documentos de pensamiento radical

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martes, 31 de mayo de 2022

Oporto sentido

 



Es difícil haber estado contento a los diecisiete

o a los veintisiete.

Es difícil haber bebido cañas, haber comido altramuces

y, con cincuenta o cien escudos, haber elegido

la música en el jukebox de la Ribeira:

aquella canción de Rui Veloso una y otra vez,

los amigos cansados de mi lado obsesivo,

de mi Cara A,

la señora con delantal sucio que decía

marchando otro chorizo, o quizá ni siquiera lo dijera,

quizá no hubiera señora de delantal sucio,

quizá la memoria tenga demasiada gente.

Sea como sea, es difícil que ahora ninguno de nosotros siga allí

escuchando música y asando chorizos.

Yo ya avisé.

Pero ellos insistieron en cambiar

de canción.

 

FILIPA LEAL


 En: Tras los claveles. 35 poetas portuguesas 1970-1999

antología. Uberto Stabile comp. Ed. Oveja negra. Cádiz, 2022

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lunes, 30 de mayo de 2022

LA MISMA FUERZA


 

la misma fuerza mantiene

los libros apilados

la cama sobre la alfombra

la falda por debajo de la rodilla

el pelo bailando en los hombros

la menstruación corriendo por las piernas

el telón cerrando la boca del escenario

la arena escurriendo tiempo

el busto de newton en el estante

el fondo en los bolsillos

la corbata acariciando el ombligo

la plomada paralela a la pared

el falo paralelo a las piernas

las cruces en los ataúdes

la mortaja sobre el ataúd

la caída de los misiles

los reyes en su trono

la subversión inferior a la versión oficial

las miradas bajadas hacia el suelo

 

OLGA SANTOS

En: Tras los claveles. 35 poetas portuguesas 1970-1999

antología. Uberto Stabile (comp.) Ed. Oveja negra. Cádiz, 2022


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domingo, 29 de mayo de 2022

Acentuado enfriamiento nocturno



 

El año ha empezado con cielo poco nublado

o despejado, con periodos de mayor

nubosidad en las regiones donde las palabras

se deshacen y prolongan la repentina coagulación

del miedo en mis ojos. Junto al mar del Norte,

mientras el precipicio de la luz incidía en mi rostro,

volviéndolo, por momentos, verso de un poema,

el viento soplaba de débil a moderado desde el cuadrante

este y yo recordaba que, al final, aquel

era el lugar que no existía, otro verso la misma

poesía, un lugar donde pronunciaba tu nombre

sin que lo supieras, lo más junto posible

al perfil más sombrío de los elementos.



 

SANDRA COSTA

 En: Tras los claveles. 35 poetas portuguesas 1970-1999

antología. Uberto Stabile comp. Ed. Oveja negra. Cádiz, 2022

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sábado, 28 de mayo de 2022

2 poemas de RITA TABORDA DUARTE en TRAS LOS CLAVELES. 35 poetas portuguesas 1970-1999

 


Lo llaman amor

 

Hay que darles a las cosas nombres cortos y sencillos

para que la palabra nos venga a los labios

con obediencia canina,

 

pero lo cierto

es que les podríamos dar otro nombre

—otro cualquiera—

 

Boby, Tejo o Lassie, como si fuera el amor una perra

recién parida con las tetas decaídas rozando el suelo.

 

Da igual el nombre que le demos al amor

el resultado sería siempre el mismo:

 

Un tímido aullido

mordiéndonos en celo el corazón de la noche.



***




 Alfabeto

 

Que fuera una palabra, una letra apretujada entre las sábanas,

puede que eso fuera;

siempre queda algo de los cuerpos

cuando los cuerpos ya se han levantado:

hebras de cabellos, remolinos

de piel   de pelos    y pestañas

uñitas rosadas    añicos de huesos,

el desamparo de una media en el colchón.

 

Por tanto,

puede que eso fuera,

lo que nos sobra por la noche de la palabra,

el cáliz de una letra arrugada,

el ala de una mariposa en el dobladillo

—o la veta rasgada y negra de esa ala—

pero qué haría una mariposa en esta cama…

el rastro de sangre de una pulga, eso sí,

puede que eso fuera…

 

(no es que tengamos parásitos en este amor, ya se sabe

que el revoltijo desordenado de la cama

es el refugio apetecible de los perros)

 

El derroche sobrevenido de la palabra

se desdice a punto ya de ser dicha

un gemido de sílaba abatida

en la curva torcida al pie de la letra,

puede que eso fuera.

 

Fuera o no fuera lo que fuera

en verdad apenas se vería: las sábanas

están renegridas    descuidadas

deshilachadas por las costuras literales.

Sólo las arrugas de esta cama mugrienta

por la mañana nos persiguen rostro adentro

debatiéndose con un poema por escribir.

 

Hago, entonces, la cama,

aliso las arrugas, ahueco la almohada

aprieto un breve gemido de palabra, la señal de la pulga,

la pata de la mariposa (¿o era la veta deshilachada de un ala?),

Ajusto al colchón la sábana raída

y sacudo al suelo una sílaba de tu cuerpo.

Tuya, sí. No será mía:

mis palabras son más rubias y largas...

 

Nunca salió a la calle sin antes estirar las sábanas de la cama

con la precisión de quien hace las mañanas todos los días,

de quien pone en orden la vida antes de empezar a trabajar.

Una cama bien hecha se merece un verso terminado,

sin derrochar palabras que no riman.

Hay que rescatar el gesto repetido, día a día

como quien cumple con la métrica precisa del poema;

una cama deshecha y descuidada es un lugar peligroso

para acostar el cuerpo, lugar de roturas, ligamentos

un paso en falso, un tropiezo despistado

y se puede torcer

el corazón.

 

 

RITA TABORDA DUARTE

 En: Tras los claveles. 35 poetas portuguesas 1970-1999

antología. Uberto Stabile comp. Ed. Oveja negra. Cádiz, 2022

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viernes, 27 de mayo de 2022

2 poemas de FRANCISCA CAMELO en TRAS LOS CLAVELES. 35 poetas portuguesas 1970-1999


 


paquidermo

 

primero dijiste

que te recordaba a un elefante:

los elefantes parecen

gigantes intocables

pero después son demasiado dóciles

tarde o temprano los cazan por el marfil

 

me mudé a tu país

(el elefante es capaz de caminar hasta 32 mil km en busca de agua y                                             [comida)

aprendí tu idioma el pan negro la kartoffelsalat

muchas veces creí verte pasar

y no era encima de un caballo¹

 

it reminds me of depression:

fue lo único que salió de tu boca

cuando leíste un poema de amor que hice para ti

 

oh lord,

de mi depresión no supiste nada

(un elefante puede levantar hasta 10.000 kg

y sus patas son pilares verticales

precavidas para sostener cualquier peso)

 

finalmente, tu más noble consejo:

guarda la poesía sólo para los libros

fue entonces cuando me quitaste todo el marfil:

 

los elefantes son dóciles, es un hecho

pero graban en sus ojos rutas migratorias

y no apartan ningún esqueleto del camino:

la memoria del elefante

es lo último en morir.

 

¹ toda la suerte que hay / en el mundo viene a lomos de un caballo, del poema “o cavalo”, de Adelaide Ivánova.



***



inmunidad

 

un calor atípico

invade este cuarto y todos

los objetos que voy

tocando / no me dan

asco no es necesario

limpiarlos / es todo mío todo

orgánico

biológico y sin lactosa

 

suena un jazz de alice

coltrane, algo

que alivia la espera

de las tareas de fuera:

ordenar la estantería

salir para trabajar elegir

un vestido un carmín la sonrisa adecuada

 

hay un código secreto

que es necesario aprender: la

máscara del día

también tiene sus reglas

—¿se puede usar

en una manifestación contra el feminicidio

la misma máscara

de un día feliz?

 

pero por ahora

está apenas mi olor a piel usada

porque ha habido una ola de calor

vendrá otra dentro de poco

y no voy a llamar a nadie más a esta libertad

no la voy a compartir así retumben afuera

cañones llamen a las armas químicas lluevan

soldados mutilados: este júbilo será

sólo mío este cuarto

es inmune al dolor

 

lo repito, este cuarto

es inmune al dolor

 

y en esta secuencia

es cuando se retuercen los dedos de los pies

que como uñas de gato

empujan las sábanas mecánicamente

—lo que daría ford por una línea de montaje así—

y al final, como denuncia,

tal vez un discreto lago triangular:

la apertura exacta de ciento cincuenta grados

 

      (dos piernas)

 

abiertas a todo

menos a la mortalidad.

 

 

FRANCISCA CAMELO

 En: Tras los claveles. 35 poetas portuguesas 1970-1999

antología. Uberto Stabile comp. Ed. Oveja negra. Cádiz, 2022

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jueves, 26 de mayo de 2022

PARA QUE ME PROTEGIERAN




Para que me protegieran, 

también yo puse dos grifos en la puerta. 


En cerrada estancia me quedé, pero fuera 

juegan sobre ellos 

los niños, 


Yitim Bahal, 


ajenos a la ruina.



Antonio Orihuela. Cuaderno de Nepal. Madera de un solo árbol. Ed. Delirio