documentos de pensamiento radical

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miércoles, 30 de abril de 2025

PREGUNTAS ESENCIALES EN TIEMPOS DE COLAPSO





 

No dónde brota el agua,

sino dónde se la esconde,

dónde se la envasa,

dónde se factura.

 

No cuánto germina,

sino quiénes lo fumigan,

quiénes lo vallan,

quiénes lo comen.

 

No cómo protegernos,

sino cómo compartir,

cómo cuidar,

cómo amar.

 


Alberto García-Teresa. El áspero dolor de la esperanza. Lastura Ed. 2025

martes, 29 de abril de 2025

Careos*


 

Careos*

Bayárcal, Puerto de la Ragua (entre Almería y Granada).

Parque Nacional de Sierra Nevada.


Bajo el cielo, careos.


Las líneas de los mapas no están en la montaña.

Permanecer inmóvil entre dos provincias,

al acecho. Nada, no hay fronteras.

Pisar nieve a dos mil metros

que será agua, acequias, río.

Ladera abajo te asaltan surgencias

que corren y traen el deshielo.


Descubrir la red, el vergel, los colores:

acequias de careo que ralentizan

el ciclo hidrológico.

Seguir los vestigios culturales entre Granada y Almería:

hay piedras moriscas, árboles andalusíes,

restos de alquerías, huertos que se irrigan.

Jugar al escondite.

Acechar la infiltración somera del agua

y la circulación lenta y natural bajo el suelo.


Seguir las venas que brotan en la tierra

o emergen en manantiales,

remanentes bajo celajerías.

Contemplar la sabiduría popular

que construye paisajes,

evita la pérdida, la evaporación en superficie

y abastece las zonas bajas en la estación seca.


Sima, mata, calaero, fuente,

flujo subterráneo, cultivos que brotan,

pastos verdes, balsas de riego.

Sembrar agua y ofrecérsela al verano.


Las líneas de los mapas no están en los paisajes.

Permanecer inmóvil entre dos provincias,

al acecho. Nada, no hay fronteras.

Solo existe un gran aljibe: la montaña

donde se oye el careo, del agua el susurro,

de nuestros antepasados la sabiduría

que se hereda, la voz del acequiero.




* Las acequias de careos están operativas desde el periodo musulmán en las Alpujarras, apenas han variado en ocho siglos. Son un sistema de recarga artificial de acuíferos y de gestión hídrica único en el mundo. Durante el invierno y la primavera, en las partes altas de la sierra se facilita la “carga” del agua de ríos y arroyos hacia estas acequias, y se conduce hacia unas zonas más o menos llanas donde se deja que se infiltre llenando fuentes, balsas, etc. Cada acequia tiene sus puntos de recarga llamados simas o cimas.

 

 

Lola Callejón. Azogues. Ed. Nazarí, 2025

lunes, 28 de abril de 2025

2 poemas de AZOGUES de LOLA CALLEJÓN

 


Alzacola

Un atardecer en los alrededores de la torre de La Garita (Dalías).

Faldas de la Sierra de Gádor.

Esperas a que el silencio de la tarde llegue,

baje al trote ladera abajo e invada caminos.

Atardece entre chumbos,

hay cortijos sin techo, una atalaya andalusí

erguida sobre tomillos que huelen,

algarrobos aquí y allá, tres granados silvestres.


Hay balates de piedra sujetando paratas.

Arriba, te mira imponente la sierra de Gádor.


Un alzacola alza sus caudales plumas

en abanico: surge el movimiento,

el contorneo, mil bailes sin feria te asaltan.

Aparece el cante, los gorjeos aparecen,

como pencas se te antojan las guitarras verdes.


No es consciente la fragilidad de su silueta:

vendrán tiempos peores

y dejará de merodear alhucemillas,

iberoafricanismos aún resistentes

cuyas flores han perfumado, allá en un cajón,

los pañuelos de la memoria.

Has muerto de contenida emoción

por el encuentro.


Sabes los secretos:

el ave atraviesa el Sáhara dos veces al año,

sus delicadas plumas se exponen a halcones,

sabes que trae un camino pleno de aventuras

entre el desierto y el mediterráneo caliente.

Sabes de su dependencia ecológica,

sabes que le gustan nuestros paisajes,

los arbustos, los olivos, agua remansada

en manantiales, hierbas

sin agroquímicos donde atrapar insectos.


Has muerto de dolor.


El pájaro, al verte entre rocas, ha dicho:

No encuentro ya consuelo,

la tierra yace especulada, sucia, herida,

ya no es mi territorio,

me faltan los refugios,

me faltan los artrópodos libres,

libres de venenos.

Y siguió hablando entre vuelos breves:

Los alzacolas desaparecemos

en silencio de los recuerdos,

de tu juventud primera

(igual que se esfuman los vestigios moriscos).





 

 

 

Celemín*

Bancales. Alrededores de la torre de La Garita (Dalías).

Faldas de la Sierra de Gádor.


Sobre la loma de pencas, los cirsios.

Sobre los cirsios, el jilguero.

Bajo el jilguero media fanega de la alquería:

seis celemines que lindan al norte

con el soto, al sur con el río,

al este con otras fincas conocidas,

con el regadío al oeste. Varios aljibes.


Celemines repartidos,

celemines por deudas subastados.

En el periodo de La Restauración,

cincuenta y cinco pesetas.


Colectivizados celemines, manos que trabajan.

Llegó la República y esparció

las tierras. Después fue la huida,

las cuevas que ocultan el miedo,

el silencio. Se echó a los montes el hambre


del pueblo: buscó almendras,

pan de higo, arrobas de esparto segado.


Y la Sierra de Gádor miraba de cerca

suelos devastados por la minería.

La roca madre ofrecía sus laderas

para la siembra de pinos.


Celemines que vieron

vegas fértiles, la vez del agua

que riega, las azadas,

los présules*, las habas, los encarpes

de racimos, los pastores y sus cenachos.

Celemines que ahora ven jirones

de polietilenos sobre la tierra.

Mañana, microplásticos

mal esparcidos en nuestras vidas.




* El celemín es una medida agraria que se utilizaba en algunas partes de España antes de que fuera obligatorio el sistema métrico decimal. En la Alpujarra almeriense ha perdurado hasta nuestros días. Referida a medida de superficie, equivale a 537m2. Una fanega de tierra corresponde a 12 celemines.


* Présules: forma local de denominar a los guisantes en Dalías y otros pueblos de Almería.




Lola Callejón. Azogues. Ed. Nazarí, 2025

domingo, 27 de abril de 2025

RECHIZAR DE LA MEMORIA

 



Desde Fuente Nueva (Dalías).

Sierra de Gádor.


Ha quedado un rechizar permanente:

hará una tarde de chicharras en la vega.

Lejos destella una virga,

deja ver el arcoíris en el cielo.


Las higueras maduran en las ramblas,

el aljibe tiene ecos bajo piedras,

la culebra ha guiñado un ojo

desde negras profundidades,

emerge solitaria

para que la bebas y la desees.

Niños éramos entre los cortijos,

higos secos en lastras bajo el cielo,

piedra seca en los declives,

nidos de riblancas* en las repisas,

el miedo a los lagartos,

cuentos entre la lumbre,

manos que trabajan y se hunden,

atochas o espartos, parrales,

el trisar de golondrinas.


La memoria aquí trabaja, viva,

sobre el territorio que defendemos

de damnatios que lo borren.



* Riblanca: nombre local de la collalba negra (Oenanthe leucura) en Dalías y pueblos cercanos.

 

 

 

 

 Lola Callejón. Azogues. Ed. Nazarí, 2025

sábado, 26 de abril de 2025

Baetica

 



Altas cumbres. Alrededores de la Laguna de La Caldera y

borreguiles bajo el Mulhacén. Parque Nacional de Sierra Nevada.


Bajo tus patas de caminar lento, la indiferencia hacia un mundo convulso y confianza en la coraza. Aunque pareces un guerrero, llevas un frágil escudo que no aguantaría la guerra ni un minuto: ni un minuto en Gaza o Cisjordania, ni un minuto en el Líbano, ni un minuto en Ucrania. Tu melanina, oscura y brillante, puede parar la radiación en las altas cumbres, pero no las avalanchas, el deshielo, los tumultos en las fronteras, los muertos en El Sahel, los refugiados de Uganda. ¿Acaso puede tu cubierta frenar a los que escapan sin epidermis que los protejan, a los Rohinyá huidos de Birmania, a los que huyen de anomalías en las isobaras o de comportamientos extraños en la meteorología? ¿Acaso detendría los mares, las barcazas que arriban a Lampedusa, a Canarias quizás, tu coraza?

Bajo tus patas hay dos mil o tres mil metros, el filo de nieves perpetuas, los piornos con espinas, los enebros rastreros que contemplan Sierra Nevada majestuosa; pero tu coraza (propia de un especialista de altas cumbres) no aguantaría cambios drásticos en las constantes del clima, no soportaría la destrucción de paisajes, la estación de esquí abarcando ríos que nacen, el turismo y la presión urbanística sobre territorios que te pertenecen.


Aunque pareces un guerrero con lanza (ovopositor se llama), nunca vencerías en ninguna batalla, en ninguna contienda de este capitalismo salvaje.


Puedes permanecer junto al silencio limpio y desnudo de la montaña que crece, transitar entre Almería y Granada, ocultar tus no alas bajo tegminas resistentes, exhibir tu pronoto con orgullo, pasar desapercibido en el reducido territorio, hacer honores a la condición de endemismo rechoncho, único en un mundo agitado, exclusivo de la sierra (cada vez menos nevada). Puedes inocular los huevos con tu lanza de hembra, corretear entre violetas, besar las ramas de sabinas chatas, obtener el calor de esquistos micáceos y hacerte un referente frente al cambio climático; pero tu coraza, ¡ay, tu coraza!, ingenioso y práctico invento evolutivo, no aguantaría los desafíos del antropoceno. Ha resultado ser un mal negocio para especies restringidas en el espacio y en el tiempo del planeta. Especialista te llaman. ¡Ay, tu coraza!


De nombre Baetica, Baetica ustulata* (la chicharra de Sierra Nevada), no puedes ser culpable. Indiferencia hacia un mundo convulso. Confianza en la coraza.



* Baetica ustulata o Chicharra de Sierra Nevada es un Ortóptero endémico y exclusivo de Sierra Nevada (Granada y Almería). Se encuentra en las altas cumbres, entre los 2200 y 3450 msnm. Prefiere lugares de vegetación almohadillada o piornales. Tiene hábitos carroñeros, detritívoros y carnívoros. En su anatomía aparecen tres estructuras: la cabeza, el pronoto y el abdomen, todas rodeadas de un tegumento quitinoso.

La hembra presenta una especie de lanza caudal con la que pone los huevos. Se incluye en los listados de protección de la Directiva Hábitats de la Comunidad Europea y en el Convenio de Berna, también en las leyes andaluza y estatal sobre especies amenazadas. La UICN cataloga esta especie En Peligro. Es uno de los más importantes bioindicadores del cambio climático a nivel mundial y en las investigaciones que realiza el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada.

 

 

Lola Callejón. Azogues. Ed. Nazarí, 2025

viernes, 25 de abril de 2025

veo huellas de pájaros desaparecidas


 

 

40

 

 

veo huellas de pájaros desaparecidas

en los límites del arenal costero

 

 

lo invisible se vuelve visible en el sueño

 

 

hay melancolía abierta en canal

en las huellas de los ausentes

 

 

pronto caerá la tarde

 

 

enloquecerán las sombras

en los brazos del cansancio

 

 


Eladio Orta. Los perros ladran penas. Ed. Huerga & Fierro, 2025

jueves, 24 de abril de 2025

apunta primo en el cuaderno:





41

 

 

apunta primo en el cuaderno:

 

 

solo veo pérdida en las alforjas

 

 

solo veo pérdidas de significados

en las pizarras ideológicas del acomodo

 

 

solo veo pérdidas selladas

en las piedras ambulantes

del asfaltado camino y

 

 

en las alfombras azules

de la nostalgia

 

 

                             y

aun así / la sonrisa

abre ventanas y

 

 

a veces aparece camuflada

detrás de los labios humedecidos

por el chorreo de la tajada de sandía

 

 

a la espera del vuelo del pájaro

desde la mano del niño

a la pila del pozo

 

 

apunta primo en el cuaderno:

 

 

solo veo moscas verdes

bailando dentro del cuadro

descuadrado en la pared

 

 

¡ay / mal andamos si perdemos los olores

selectos de las flores del aislamiento!

 

 

 

 Eladio Orta. Los perros ladran penas. Ed. Huerga & Fierro, 2025

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 23 de abril de 2025

un pájaro de metal atraviesa el sueño

 


39

 

 

un pájaro de metal atraviesa el sueño

 

 

al despertar las plumas caídas del árbol

preñan de lombrices los zapatos

 

 

vestidos de catástrofes desayunamos 

 

 



Eladio Orta. Los perros ladran penas. Ed. Huerga & Fierro, 2025

lunes, 21 de abril de 2025




36

 

 

los grillos nos están avisando y

no nos percatamos

 

 

los grillos nos están tronando los oídos y

no nos percatamos

 

 

los grillos grillan las noches de febrero y

no nos percatamos

 

 

los grillos pavonean sus alas a orillas del desastre y

no nos percatamos

 

 

andamos sordos / ciegos y

grillados

 


andamos tocando la zambomba

en las puertas del disparate

 

 

andamos contando los billetes

en las máquinas registradoras del desastre

 

 

andamos engordando los bolsillos

de la mediocridad usurera 

 

 

andamos tocándole las palmas

al devastador capitalismo

 

 

……

 

 

escribo

para ser atravesado por un rayo





Eladio Orta. Los perros ladran penas. Ed. Huerga & Fierro, 2025

2 poemas de LOS PERROS LADRAN PENAS de ELADIO ORTA




34

 

 

veo gemidos de gargantas

martilleando intermitentemente

 

 

el hierro cadente

 

 

veo afiladas serpientes silbando

arpegios en los distritos ocultos

 

 

del caño del orín

 

 

veo cuchillos puntilleando

la salmuera en los bordes

retorcidos del solejero

 

 

la transparencia invisible

ciega identidades

 

 

ciega vínculos complacientes

 

 

ciega las carencias ocultas

de los vendedores de humo

 

 

de todo por la poesía

     todo por la poesía

              por la poesía

                     la poesía

                         poesía

                             esía

                               sía

                                 ía

                                  a

 

 

 

¡ay / mal andamos si tomamos

a la poesía por bandera!

 

 

“flores en lugar de banderas”

jesús lizano

 

 

 

 

35

 

 

veo los retamales blancos

nieve perenne en los ojos

 

 

cal desparramada sobre la alfombra

en noches de gemidos relajantes

 

 

veo los hocicos de los perros blancos

 

 

ladridos masticando yerbas laxantes

en los descampados de la caducidad

 

 

veo los cuadernos en blanco

sin garabatos en los márgenes

 

 

sin brotes de higueras en el pico

 

 

veo los campos con una costra salitrosa

blanca / adueñándose de las tierras de labor y

 

 

de los albores de los retamales

 

 

veo suspiros entrecortados de escarabajos

peloteros / atrapados en las redes blancas

 

 

del picor de los ansiolíticos

 

 

veo pájaros blancos merodeando

los arriates inconscientes del sueño blanco


 

veo calles vaciadas de movimientos

 

 

extraño paisaje de un mundo

que vive en su interior sin vivirlo

 

 

involuntariamente forzado

por las hélices del enchiqueramiento 

 

 

se escucha el acorde de un violín

hay voces dentro del miedo

 

 

las calles se inundan de bozales

 

 

 


Eladio Orta. Los perros ladran penas. Ed. Huerga & Fierro, 2025

domingo, 20 de abril de 2025

4 poemas de LOS PERROS LADRAN PENAS de ELADIO ORTA




26

 

 

querida poesía  

mantente alerta a los desvelos

 

 

son tantas noches de sequía y

tanta metamorfosis aritmética

 

 

del velo / desparramada a conciencia

por los balcones de la irreflexión

 

 

que no me bajo del burro / primo

todo fruto tiene su tiempo de maduración y

 

 

escribir por encargo es sinónimo

de agricultura intensiva

 


el verso sale sin querer y

si queriendo sale / mala cosa es

 

 

los aplausos / primo / tapan carencias

ocultan murmullos de abejas

 

 

 

27

 

 

veo ristras de alfajores colgados

en los tendederos invisibles

de las policromías adyacentes

 

 

bailando la autoestima en los salones

competitivos de las carreras poéticas

 

 

veo ruidos de sables en los corrillos febriles

amañando versos en las cazuelas del hambre

 

 

el dolor anestésico de las intuiciones

perpetua la sangre del gallo en el plato

 

 

veo la curiosidad indemne de los perros

husmeando los hilos finos del desastre 

detrás de las cortinas de la impunidad

 

 

es tarde para reparar los desperfectos

 

 

nos hemos dejado llevar

por los encantos de la desidia

 


 

28

 

 

veo caravanas de rostros asustados

en los quicios interiores de la superstición 

 

 

veo al movimiento obrero obnubilado 

desubicado / desorientado

 

 

con la escala de valores en alto consumo y

con ausencias de escrúpulos en sus postulados

 

 

veo al movimiento obrero sacándole

las tripas a la madre naturaleza y

reutilizándolas en la elaboración

de carne mechada en los escaparates

virtuales de la indigestión 

 

 

(no te enteras / primo

ya casi no hay sindicatos obreros

ahora se llaman sindicatos de operarios)

 

 

solo veo movimientos continuos o

discontinuos en las aceras sumergidas

de la mitificación de la abundancia

 

 

cuándo los sindicatos obreros

van a reivindicar el derecho

a plantar anillos de árboles

protectores en los semáforos

del espacio interior

 

 

cuándo los partidos políticos

de las izquierdas parlamentarias

van a reivindicar en sus programas

electorales la flor de la austeridad

 


agua sin desembocadura

es agua muerta

 

 

¡ay / de las democracias levantadas

sobre la superficie de fosas

comunes sin exhumar!

 

 

 

 

 32

 

 

veo mucho turista infiltrado

en la farándula poética 

 

 

mucha metamorfosis clínica

desatada en la locura ombliguera  

 

 

veo acomodo subiendo escaleras

de prestigio en los despachos

 

 

anfibios de la ilustrada

sequedad poética

 

 

veo poses tendiendo

lazos de mediocridad

 


en los circuitos adscritos

al compadreo

 

 

veo premios fluctuando

en el fondo ácido

 

 

de esculturales

escupideras de nácar

 

 

veo competiciones virtuales

ambulantes / tomando

las aristas de mi cuarto

 

 

veo espejismos nublados

por los cambios neuróticos

de los hocicos de los perros


 

adiestrados en los pasillos caníbales

de los hospitales privatizados

por las picaduras engañifas

 

 

veo la luz ciega del sufrimiento

en los ojos acuosos del abandono

 

 

veo sequedad empotrada en el verso

ladrando temblores de estrellas

 

 

tijeras cortándole las alas

a la levadura poética libertaria

 

 


Eladio Orta. Los perros ladran penas. Ed. Huerga & Fierro, 2025