone su ley y no quiere a Donato más allá de los cuarenta por muy “minoría étnica” que sea. A mí me pasa con estas 59 mentiras de música. Me está costando cojones llegar a las 59 y pienso en dejarlo aquí, pero quiero demostrarme que no me importa nada lo que escribo y que el lector se dé cuenta.

El ballet y la danza clásica son otros deportes que solo el mito vanidoso de Alicia Alonso se atrevió a cuestionar. Por lo general, si no saltas como los cisnes de Tchaikovsky te comes el lago. El baile flamenco es otra cosa. Uno ha visto en Triana pura y pura de Ricardo Pachón, a una gitana, a la que había que levantar de la silla, bailar un reggaetón que me río yo de la Beyoncé.

A mí me gusta que al viejo le tiemble la mano cogiendo cualquier aguardiente, en cualquier bar de cualquier pueblo. Me gusta que se arranque tres compases impelido por la pesca del tiburón de barra. Que cante despedidas y melancolía de pestaña con orín en los zapatos. Hay que saber mearse fuera como las notas amargas de gargantas sin afeitar. Hay que saber tocar las palmas del adiós, tirar la toalla y dar el consejo.

Al final todos parecen Joselitos, mercenarios de sí mismos, tiñéndose la historia con el Just for men del sombrero. Envejecer bien es ser Fernán Gómez, ser profesionales como José Luis Perales o Miguel Ríos y bajar el telón subiéndose al libro. Morirse de un infarto decente como Krahe. Acabar como un Vicente del Bosque de los escenarioak.


Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.

martes, 24 de enero de 2023

Itxaropena por Su Ta Gar

 



De esta gente ponía el disco Hortzak Estuturik entero. Ahí me di cuenta que se puede escuchar eslovaco, cirílico o esperanto con la misma expectación. Entendí que la música y la entonación compensan la falta de entendederas.

Umbral decía que aprender idiomas era para recepcionistas de hotel. Estoy de acuerdo. El pragmatismo demuestra que pasarse la vida en academias para entender que la poesía se seca al traducirse, no merece la pena. En anteriores mentiras andará que el aporte de Leopoldo María Panero a la poesía fue la traducción. Sus interpretaciones de Cummings, Pound o Holderling mejoran el original, porque les aporta el talento que la traducción les roba.

Tenía diez años cuando empecé a dejarme la melena. Un poco por inercia, un poco por decencia y un mucho por imitación. Me chupé vinilos de Scorpions, Bon Jovi y Van Halen, con ese saturnismo musical que a los diez años me espabilaba el pelo y el oído. Ya semicalvo y con quiste dermoide, (mi neurocirujano lo llama tumorcillo) veo que el tiempo pesa como una aguja que hace surcos y hay que estar despierto para que no se repitan las canciones.

Ahora que comienzo la cara B de mi vida, recuerdo que con diez escuchaba a los Su Ta Gar en TDK de 60. Me regalaron un walkman por mi cumpleaños y me recorría el barrio andando y tocando los tres ecualizadores como quien hace magia. A mí la música a esa edad me tocaba la química de la imaginación. Y nos hacíamos playbacks con un casete de pilas gordas y guitarras de cartón que fabricábamos nosotros.

Con la llegada de las vacaciones se abría la hucha y se contaba el dinero que ahorrábamos en invierno. Cada hermano con su charquito de monedas pensando las partidas de gasto: piscina, cine y chucherías. Para La Peña poníamos 1500 pesetas y con apenas once años teníamos desde cerveza hasta tequila. Lo haces ahora y te quitan la tutela.

Íbamos seis al pueblo en un Seat 128 blanco (lo haces ahora y te quitan el carné) con maletas XXL donde mi madre metía la casa entera: jamones, periquitos y plancha incluidas “que la de tu madre me quema la ropa”.

Tardábamos más en salir del coche que en llegar al pueblo. Una vez que se sacaba la jaula de los periquitos, machiembrada en las costillas de mi padre, salía mi madre, le recogía los pajarillos, y los tocaba hasta que movían las alas como hacen los magos con las palomas que sacan de la chistera. Vivas las criaturas, sacaba a mi padre a tirones, encajonado entre el asiento y la guantera para que nosotros pudiéramos estrujarnos con comodidad. Desde entonces, siempre que monto en las traseras de un coche oigo la voz de mi padre “¿Vais bien hijos?”. Luego salía Abraham que se encargaba de que los otros tres hermanos no nos dispersáramos e intentaba desencajar el Tetris de las maletas sin romper nada.

Se corría, se jugaba al fútbol y se iba a la piscina. Entre aguadillas se tocaba la teta y en el “sécame”, el culo que te dejaban. De fondo sonaba Su Ta Gar que lo traían los hijos de emigrantes a Euskadi.

Fui a verles a la casa okupa de La Nevera, Metro García Noblejas, cinco gambas con Matando Gratix donde me encontré con el secreta del pueblo que al verme puso ojos de culo.

De Cataluña llegaba Sangrait y Sopa de cabra, creo. Y hasta los Tako de Zaragoza. El ñu extremeño emigra donde le dejan. Para mí Itxaropena es el recuerdo de esa pubertad donde fui conociendo los pilares de lo que se me venía encima. Luego la verbena, la tristeza y la despedida, como un final recidivo.

Otra vez el “¿Vais bien hijos?”, la jaula, la hucha y ya en casa las llamadas. Entonces se escribían cartas a las novias y a los amigos del verano. Se llamaba desde la cabina y en las familias numerosas había que esperar a que el teléfono de la habitación de arriba quedara libre (la de mis padres que tenía pestillo) para confesar un te quiero, un futuro o un cigarro. Un mundo donde el porvenir tenía fecha de Navidades, Semana Santa y Verano. Aquellas cosas que merecían la pena.



Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.

lunes, 23 de enero de 2023

La Estaca por Lluis Llach



Llach suena a mordisco antifranquista de la JOC pasado por el conservatorio de Marta Hanecker. Si se dice muy rápido Lluis Llach, se oye el columpio ideológico que mece el garrotazo de Goya. LL lo llama Estaca para hacerse el catalán.

La canción tiene un vals metido en el piano al estilo Cohen. Un Aleluya lírico con vocación de catarsis. La Estaca es una de las mejores cantautoradas que he escuchado, no me hizo falta entender la letra porque la voz de Llach emociona por sí sola.

El catalán tiene unas erres estupendas que diría Josep Pla, por eso llega sin entenderse como las canciones de Adelle.

El Llach de la poesía es Salvador Espriu y su estaca La pell de brau. Llach canta y toca mejor que cualquiera de los curas cantores de su generación. Salían de misa para tocar en Cheminade, cambiando a Dios por Marx. Recuerdo escuchar a Llach en el I Homenaje a los Republicanos que organizó el Ayuntamiento de mi pueblo, cuando Rivas se las daba de rojerío y hasta hacían bautizos civiles (lo que decía antes de la misa).

En aquel concierto estaban Bebe, Labordeta, Luis Pastor o el Gran Wyoming. Wyo se despachó a gusto con la memoria histórica, diciendo que él se conformaría con recuperar el presente y echar a tomar por culo “a los fachas de toda la vida”. Los rojos de IU se acojonaron y en la versión “comercial” del DVD, que vendían en la FNAC para distinguirse, dejaron sólo la canción, una de las últimas que haría junto al maestro Reverendo (el de Saca el whisky cheli).

Labordeta, Amancio Prada, Atahualpa Yupanqui, Quilapayun, Silvio Rodríguez y por ahí, son claro ejemplo del daño que hizo la religión en la estructura mental de esa generación. Cualquiera de los citados los podrías meter en la Iglesia un domingo por la mañana sin desentonar. Gonzalo García Pelayo en Nostalgia de futuro desmenuza a muchos de ellos.

Lluis Llach tiene rostro de cómic. Parece sacado de una aventura de Corto Maltés y sus manos al piano parecen las del cristo de Juan de Juni.

Llach tiene canciones que van bien al progrerío como Campanadas a mort. Yo aquí soy juanramono. Me cuesta poner altavoz en cosas que no son mías. La responsabilidad del “artista” está en sus propias mierdas, creo. Se pueden apoyar, pero cuando se hace dinero con ello se llega a la frontera de la perversión. Como cuando un programa de televisión parece útil y enseguida siento la obscenidad que late bajo la apariencia de servicio. Al final todo es posibilismo y justificarnos como Podemos.

La música tiene algo de ritual, de himno, que no me cuaja. Ramón Andrés lo disecciona en su Diccionario de música, mitología, y religión, claro que RA es el cura del ensayismo y tampoco me sirve. Hay que dejar al cura con sus hostias y pensar, cantar y escribir sin más perversión que hacerlo bien.

Ahora ando metido en el Hip-hop de Juaninacka y Tote King. Bartleby y CIA me parece un temazo del que no habla García Pelayo, que opina hasta del sonido de los animales, pero se pasa por el forro la música urbana. Tiene Nostalgia de futuro, pero olvida el presente. El papel del cantautor ha pasado al Iphreud.



Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.

domingo, 22 de enero de 2023

No todo va a ser follar por Javier Krahe

 



Hay músicos geniales con una personalidad a la altura como Zappa y otros cuyo carácter supera su talento y da igual a lo que se hubieran dedicado. Es el caso de Krahe. Javier K, podría haber sido lo que fuera porque su mérito era él.

En el caso de JK su libertad, su acratismo habría cuajado en cualquier otro ámbito, pero él venía de Brassens y le dio por la canción narrativa.

JR, o sea Joaquín Reyes, es su análogo chanante. Quiero decir que el de Albacete es él, haga lo que haga. Escribe columnas en El País como si fueran gags porque JR es un chiste personificado. JK era un trovador, hablaba como si fuera un juglar. Le salía solo. JR es un cómico y cuando le da por ponerse serio le sale una gracia. Joaquín Reyes tiene tanta personalidad que se caracteriza de cualquier personaje para imitarse a sí mismo. Le detuvieron haciendo de Puigdemont hablando albaceteño: fue de traca.

A Joaquín Reyes le pasa lo que a su gemelo Ernesto Sevilla o su colega Carlos Areces. Han entendido que no hay mejor camelo que uno mismo.

Yo no sé si esto es ortodoxo o si Fidel Moreno lo incluirá en su próximo Qué me estás cantando, pero la historia requiere inventiva y a mí el don Machado que me va es el romántico. El sesudismo lo hace mejor que nadie Santiago Auserón en El ritmo perdido o Valentín Ladrero en su tendencioso Músicas contra el poder, pero lo revolucionario, por natural, es oír No todo va a ser follar de Krahe sin los coros de Pablo Iglesias, claro.

El contrario de JK o de JR es Pablo López, cuyo gemelo es Pablo Alborán. Gentes de técnica a la que no puedes sacar de lo suyo porque rechinan. Quiero decir que PA y PL no podrían ser albañiles mientras que JK y JR podrían ser ingenieros, informáticos o grandes cerrajeros, con el mismo cuaje. Eligen el faranduleo porque se curra menos, se cobra más y se folla mejor. Piensan como Hans Zimmer. Componen de cabeza que ya vendrán los músicos a arreglarlo. Pablo López cantando El Patio parece la parodia de Freddy Mercury cantando Bohemian rapsody. Se le nota, como buen músico, que no tiene biblioteca. Zimmer, como Morricone o Silvestri, saben delegar, componen en su cabeza lo que alguien interpretará mejor, como Buñuel hacía sus películas.

La letra de Ntvsf es para reírse del Nobel de Bob Dylan. Yo escribo eso y me voy a Zahara de los Atunes el resto del año. Si yo fuera Krahe daría veinte bolos y a vivir, como hacía él, claro.

Sus discos son microrrelatos. Dominaba como nadie la canción narrativa. Tiene giros y sutilezas para volver locos a generaciones de críticos como decía Joyce de su Ulises. Pertenecía a esa gente que está por encima de sí misma, porque reparten la envidia del ejemplo. Sabina no ha parado de decirlo cuando presentaron su biografía póstuma: Ni feo, ni católico, ni sentimental.

Krahe, decía que él no tocaba la guitarra porque no le dejaban sus músicos. Pues eso.


Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.