documentos de pensamiento radical

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martes, 22 de septiembre de 2015

2 poemas de WALT WHITMAN




¡AY DE MÍ!, ¡AY DE MI VIDA!

De las preguntas que sobre esto me hago una y otra vez,
del desfile interminable de los desleales, de las ciudades llenas de necios,
de mi mismo, que me reprocho siempre (pues, ¿quién más necio que yo y quién más desleal?),
de los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos despreciables, de la lucha siempre renovada,
de los pobres resultados de todo lo que obtengo, 
de las multitudes laboriosas y sórdidas que me rodean,
de los años vacíos e inútiles de los demás, con los que me confundo,
la pregunta, ¡ay de mí!, tan triste, vuelve y vuelve: ¿De qué sirve todo esto?
¡Ay de mí!¡ay, de mi vida! 


Respuesta

Sirve para que sepas que estás aquí; que la vida existe, y existe la identidad;
que el poderoso drama continúa y que puedes contribuir con un verso.


*


PENSAMIENTO


Sobre la obediencia, la fe, la adhesión:
Cuando me aparto y observo, hallo algo profundamente conmovedor
en las grandes masas de hombres que se dejan guiar por aquellos
que no creen en los hombres.




Walt Whitman
Versión de Antonio Orihuela

lunes, 21 de septiembre de 2015

AUTOCONSTRUCCIÓN (XI)




“Con dinero en el bolsillo uno se encuentra bien en todas partes”.[1] Cabe evocar, frente al lema de la heroína de Defoe –hoy conventional wisdom bajo el Imperio de la Mercancía--, un jaiku del gran Basho (1644-1694): “Bajo las flores del cerezo/ nadie puede sentirse/ un completo extraño”.[2] Aquí tenemos, contrapuestos en muy pocas palabras, la cultura del Homo economicus capitalista frente a esa otra manera de habitar el mundo que necesitamos. Podría caracterizarla la autolimitación, la biofilia, el reconocimiento del otro y los vínculos vivos con los “diez mil seres” de quienes hablan los sabios taoístas.[3] Pero podríamos decirlo también con nuestro Juan Ramón Jiménez, excelente representante de aquella cultura krauso-institucionista que antes evocamos, y quizá el mayor poeta español del siglo XX:

“Habrá que constituir la ‘Minoría de Inventores Máximos’ contra el progreso injenioso. El límite del progreso injenioso señalará el límite de las necesidades innecesarias. La vuelta del progreso a lo esencial señalará el límite de la exijencia humana, guiará al hombre de hoy hacia la igualdad suficiente de la vida material, que todos debemos desear, buscar, conseguir.”[4]





[1] Daniel Defoe, Moll Flanders, p. 405 de la edición en e-book que puede encontrarse en http://www.todoebook.net/ebooks/NovelaClasica/Daniel%20Defoe%20-%20Moll%20Flanders%20-%20v1.0.pdf
[2] No estoy seguro de la atribución. En Jaikus inmortales (ed. de Antonio Cabezas, Hiperión, Madrid 1999, p. 114), se da a Issa (1762-1826) como autor del siguiente jaiku: “Bajo las flores/ deja de haber personas/ del todo extrañas”.
[3] Para una exploración extensa de la cuestión véase Santiago Álvarez Cantalapiedra (coord.), Convivir para perdurar. Conflictos ecosociales y sabidurías ecológicas, Icaria, Barcelona 2011.
[4] Juan Ramón Jiménez, notas “Límites del progreso”, en Y para recordar por qué he venido (edición de Fco. Javier Blasco), Pre-Textos, Valencia 1990, p. 223.


Jorge Riechmann. Autoconstrucción: la transformación cultural que necesitamos. Libros de la catarata. 2015

domingo, 20 de septiembre de 2015

24 de marzo






1

Cuando yo tenía veinte años
habíamos ganado las batallas contra las centrales atómicas
y contra la caza de ballenas

Ahora
a mis casi cincuenta
crece la fuerza de quienes quieren seguir fisionando uranio
e Islandia se pone de nuevo a descuartizar rorcuales
después de dos decenios

Dan ganas
de esconder la cabeza entre tus muslos
y no salir de tu alcoba nunca más

Lo malo es que si lo hiciéramos
pronto estarían llamando a la puerta
el gestor de residuos nucleares
y el arponero japonés

Y sería pronto
más pronto que tarde

Salvo seguir luchando
no hay refugio mi amor
no hay
refugio

Ni siquiera el querido albergue de tus muslos
ni siquiera el calor hospitalario de tu alcoba
ofrece otra cosa
que un abrigo provisional


2

Extenuante, esta labor
tan sisíficamente humana
de buscar salida
a los callejones sin salida


3

Y como regalo de cumpleaños:
un mundo
relativamente pacificado

(donde defino esa
pacificación relativa como:
situación donde uno
pudiera dedicarse otra vez al pensamiento abstracto
sin sentir asco y vergüenza

de sí mismo)



Jorge Riechmann. Himnos craquelados. Ed. Calambur, 2015

sábado, 19 de septiembre de 2015

AUTOCONSTRUCCIÓN (X)




IDEAS PARA UNA NUEVA CULTURA DE LA TIERRA



·         Ecodependencia, somos Tierra
·         Interdependencia, comunidad, red social
·         Poner en el centro la vida, cuidado relaciones, cuidado vida humana
·         Vida buena, vida sencilla, cultura del buen vivir
·         Economía de la Tierra
·         Entropía (segundo principio de la termodinámica)
·         Biomímesis, imitar el funcionamiento de la vida
·         Ser conscientes de límites (sumideros y recursos); huella ecológica
·         Ecofelicidad
·         Riqueza relacional, somos relaciones
·         Necesidades cubiertas por satisfactores relacionales, creativos, autogestionados
·         Necesidades básicas están en peligro por deterioro, sobre-explotación y mercantilización
·         Aprender a rehusar: autocontención
·         No medir riqueza en dinero, posesiones… Capital social como riqueza. Reconceptualizar pobreza/riqueza
·         Agua, vida, naturaleza, humano
·         Vivir del sol
·         Reparto de trabajo
·         Decrecer en uso de materiales y energía, cierre de ciclos
·         Educar en el territorio
·         Crítica de la fe tecnológica en positivo; tecnologías blandas o intermedias
·         Cuidados, cuidadanía
·         Las 8 R de Serge Latouche
·         Mover el cuerpo y no los coches
·         Justicia social, equidad, solidaridad. Bienes comunes
·         Biodiversidad, ideodiversidad, diversidad cultural
·         Relocalizar, cercanía, proximidad


Formuladas en la reunión de la Comisión de Educación de Ecologistas en Acción de Madrid, 14 de octubre de 2013; se trataba de ir dando pasos para poner en marcha una campaña por una “nueva cultura de la Tierra”



Jorge Riechmann. Autoconstrucción: la transformación cultural que necesitamos. Libros de la catarata. 2015

viernes, 18 de septiembre de 2015

2 poemas de HIMNOS CRAQUELADOS de JORGE RIECHMANN



lo realmente imperdonable
de los poderes de este mundo

para Luis González Reyes y las compañeras/os de Ecologistas en Acción

No nos dejan tiempo
para enfrentarnos a lo que de verdad importa:
la finitud humana
el rompecabezas del sufrimiento
el desamparo infinito
nuestro tener que morir
la transpiración del mal
el desamor y el amor

No nos dan respiro:
24/7 (el día entero y la noche, semana tras semana)
nos fuerzan a extraviarnos en los asuntos más primitivos:
empresas multinacionales
adquisición y transmisión de propiedad
creación de dinero por los bancos
privatización de lo común
tramas financieras autoridades corruptas
fraude en los impuestos cuentas ocultas en paraísos fiscales

conservar el empleo

qué comer mañana, como si no lleváramos
doscientos mil años en la Tierra (o siete millones,
según desde qué tatarabuela decidamos echar cuentas)
y unos ocho milenios en las ciudades

Casi todo nuestro tiempo malgastado
con tal primitivismo: eso es lo imperdonable







infrasimplicidad, infracomplejidad


Nuestra realidades:
demasiado simples
demasiado complejas

Por una parte
una muy sencilla historia de dominación
desde Ramsés II hasta Goldman Sachs

Por otra parte los detalles
se han vuelto laberínticos
hasta el extravío: para tratar de orientarse
hoy hace falta saber de exoplanetas
derivados financieros células madre
nanotecnologías neuromárketing paraísos fiscales

habría que cursar
casi un par de másters cada año
y aun así no llegaría uno

¿Debería sorprendernos tanto
que la gente se refugie en el fútbol
y en el escote de la presentadora?


Jorge Riechmann. Himnos craquelados. Ed. Calambur. 2015

jueves, 17 de septiembre de 2015

AUTOCONSTRUCCIÓN (IX)






Urge pensar en formular otro tipo de Gobierno, que no sea precisamente del demos: gremial y etnocéntrico, ni tampoco se sostenga en el krátos: el poder, sino en la comprensión, la compasión y el conocimiento.”

                                                           Chantal Maillard, “Indignación”, Babelia, 15 de octubre de 2011

...//...

Necesitamos menos horas de trabajo, menos cosas, menos competencia destructiva, menos estrés, menos desigualdad; y también más cooperación, más seguridad existencial, más democracia, más tiempo para la familia y los amigos, más tiempo libre, más fiesta... Precisamos que la calidad (de la vida, de los vínculos sociales, de los ecosistemas) prevalezca sobre la cantidad: una concepción del progreso “posdesarrollista”, que se identificaría con la vida buena dentro de los límites de los ecosistemas.


La seguridad no es un asunto de la derecha

El colombiano Carlos Granés, que a finales de 2011 ganó el Premio Isabel Polanco de ensayo con su libro El puño invisible, declaraba en una entrevista: “Los indignados tienen todas las credenciales y las virtudes cívicas para ser burgueses ejemplares. Piden casa, trabajo, seguridad, estabilidad… Todo lo que siempre espantó a los revolucionarios. El 68 se esforzaba por no ser burgués. Hoy lo difícil es serlo”.[1]

Impresiona esta alucinante redefinición tardocapitalista del concepto “burguesía”: no sería la clase propietaria de los medios de producción, sino ¡las capas sociales que buscan algo de seguridad existencial! Que es una aspiración humana universal, como cualquier antropólogo podría confirmar a don Carlos Granés…

La seguridad, en efecto, es un valor básico para los seres humanos.[2] Y por buenas razones: se ancla en nuestra vulnerabilidad, y en la conciencia de la misma. Somos animales expuestos a las diversas contingencias, vulnerables, dependientes… y más o menos racionales (no me canso de recomendar ese gran libro de Alasdair MacIntyre: Animales racionales y dependientes).[3]

La seguridad no es un tema ni una idea de la derecha. Si falta seguridad y autoconfianza, es imposible el ejercicio de la libertad: sobre ello ha insistido con acierto Zygmunt Bauman. [4] Sin seguridad no cabe pensar en la democratización efectiva de nuestra vida política, económica, cultural. En lo que sí se diferencian izquierdas y derechas es en el contenido específico que insuflan al concepto: nosotros queremos seguridad compartida basada en la justicia, frente a dominio militar; seguridad en el empleo, frente a más perros guardianes y policía privada; seguridad frente al riesgo químico, frente a los desastres medioambientales, frente a las aventuras tecnocientíficas que hacen padecer a todos riesgos inasumibles, frente a la arbitrariedad del poder... De otra forma: su seguridad tiene más que ver con los ministerios de Interior y Defensa, y con las empresas privadas de vigilancia; nuestra seguridad tiene más que ver con los ministerios de Medio Ambiente y Trabajo, y con las organizaciones populares. En los tiempos que vienen, necesitamos construir un discurso de izquierdas sobre seguridad que sea inteligente, sólido y creíble.

EL VALOR HUMANO DE LA SEGURIDAD VITAL

“No se puede tener una vida satisfactoria sin un nivel básico de seguridad. Una gran parte de los afanes de las personas consiste en disponer de medios de vida estables que hagan posible una existencia previsible, sin lo cual la vida se consume en la búsqueda de la mera supervivencia día a día y minuto a minuto. Muchos de los esfuerzos que se hacen –tener una propiedad, un empleo, unos derechos adquiridos, etc.— se justifican en términos de seguridad vital. Si se acepta el carácter instrumental de la riqueza material, es decir, que su principal valor consiste en ser un medio para desarrollar la riqueza propiamente humana (que tiene que ver más con el ser, el hacer, el compartir, el crear o el gozar que con el tener), se puede concluir que la disponibilidad de bienes y servicios suficientes para desarrollar la propia vida nos libera de la inseguridad vital y nos permite dedicarnos a lo que tiene un valor humano real en lugar de perdernos en el esfuerzo instrumental interminable por sobrevivir. Una vida no puede ser plenamente humana si dedica todas sus energías, sin descanso, a obtener alimento y cobijo, a lograr el mínimo vital: una vida plenamente humana presupone seguridad vital.
Uno de los éxitos de Occidente en el último medio siglo ha sido lograr que las personas dispongan, no sólo de una elevada capacidad adquisitiva, sino también de un marco de protección y seguridad muy estable. Las prestaciones básicas de sanidad, educación y protección social –lo que llamamos Estado del bienestar— proporcionan a la población seguridad o confort vital. En el Estado del bienestar –una isla de socialismo en un mar capitalista— las prestaciones se financian con las aportaciones fiscales de todos los contribuyentes y se reparten –gratuitamente o casi— en función de la necesidad de cada persona.[5] Se trata de un poderoso instrumento de igualdad social, un mecanismo colectivista y desmercantilizado para proporcionar seguridad vital. Serge Latouche (1998) informa de que en algunos pueblos africanos “pobreza” se asocia no tanto con escasez sino más bien con inexistencia de redes familiares o vecinales que protejan a la persona. Es pobre, según este punto de vista, básicamente quien vive solo, sin pertenencia social ni vínculos comunitarios que le faciliten la satisfacción de sus necesidades.
La base colectivista del Estado del bienestar hace posible lograr seguridad sin necesidad de acopio de bienes y propiedades. La seguridad individual depende del correcto funcionamiento de las instituciones sociales. Su fundamento no es la propiedad privada sino los derechos (que suponen la correspondiente responsabilidad personal hacia la sociedad: pagar los impuestos y aportar otras contribuciones para que la maquinaria colectiva funcione eficazmente). El colectivismo del Estado del bienestar permite obtener una eficiencia en el servicio, como revelan todos los estudios que comparan la provisión pública y privada de estos tipos de servicios. Esto significa una buena asignación de recursos, de especial significación cuando se contempla un futuro de escasez. El ataque austeritario contra el Estado del bienestar resulta así doblemente nocivo. Las poblaciones deberían apostar por una organización satisfactoria del Estado del bienestar que permita el confort vital más que por maximizar el ‘salario en mano’ de cada individuo o familia. La tendencia neoliberal es justamente la contraria: reducir impuestos para que los consumidores tengan más para gastar individualmente, aun a costa de fragilizar los servicios públicos gestionados públicamente, y así socavar la oferta de seguridad para las personas (y volverlas más ansiosas para buscar seguridad en la posesión de bienes o dinero y en el consumo). Se puede conjeturar, en suma, que una seguridad vital garantizada por estructuras colectivas reducirá las pasiones competitivas por los bienes materiales.”

Joaquim Sempere, “Falsas percepciones, inercias, incertidumbres y otros obstáculos cognitivos y psicosociales para una transición suave”. Ponencia presentada al Simposio internacional sobre las transiciones a sociedades poscarbono “¿Mejor con menos? Decrecimiento, austeridad y bienestar”. Universitat de València, Campus dels Tarongers, 6, 7 y 8 de octubre de 2014.

...//...

Se ha ido imponiendo lo que podríamos llamar el “modelo low-cost: me refiero a la combinación de empleo precario, bajos salarios, bajos precios, desprotección social, inseguridad existencial y externalización masiva de costes ecológicos. Se trata de un aspecto central del mundo que ha ido construyendo la globalización neoliberal. Y sólo resulta viable –claro está-- mientras se siga nadando en un mar de petróleo barato... situación que ya queda detrás de nosotros.[1]

Ahora bien: lo importante es el acceso a los bienes básicos para llevar una vida decente, tenga uno empleo o no.



[1] Recordemos: el cénit del petróleo (peak oil) ya comenzó en 2005, cuando se alcanzó el techo de extracción del crudo convencional de mejor calidad (según ha reconocido después incluso un organismo tan entregado al productivismo como la Agencia Internacional de la Energía).



[1] “El 15-M es paradójico: reclama el derecho a ser burgués”, El País, 16 de diciembre de 2011.
[2] Véase al respecto Len Doyal e Ian Gough, Teoría de las necesidades humanas, Icaria, Barcelona 1994, p. 264 y ss.; así como Manfred Max Neef, Desarrollo a escala humana, Icaria, Barcelona 1994, p. 57 y ss.
[3] Alasdair MacIntyre: Animales racionales y dependientes, Paidos, Barcelona 2001.
[4] Zygmunt Bauman, En busca de la política (especialmente capítulo 1: “En busca de espacio público”), FCE, México 2002.
[5] En cambio, necesidades tan básicas como la alimentación y la vivienda dependen del mercado, lo cual las hace depender del acceso a un empleo remunerado o a un subsidio, que no está garantizado en una economía capitalista.



Jorge Riechmann. Autoconstrucción: la transformación cultural que necesitamos. Libros de la catarata. 2015

miércoles, 16 de septiembre de 2015

SIGLO NUEVO, VIDA NUEVA



Aceptar que somos fragmentos cambio constante animales
que no buscan realizar valores
sino sólo saciar necesidades

liberarnos
de la ilusión del yo
la trampa del libre albedrío
y los engaños de la moral

extirpar las nociones
de finalidad y de esperanza


abandonar la idea misma de sentido
y el herido afán sisífico por cumplirlo

volver a poner a Nietzsche y Schopenahuer
sobre la mesa de noche
junto a la petaca de ajenjo
y la polvera con cocaína


avanzar por la senda de la autocreación humana
con un rico impulso biotecnológico
y más de una botella de buen bourbon

son planes de vida
que sólo cabe plantearse
en California o en Baviera
a partir de los 80.000 dólares al año

los demás
apretamos los dientes
y seguiremos
resistiendo




Jorge Riechmann. Puente de hielo (cantata en andrajos). Ed. Librería Cálamo, 2008.

martes, 15 de septiembre de 2015

AUTOCONSTRUCCIÓN (VIII)




“La crisis ecológica es la expresión biosférica de una profunda crisis cultural, una crisis derivada del modo en que percibimos nuestro lugar en el mundo. Buscamos el sentido de la vida en la acumulación, mientras el mar se vacía de peces y la tierra de fauna y flora silvestres. Liberarnos de la idolatría del consumo y del crecimiento por el crecimiento requiere transformar el imaginario personal y colectivo, transformar nuestra manera de entender el mundo y de entendernos a nosotros mismos. Un criterio para ello es abandonar la sed de riqueza material a favor de otras formas de plenitud. No se trata de ascetismo. Al fin y al cabo, la revista Décroissance lleva como subtítulo Le journal de la joie de vivre.”[1]

Lo que necesitamos no queda por debajo de una revolución cultural:

“Una radical reorientación de la especie humana, desde la carrera actual literalmente insensata hacia una condición de equilibrio, de la competición a la cooperación, no sólo pide una reforma de la economía, sino una revolución cultural, o incluso antropológica. Un desarrollo de la conciencia, en lugar de un crecimiento de la potencia. Del ser, en lugar del tener. El final del paradigma economicista, es decir, de la autonomización de la economía, para reintroducirla en el ámbito de una sociedad que haya recuperado la conciencia de los límites naturales y la necesidad de solidaridad social.”[2]

El problema es que no bastan –ni de lejos— las apelaciones bienintencionadas a la transformación personal. “Tratar de cambiar el mundo simplemente cambiando el corazón del hombre y de la mujer, sin cambiar las estructuras, puede constituirse en una excusa para dejar todo como está”.[3] Por decirlo muy brevemente: no es un asunto de autoayuda, es un asunto de luchas sociales.[4]

...//...


no solamente necesitamos fomentar organizadamente el consumo responsable, sino también la socialización responsable de los medios de producción (de una parte esencial de los mismos).

¿Soberanía del consumidor? ¿Poder de los consumidores? Sólo se podrían poner esperanzas en algo así si la masa de consumidores no fuese ella misma un producto del capitalismo corporativo. Los conglomerados de poder empresarial manufacturan las subjetividades de los compradores de mercancías, igual que manufacturan las mercancías... La posible trampa en el decrecimiento es el simple consumerism: hemos de ser conscientes de ella y estar atentos para desactivarla.

No podemos confiar en el poder de los consumidores: sólo en el de los ciudadanos y ciudadanas. 

...//...


“Tendría que haber llegado para cualquier persona dotada de sentido moral, y para todos, el momento de disociarse. Prerrequisito para una acción disconforme, realmente innovadora e incisiva. Para evitar el suicidio en masa o la narcotización de los individuos, haría falta un salto en el imaginario social, colectivo. (…) Una idea de sociedad (no un modelo preconfeccionado en abstracto por presuntas vanguardias) abierta, autodeterminada y capaz de autogobierno. Un modelo de relaciones voluntarias, cooperativas, no mercantilizadas. Un nuevo comunitarismo y un nuevo humanismo capaz de contemplar la Tierra, que supere el pensamiento dualista mente/ cuerpo, hombre/ naturaleza. Una transfiguración de la actual condición antropológica. (…) Para salir del armazón cultural, psicológico, social y político de la modernidad contemporánea (crecimiento destructivo, homologación deshumanizadora, violencia sistemática) nos vendría bien un pensamiento realmente herético capaz de concebir lo inconcebible, de expresar lo inefable y de actuar con voluntad de no-potencia.”[1]




[1] Paolo Cacciari, Decrecimiento o barbarie, Icaria, Barcelona 2010, p. 19-20.



[1] Jordi Pigem, Buena crisis, Kairós, Barcelona 2009, p. 58.
[2] Giorgio Ruffolo, “Il capitalismo è un treno in corsa verso un abisso”, L’Espresso, 7 de julio de 2006.
[3] Moacir Gadotti, Pedagogía de la Tierra, Siglo XXI, México 2002.
[4] Aunque, para no ponernos las cosas demasiado fáciles, recomiendo meditar atentamente la advertencia del gran Serge-Christophe Kolm: “Mucha gente ha visto que hacía falta ‘cambiar al ser humano’. No hablemos de quienes intentaron hacerlo a la fuerza, y por tanto contra la libertad y la felicidad –incurriendo por el contrario en crímenes sangrientos. Pero quienes lo intentaron con sinceridad en general pensaron que bastaba con cambiar las condiciones externas de los individuos. Ahora bien, las condiciones externas de una persona son, de entrada, las demás personas. Se trata por tanto de una imposibilidad lógica, y de tal error se derivan los mayores dramas del siglo XX. La única solución es la autotransformación libre de cada uno, donde otras personas no intervienen más que para dar consejos sobre la forma de conocer y dirigir la mente de uno.” Serge-Christophe Kolm, entrevista “Un bouddhisme profond pour le monde moderne”, revista Aurores 39, enero de 1984.



Jorge Riechmann. Autoconstrucción: la transformación cultural que necesitamos. Libros de la catarata. 2015

lunes, 14 de septiembre de 2015

AUTOCONSTRUCCIÓN (VII)




Se nos ofrece algo que parezca gobierno democrático aunque no lo sea, algo que parezca socialdemocracia aunque no lo sea, algo que parezca libertad aunque no lo sea, algo que parezca justicia aunque no lo sea, y desde luego algo que parezca sostenibilidad aunque no lo sea… El marketing pudre la cultura entera –y tiende a convertirse en la entera cultura de la “sociedad del espectáculo”.

...//...

La derecha llamada neoliberal –pero más bien habría que decir neoconservadora y paleoliberal— no solamente ocupó los gobiernos del mundo entero durante decenios: ocupó además las mentes y los corazones de la mayoría. Donde antes había valores como la igualdad, sólo cabía después el valor del dinero. La mayoría de la izquierda fue corrompiéndose mientras más se empequeñecía, y encanijándose mientras más se desnaturalizaba...

Terribles tiempos estos en que parece que todo espacio moral estuviera ocupado por los disvalores de la derecha y los valores fingidos de la pseudoizquierda. Decía el gran escritor portugués José Saramago –fallecido en junio de 2010-- que, si había que calificar a nuestra época de alguna forma, el apelativo que cuadraba mejor era “la época de la mentira”. Es cierto pero incompleto: no sólo nos mienten –y mucho--, sino que nos autoengañamos obstinadamente.[1]

...//...

“El capitalismo cuenta con unos 500 años de existencia --unos 250 de capitalismo mercantil, seguidos por el capitalismo industrial de los últimos 250 años--, menos del 0’4% total de la existencia humana. (...) En esa pequeña fracción de la historia humana, la naturaleza cooperativa, atenta y dada a compartir, presente en el carácter humano, ha vista reducida su importancia, mientras que la competencia agresiva ha pasado a ser prominente a fin de promover un sistema basado en la acumulación de capital, así como para poder sobrevivir dentro de dicho sistema. De la mano del capitalismo se ha desarrollado una cultura cuyo epítome lo forman la codicia, el individualismo, la explotación de hombres y mujeres por parte de los demás y la competencia...”



[1] “¿Por qué hacen esas campañas?” [de lavado verde], se pregunta una de las expertas/os interrogadas por Conchi Piñeiro. “Porque la gente quiere creer eso. Eso es lo más problemático. A mí no me preocupa que [las empresas, las administraciones públicas, la publicidad comercial, etc.] digan mentiras. A mí lo que me preocupa es que la gente quiere creer esas mentiras. Porque no estamos dispuestos a renunciar al aire acondicionado, a los tres-cuatro coches por familia, etc.” (Piñeiro, Comunicación ambiental para el cambio social, op. cit., p. 297).



Jorge Riechmann. Autoconstrucción: la transformación cultural que necesitamos. Libros de la catarata. 2015



Comienza nuestra campaña de solidaridad e información acerca del Juicio de la Renta Básica. Imputados 19 compañeros y compañeras, este no es un juicio más, es el juicio que explica lo que ha pasado en nuestra región y país. Cómo el poder ha intentado aplastar las voces de quienes se niegan a sufrir la miseria a la que nos condenan con sus políticas.
No se juzga a 19 compañeros y compañeras, nos juzgan a todos los parados, a las desempleadas, a quienes perciben un subsidio o no, a quienes no llegan a fin de mes, en definitiva nos juzgan a los que dependemos de nuestras manos para vivir.
Adjunto cartel para fotomontaje de todxs lxs que quieran mostrar su solidaridad y adherirse a esta campaña, por favor difundir.
Salud.




domingo, 13 de septiembre de 2015

AUTOCONSTRUCCIÓN (VI)




De manera típica, los españoles y españolas declaran estar ellos mismos altamente preocupados por el medio ambiente y los problemas ecológicos, pero al mismo tiempo creen que los demás no lo están, y “es generalizado el escepticismo acerca de las mejoras que puedan lograrse mediante la sola acción individual (…). Así, son mayoría quienes piensan que ‘no tiene sentido que yo personalmente haga todo lo que pueda por el medio ambiente, a menos que los demás hagan lo mismo’.” (p. 56)

“Si indagamos acerca de sacrificios concretos en defensa medioambiental, yendo del terreno de las declaraciones al terreno de los hechos, nos encontramos con una evidente contradicción entre la conciencia ambiental expresada y el estilo de vida adquirido con el estatus socioeconómico (…). Así, casi la mitad de la población se mostraba fuertemente contrariada en 2004 ante la idea de pagar precios más elevados para proteger el medio ambiente, mientras que poco más de un cuarto de la misma estaría dispuesto a hacerlo. Mayor es el porcentaje de quienes se negarían a pagar muchos más impuestos con la misma finalidad. Igualmente próximos al 50% son los que declaran no aceptar recortes en el nivel de vida con el ánimo de proteger el medio ambiente” (p. 53)

Se estima que la conducta coherente para hacer frente al calentamiento climático, con cambios en el “estilo de vida” que involucren conductas de “alto coste” (dejar de usar el automóvil privado, por ejemplo), sólo puede predicarse del 1-2% de la población española.[1] Por lo demás, esta llamativa incoherencia tampoco debería sorprendernos demasiado: como anthropos tenemos una alta capacidad para disociar el predicar del dar trigo. Escriben Claus Leggewie y Harald Welzer que los seres humanos son capaces de “interponer mundos entre su conciencia y sus opciones de acción” sin que “encuentren problema alguno para integrar incluso las contradicciones más llamativas y vivir así su día a día.”[2]




[1] José Carlos Puentes, “La acción individual y colectiva para hacer frente al cambio climático”, en la jornada “El cambio climático desde el ecologismo social”, Ateneo de Madrid, 11 de junio de 2011.
[2] Siguen los dos ensayistas alemanes: “Que esto nos extrañe reside en la imagen –proveniente de la filosofía y teología moral, sobre todo en su versión protestante—que del ser humano se ha colado en nuestro mundo representativo, la cual parte de que los seres humanos aspiran a vivir sin contradicciones. Si alguien se comporta públicamente en contra de sus criterios enseguida se le diagnostica ‘esquizofrenia’ o un carácter poco firme. De todos modos, no es nada realista la idea de que los motivos de las acciones se originan en la estructura de la personalidad de la gente y que los criterios dirigen las acciones” (Claus Leggewie y Harald Welzer, Das Ende der Welt, wie wir sie kannten. Klima, Zukunft und die Chancen der Demokratie, Fischer Verlag 2009, p. 74; citados en Richard D. Precht, El arte de no ser egoísta, Siruela, Madrid 2014, p. 287).
Más que seres que aspiren a vivir sin contradicciones, somos animales disociativos. El comentario adecuado sería, creo, el que proponía René Char en la anotación 116 de Hojas de Hipnos: “No tener demasiado en cuenta la duplicidad que se manifiesta en los seres. El filón está en realidad seccionado por múltiples lugares. Sea esto estímulo, más que motivo de irritación.” (Traducción de J.R.)



Jorge Riechmann. Autoconstrucción: la transformación cultural que necesitamos. Libros de la catarata. 2015

sábado, 12 de septiembre de 2015

AUTOCONSTRUCCIÓN (V)




Una coincidencia significativa: una encuesta anual a estudiantes universitarios de primer curso en EEUU, realizada durante más de 35 años seguidos, muestra que desde comienzos de los años setenta hasta hoy la importancia concedida a “tener una buena posición económica” no ha dejado de crecer, mientras que menguaba la de “desarrollar una filosofía que dé sentido a la vida”. Pues bien: los años en que se cruzaron las dos curvas respectivas, para luego separarse en forma de tijera, fueron precisamente 1977-78. Justo los comienzos de la era neoliberal/ neoconservadora…[1]


[1] Erik Assadourian, “Auge y caída de la cultura consumista”, en Worldwatch Institute: La situación del mundo 2010. Cambio cultural: del consumismo a la sostenibilidad, Icaria, Barcelona 2010, p. 47. EEUU marcó el rumbo que luego ha seguido Occidente en general. En el informe Jóvenes españoles 2010 de la Fundación Santa María, hecho público en noviembre de 2010, nos enteramos de que “ganar dinero” es muy importante para el 47% de los jóvenes encuestados; en cambio “llevar una vida moral y digna” lo es solamente para el 43%. (Declaran que la política es muy importante para ellos/as sólo el 7%, la religión el 6%.)



Jorge Riechmann. Autoconstrucción: la transformación cultural que necesitamos. Libros de la catarata. 2015