documentos de pensamiento radical

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lunes, 31 de agosto de 2020

3 poemas de LA MAGDALENA DE BUKOWSKI de FERNANDO BARBERO



Hoy he bajado al trastero

 

Hoy he bajado al trastero

y he visto las fotos familiares

Obligadas comuniones y bodas

Juegos de mis hijas pisando charcos

 

Dibujos infantiles con declaraciones

sinceras de amores filiales

Tortugas y mariquitas de barro

que certifican el cariño de mis niñas

 

Trasteando entre la maleta de las muñecas

y algunos libros casi olvidados

han aparecido los retratos de mis padres y de mi hermano

y sus sonrisas, tan alejadas de la idea de la muerte,

me han atravesado y han acelerado mi respiración

 

En esos ojos estaban mi niñez, mi juventud

y también la promesa de morir

He cerrado la puerta y he subido a casa: a la vida

 

 

Un lugar

 

Imaginemos un lugar luminoso

Pensemos en miradas solidarias,

abiertas, amistosas y radiantes

 

Juan Ramón nos protege

de todo mal y de algún bien

Burros, asnos, plateros y rucios

 

Alguien lee un poema

 en la Peña Flamenca

y el sonido de los vasos se hace música 

 

Todo se para en la Casa Natal

cuando la palabra inunda el espacio

Un burro gris entra, mira y se ríe

 

Voces del Extremo en Moguer

Hablar extremadamente                                              

eso quiero seguir haciendo

 

 

                                                                                          Otros mundos           

Dios dijo: “Haya luz”, y hubo luz.

Génesis 1.3

 

Dios creó el mundo,

después se desentendió

y se fue a otro planeta

 

Allí está creando

Ya sabes: la luz, la oscuridad,

los animales, el hombre…

 

 Ojalá esta vez le salga mejor.

 

 Fernando Barbero. La magdalena de Bukowski. Ed. Amargord, 2020

domingo, 30 de agosto de 2020

Me siento esta tarde a escuchar mi propio runrún

 


 

Esta tarde me he sentado

a mirar la montaña

de mis sueños

y a recorrer mi vida

 

Echo la mirada atrás

y tengo la conciencia

de no haber hecho

todo lo necesario

 

Viví parte de mi vida

bajo una dictadura

y no hice nada por evitarlo

Debería haber matado o ser muerto

 

Tenía que haber hablado,

solicitado, pedido, rogado…

relaciones a cada mujer

de la que me enamoré

 

Pude hablar y no lo hice

con Paul Bowles una tarde

en un cafetín del Zoco Chico

o con Juan Goytisolo

en la Yemaaa L´Fna de Marraquech

 

Sí hablé con Fernando Fernán Gómez

en unas jornadas libertarias allá por el 77

y con Eduardo Galeano

en el Metro de Madrid

 

Contemplé injusticias

y no hice nada por vengarlas

Fui cobarde, débil

No asumí mi responsabilidad

 

Volé sobre el Océano

como un ave fénix

que jamás ardió

No tuve que renacer

 

Crucé el Estrecho de Gibraltar

y Los Andes y el himaláyico Khumbu

y el Canal de Beagle y el Pirineo

Y el Gran Canal veneciano

 

Antes, cada verano

bajaba la cuesta de Perales

y el contraste entre los montes de yeso

y el Valle del Tajuña me embriagaba

 

La suerte, diosa o diabla

me ha sonreído en multitud de ocasiones

y en medio del sendero me halló la cálida umbría

de una mujer joven

 

Debí arriesgarme más:

las montañas, los mares y los viajes

estaban ahí y yo no me atreví

Fui cobarde

 

Quiero descansar mirando al Ocejón

donde no haya cruces

 Y parte de mí

se extenderá por su cumbre

 

Vi la belleza de cerca

y a veces la poseí

y a veces me poseyó

Esto fue lo mejor



Fernando Barbero. La magdalena de Bukowski. Ed. Amargord, 2020

Fotografía de Jesús Aller

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 29 de agosto de 2020

CHISTERA

 


 

A veces el mago es el conejo

y el ilusionista una ilusión del conejo.



Antonio Orihuela. Disolución. Ed. El Desvelo, 2018


 

viernes, 28 de agosto de 2020

METÍ EL PIE EN UN CHARCO

 



Metí el pie en un charco

y se borró el mundo

mejor no buscar responsables


Antonio Orihuela. Disolución. Ed. El Desvelo, 2018

jueves, 27 de agosto de 2020

TEOREMA DE LA COMPLEMENTARIEDAD DE SUSSKIND

 


 

Meto mi mano en un calcetín

y al moverla, me siento el dios

que sueña conmigo y con calcetines

 

-porque lo que se ve desde fuera

no es lo mismo que lo que se ve desde dentro-,

 

un dios que el calcetín no me deja ver

pero que el calcetín hace más real

que el tejido que dio forma al calcetín.



Antonio Orihuela. Disolución. Ed. El Desvelo, 2018
poema cinético de jorg piringer. big-bang

 

miércoles, 26 de agosto de 2020

LA VÍA

 


 

Ten paciencia con la oscuridad en pleno día,

ten paciencia con el relámpago y el trueno,

ten paciencia con el carbón caliente del amor,

ten paciencia con las guerras de dos,

ten paciencia con el prójimo que tanto se parece a ti,

ten paciencia contigo que tanto te pareces al impaciente de mí,

ten paciencia conmigo que soy tu impaciente,

ten paciencia con las pérdidas,

ten paciencia con el laberinto de la madriguera del conejo,

ten paciencia con la puerta del jardín de tu corazón,

ten paciencia con los cerrojos,

ten paciencia al pasar tú mismo por la muela del molino,

ten paciencia cuando busques el todo

pues el todo está por todas partes,

y si das con él no estarás en ningún lugar.




Antonio Orihuela. Disolución. Ed. El Desvelo, 2018

 

martes, 25 de agosto de 2020

AHORA QUE

   

XLV

 

Y en juguetes, parques, columpios,

tan solo veo sangre y escarcha.

Intento tejer mi mano en una rueca

que viene dejando rastrojos a miles de periplos

para no pisar un vertedero de grietas y usura.

Porque ahora todos somos un campo de pesticidas

donde se siembran personas para que brote

el mayor número de monedas.

Y yo también me rindo

ante el mar y ante la lluvia de alambre.

Y yo también me rindo

ante el peso que llevo a la espalda

por naufragar en medio de países cubiertos

por estercoleros y vómitos.

Y yo también me rindo

por ver unas grietas sujetar en nombre del mercado.

Ahora que

todo es podredumbre y nos dirigimos

en busca de la lápida

que nos ofrece el último plato

para escuchar a una orquesta con asientos vacíos.

Ahora que

nos educan para que nunca más miremos debajo de la cama. 

Ahora que

todo es gente aniquilada por un pensamiento ceniza.

Ahora,

busco en algún cajón toda una memoria de ruina,

toda una memoria de sombra,

toda una memoria de grito

y lo único que encuentro es una memoria blanca,

una memoria quemada con fuego frígido

que sostiene el vértigo para que ardan todas las bocas del mundo. 

Y tal vez, y aclaro, tal vez,

llegue el día en que la lluvia

seque el incendio de todas las maletas

donde lo único que permanece es el silencio y la mesura.

Y tal vez, insisto, y tal vez nada,

la lluvia de nuevo y tan solo la lluvia,

pueda sujetar esta, la maleta del paria.


Miguel Ángel Pozo. La lluvia que seremos. Ed. Mueve tu lengua, 2020

Ilustración de Laurie Lipton


lunes, 24 de agosto de 2020

AUNQUE NO TE QUEDE OXIGENO EN LAS VENAS

 

XXV

 

aunque no te quede oxigeno en las venas,

ni unas cuantas latas oxidadas,

ni unos botones descosidos
de la última camisa nueva,

de los últimos pantalones nuevos,

de los últimos zapatos nuevos.

aunque escuches cómo cruje una suela

aferrada a la derrota

y otras manos no te arranquen el último botón. 

debes andar por cualquier tipo de tierra,
sin bandera, sin himno, sin país.


  Miguel Ángel Pozo. La lluvia que seremos. Ed. Mueve tu lengua, 2020

domingo, 23 de agosto de 2020

3 poemas de LA LLUVIA QUE SEREMOS de MIGUEL ÁNGEL POZO

 

XI

 

pero no quieres nombrar a tu maleta
tú no;
porque tienes escondida
la mano de quien te dio la palabra,

el reducto del último cuaderno,
el grafito suicida que se hace en ti,
porque encuentras un miedo mosaico
amordazado contra la llaga morada de la tortura.
y no te tiñes
con hombres y mujeres que luchan por no dar la vuelta a la noria.
y no tiñes los pasos,
tú no;
porque gritas como una mosca

revuelta sobre el espejo.

porqué gritas.
y dime tú, entonces,
quién nombra tu equipaje.
y a ti,
a ti, quién te nombra.


 

XX

 

bajo la manta de tu vientre
está la leche,
los aullidos magullados del plomo
y la tierra sin su médula ya quebrada
está la mujer que pierde el recuerdo,
el grito en la cima del vómito
y la hoja ya caída de la higuera.
está ahí, donde se calla la lluvia,
dónde.

el paraguas nunca 

termina de cerrarse.


 

XXIV

 

en la nada

la lluvia

llora sordamente



 Miguel Ángel Pozo. La lluvia que seremos. Ed. Mueve tu lengua, 2020

sábado, 22 de agosto de 2020

[quebrada tres]




 

Náusea la mirada por encima del hombro,

náusea la algarabía de los jóvenes pitucos de los barrios del Golf y California,

náusea el pollo broster que sirven en el Mall a las damas de cejas tatuadas,

náusea los doctores de todo, los licenciados de todo,

náusea santiguarse y entregarse al destino que Dios quiera,

náusea cada uno de los gringos que se llevan la plata a manos llenas,

náusea los políticos corruptos, los de salón y los de cocinita,

náusea cada carro brillando en las aceras,

náusea los bidones llenos de agua apilados delicadamente en Tottus,

náusea el euro, el dólar, el miserable sol domesticado;

náusea el ceviche prohibido en Huanchaco o en Viru,

náusea cada libro de texto recién forrado,

náusea cada abogado, cada juez, la justicia;

náusea cada recién peinada en la peluquería,

náusea los zapatos brillantes, los pantalones nuevos, las camisas planchadas;

náusea los nuevos ricos y los viejos,

náusea los escaparates y las vitrinas llenas,

náusea los cajeros automáticos,

náusea el celular sonando en las esquinas,

náusea el que da limosna y te sonríe,

 

náusea un simple grifo abierto manando sin medida.

  

Luis Felipe Comendador. Las afueras. A Fortiori Editorial. Bilbao. 2020. 2ª Ed.

viernes, 21 de agosto de 2020

2 poemas de LAS AFUERAS de LUIS FELIPE COMENDADOR

 

Las afueras,

ese cáncer brutal de las ciudades

donde el bullicio olvida a los sin nombre

más allá del olvido.

 

“Tienes que ir”

–me dijo con los ojos

asomados tan adentro de mí–.

“Tienes que ir a darles esperanza,

aunque sea mentira”.

 

Fui como un niño atento,

con la boca asombrada,

con las manos temblando,

con un miedo caucásico

de no estar a la altura

de todo aquel desastre.

 

Trepaba el taxi viejo por los cerros,

patinaba en las curvas inconcretas,

derrapaba en la arena

y salvaba los ranchitos de milagro.

Yo no era de aquel sitio

ni de aquella miseria,

yo no era de sus rasgos

ni de su hablar pausado,

yo no era de esa mugre de chinches

y zancudos y agua sucia.

 

Se sucedían las casas de plásticos y adobe,

los niños sin zapatos mirando con asombro,

algún hombre sentado con la mirada huraña,

cerro tras cerro, arena.

 

El taxi dijo basta.

 

Trepar era ya el único artilugio

con el que abrirse paso por los cerros.

 

Arriba, justo en la línea gris del horizonte,

puntitos de colores

rodaban por la cuesta hasta nosotros.

Eran niños hermosos

empañados de arena, sin zapatos,

con sonrisas de ángeles sin alas…

 

¡Esa suciedad limpia de los pobres!

 

Sin mediar los prejuicios de occidente,

me abrazaron fortísimo,

me llenaron de besos y miradas de asombro,

hicieron piña en mí, como si fuera alguien,

y ya no fue posible dar el paso siguiente.

 

¡Éramos uno juntos!

 

Sin más, me dieron todo,

todo lo que tenían:

su sonrisa y sus brazos.

 

Yo les prometí un mundo occidental

y un futuro.

 

Les mentí y lo sabía.

 

Les mentí y lo sabían.

 



 ***


Volver de lo que tienes a lo que no tendrás jamás

y quedarte a vivir en esa pausa

como un objeto absurdo

que no hizo nada,

nada.

 

 Luis Felipe Comendador. Las afueras. A Fortiori Editorial. Bilbao. 2020. 2ª Ed.

 Fotografía de Juan Sánchez Amorós

 

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 20 de agosto de 2020

NOOSFERA

 

 

¿Qué llena esta habitación vacía?

 

Mi mente la llena de elefantes,

de campos de cebada tamizados de vacas

que tal vez solo sean manchas de tinta,

desconchones de cal en la pared,

bolas de billar, bosones, gotas de rocío,

electrones que han colapsado,

gatos vivos y muertos…

 

de ti,

 

lleno esta habitación con 500 copias

exactas de ti, igual que estaba lleno de Budas

el techo del santuario de Alchi.

 

Lleno esta habitación con diez habitaciones

que contienen miríadas de habitaciones que coinciden

en el espacio y el tiempo con esta habitación,

caramelos para la mente

incluso para quienes creen que si no aceptan los caramelos

encontrarán una puerta entre las ciento ocho puertas

por la que salir a un exterior con sol

en el que fundirse,

 

pero también el sol, la puerta, los caramelos,

las diez habitaciones dentro la habitación

han sido llenadas por mi mente

que ahora se zambulle en ella

porque tiene necesidad de estar en alguna parte

para ser, para hacer, para hacerse,

para que tú veas esta habitación,

llena de tu mente.



Antonio Orihuela. Campo Unificado. Ed. Olifante, 2019


martes, 18 de agosto de 2020

BESO

 


Junto al paseo

chocan las olas.

Saben a sal los labios


Cristina Liso

domingo, 16 de agosto de 2020

AQUÍ VIENE LA GENTE DE GRIS




Here Come the people in Gray
The Kinks


The Kinks atronaban Unreal Reality
cuando me presentaron al señor Buda recién llegado de Holanda
impreso en un cartoncito troquelado
que parecía un sello de los playmobil.

Puede llevaros al centro del mundo, dijo D,
a su mismísimo ombligo.

Esa casa es tan grande
que llega a las nubes,
tiene cientos de ventanas
para que la gente pueda mirar
y se pregunten de qué va todo esto.

No había terminado de decir aquellas palabras
cuando ya habíamos llenado un coche de buscadores de oro
y las luces estroboscópicas dieron paso a una danza silenciosa de serpientes
que me subían por las piernas y se enroscaban en mi cuello
hasta que una constrictor abrió la boca y me tragó entero
para después escupirme de nuevo en los lavabos de la discoteca.

M conducía, para nuestra tranquilidad
su voz acuosa nos dijo que no había tomado nada,
pero su conducción errática,
las direcciones prohibidas que iba comiéndose una tras otra
y un adelantamiento a un tractor que duró horas
me decía que no podíamos fiarnos de ella.

Llevábamos dos bolsas de hierba, pirulas de todos los colores,
tripis, hongos, varias papelas,
botellas variadas de güisqui, ron y vodka,
parecíamos representantes de la casa Sandoz & Down Chemical.

Habíamos hecho la recolecta el día anterior,
provisiones para un viaje que incluía subir al norte
y bajar por la costa mediterránea.

Cuando se hizo de día
el coche estaba clavado en la arena de la marisma
y un tractor, el tractor que habíamos intentado adelantar toda la noche,
estaba intentando sacarnos de allí.

Tomamos la autopista.
U se turnaba al volante con M.
U siempre estaba en forma, seguro, certero.

Después de parar a comer F empezó con las rayitas,
decía que estaba muy tenso.
D le encendió una pipa,
yo puse la cinta de los kinks

los héroes de celuloide
jamás sienten dolor,
los héroes de celuloide
jamás mueren de verdad.

U tenía muchos contactos
así que un par de veces al año íbamos de gira poética

-comida gratis, sabiduría total, cobertura ilimitada, decía D
de los viajes organizados por U.

Poco antes del atardecer llegamos a Ávila,
las serpientes habían dejado paso a las sanguijuelas
y cuando estas terminaron conmigo
estaba ante un gélido edificio de una orden monástica
en donde, por lo visto, tendría lugar el encuentro.

-Ahora control absoluto, dijo F.

Pero íbamos tan pasados que la organizadora nos caló al minuto
y nos quiso echar de allí.

-No quiero borrachos entre mis feroces, dijo la domadora de poetas.

No merecía la pena echar más leña al fuego de aquellas vibraciones extrañas,
así que salimos con alivio de aquel sitio decorado para su propia psicodelia,
lleno de aristas, de cuadros de santos
y niños quemándose en las hogueras del infierno
porque habían pecado mucho.

-¿Ganaron los nazis? ¿Esto qué es, el cuarto Reich?, soltó U.

Ocho horas después, a menos de mil bajo cero
aún estábamos buscando el último garito abierto de la ciudad.

Entramos en una fiesta ya agónica
que a lo mejor tiempo atrás había sido privada
preguntando por farlopa, pastis, lo que fuera.

Después de unos tensos minutos
nos informaron de que aquello era
la fiesta de graduación de la última promoción de la Guardia Civil.

Decidimos volver a la tumba, junto a Santa Teresa.

En el casette, los Jefferson Airplane cantaron White Rabbit
y nuestra mente empezó a moverse con lentitud.

-Estamos escribiendo sobre lo que sentimos,
¿por qué nos opondrán tanta resistencia?, dijo D.

-Hablamos de la explotación, de las drogas y de la guerra
porque ese es el mundo real donde vive la gente, dijo U.

-Debemos estar unidos, es nuestra única oportunidad, atiné a decir
antes de que todo se fundiera en negro.

Despertamos en una gasolinera
y prometimos solemnemente, delante de la manguera del surtidor,
que siempre estaríamos juntos.

A mediados de los años noventa
éramos lo único que estaba pasando en poesía en este país de mariconas.

Desde Huelva, desde Asturias, desde Madrid, desde Valencia
habían empezado a saltar chispas de una nueva superconciencia
y todo lo que hacíamos sentíamos que estaba bien,
estábamos ganando, era una sensación real, tangible,
estábamos allí y estábamos ganando.

Años después sigo sintiendo que es así,
que nuestra energía prevalecerá,
que nuestros rastros no se perderán,
que otros avanzarán sobre ellos,

que tal vez un día no muy lejano,
cuando la realidad ya no sea un paquete en la estantería del supermercado,
nos volveremos a juntar para reír,
como aquella fría mañana,
saltando en pelotas delante de las olas,
solitarios y juntos,
hombres y mujeres entrando en el mar
para limpiarse el gris del mundo
mientras King Crimson vuelve a cantar desde el coche
nuestro
Epitafio.


Antonio Orihuela. Esperar Sentado. Ed. Ruleta Rusa, 2017