documentos de pensamiento radical

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viernes, 31 de mayo de 2024

11 CUENTOS CORTOS DE TIRSO PRISCILO VALLECILLOS


 

El reflejo

Maquinilla en mano, se acerca al espejo y, justo cuando pestañea, la imagen, su propia imagen, se gira y le da la espalda. No puede ser. Sonríe. Cierra los ojos y, efectivamente, cuando los abre, el espejo le devuelve su cogote. Se lleva las manos a la cabeza mientras retrocede sin dejar de mirarse: la figura del espejo se aleja dándole la espalda. Lo descuelga, busca algún cable o mecanismo; alguien ha podido gastarle una broma, pero no tiene amigos ni familia. Después prueba en el dormitorio y aunque lo intenta en varias ocasiones, el resultado siempre es el mismo: su propio reflejo le da la espalda. Y lo peor de todo es que no tiene a quien contárselo.


El proceso

Y justo cuando se acepta deja de ser la que era.



Jerarquías

El hombre más desdichado del mundo buscó un lugar donde disfrutar de su desdicha: se metió en un armario, de los pocos espacios de la casa que creyó desierto. Sin embargo, dentro, escondido entre la ropa, alguien se presentó como el hombre más desdichado del mundo y le pidió que saliera, inmediatamente, de su escondrijo. Y así, un poco decepcionado, pero también preso de una emoción contenida, el que se tenía por ser el hombre más desdichado del mundo abandonaba el armario, volvía a la fiesta y se servía una copa.



Salir del armario

Hay una cosa que le quiero decir a mi padre, pero no sé cómo hacerlo. Mi padre es un padre normal, de esos que gritan cuando se enfadan, roncan como osos y no se pierden ni un partido de fútbol. Llevo tiempo pidiéndole que me traiga al parque, que yo le enseño a jugar de verdad. Y, aunque está muy ocupado, poco a poco lo he conseguido; le quito el balón con facilidad; a veces, le digo que parece mariquita; entonces pega un trallazo que me empotra dentro de la portería mientras reímos. Hoy no viene. Hoy no le toca tenerme. Los lunes aprovecha para salir con Juan, su novio. No sé a qué espera para contármelo: se lo voy a tener que decir yo.



La mala droga

La vi a las diez de la noche, al final de la calle. Me paré en seco. Sentí miedo. No sé si fue por el cansancio, pero me asusté. La verdad, me da un poco de vergüenza reconocerlo, pero al principio pensé que era una zombi o algo así. Reinicié el paso, no sin cierta precaución. Se dirigía a mí balanceándose hacia los lados, como si no fuera dueña de su cuerpo. Me dio cosa cambiar de acera: agarré mi paraguas con fuerza y le hice frente; pasé a su lado controlando todos sus movimientos y de reojo pude leer lo que ponía en su placa: se llamaba Maria Luisa, y trabajaba en una conocida cadena de supermercados.



Lo sabe

¿Sabes ese tipo de cosas que sabes sin saber por qué, pero las sabes? El hombre se encoge de hombros. Pues yo lo sé: sé que tú y yo nos entenderemos. Quién sabe a dónde nos llevará esto, pero sé que eres lo que había soñado. ¿Sabes? Eso se siente; de hecho, es la primera vez que me sucede: nadie había hecho nada por mí sin pedir algo a cambio; nadie me había mostrado tanto interés… Ha sido increíble, lo de seguirme todos estos días, hasta hoy, que te has decidido a hablarme; entonces me he dado cuenta de que eres tú la persona que siempre he esperado. Jamás habría invitado a nadie a entrar a casa, así, sin conocerlo. Me lo habían dicho, me habían dicho que cuando llegara la persona adecuada me daría cuenta. Es como si pudiera quererte, no sé si me entiendes. ¿Crees que se puede querer así, de una vez, a primera vista? Pues yo te quiero y no me importaría... no sé, es como si me viera viviendo contigo, en este piso, o en el tuyo; ni quisiera sé dónde vives ni a qué te dedicas, pero me da igual; o en una casa, una casa grande, y tener niños… y perro y hacer barbacoas y una cocina abierta con una isla grande, y un baño con jacuzzi. Por cierto, si necesitas ir al baño está a la derecha, cruzas la… Lo sé, lo sé: sé dónde está el baño.



Pescar es de hombres

Don Antonio deja la cesta sobre la hierba. Me muestra la trucha. Mírala, está bien cebada, tócala. Yo doy un paso atrás. ¿Pero adónde vas, marica? Mira cómo respira, se hincha y se deshincha. Pongo mi mano encima y la retiro. ¡Que no muerde! La trucha tiene la boca babosa. Cógela. Miro alrededor. ¡Que la cojas, hombre! De nuevo pongo la mano encima para abarcarla, pero no me llega. Siento un espasmo, como si se quisiera libertar. Me aparto de nuevo y don Antonio me agarra del brazo. A ver, tú eres un hombre, ¿no?, ¿o quieres que te llamen mariquita?, cógela bien, así. La trucha tiene dentro un corazón como el mío: parece que se le va a salir. Me tiemblan las piernas, siento un ligero mareo, pero los dedos de don Antonio, que estrangulan mi brazo, impiden que caiga. Y como empiezo a llorar cambia de tono. A ver, tontín, que no pasa nada. ¿Te ha comido la trucha?, ¿a que no? Tienes que hacerte un hombre o ¿quieres ser toda la vida un mariquita? Don Antonio me pide que deje de llorar mientras se sienta entre dos cultivos de maizales. Para que se me pase el mareo me aconseja que apoye la cabeza sobre el faldón de su pierna. Sujeta mi frente con su mano. ¿Sigues mareado? Niego con la cabeza. Así me gusta, como los hombres. Me coge un brazo y me lo lleva hacia la trucha. Cógela, no tengas miedo. Sonríe, ya no parece enfadado. Acaricia mi pelo, me atrae hacia él. Toma, cómete la trucha. Y la mete en mi boca.



El coche de papá

La niña entorna los ojos, parece concentrada. Mamá, esa nube tiene forma de vaca; y esa, de tractor. Sí es verdad, ponte el cinturón, Marta, que nos vamos. Y ahí hay unos pies, mami… Los pies no los veo. Sí, ahí, mami. ¿Dónde, cariño? En el cristal, mamá, son unos pies: mira, esa mancha del cristal parece un pie. ¡Qué va a ser un pie!, será la marca de un pájaro... Pues lo parece, mami, y a tu lado hay otro pie. La mujer detiene el coche en seco. La niña estira sus piernas abiertas sobre el salpicadero y señala cada una de las huellas en el cristal. La madre alarga el brazos y las borra con una toallita húmeda. Luego comienza a llorar. ¿Qué pasa, mamá? Pasa que se acabó el juego.  

 


Uno más en la familia

Cómete el helado Susana y te llevo a casa. Me llamo Marta. El hombre sonríe y se apresura a pagar a la dependienta. La niña da un enorme mordisco al helado y se forman unos labios de crema sobre sus diminutos labios. Luego pregunta: Tito, y tú... ¿cómo te llamas?



Amor del bueno

Sucede justo en ese momento: el joven aparece tras la puerta y sonríe. Ella se aparta y señala un aparador. El joven deja su mochila con cuidado de no tirar un retrato de hace veinte o treinta años, y un billete de diez euros que asoma por debajo. Luego le acaricia la mejilla, la abraza y besa mientras se deja arrastrar hasta el dormitorio. No hay espacio ni tiempo: solo dos cuerpos que en cuestión de minutos descansan tirados en la cuneta del deseo. Él juega con su móvil, ella lo observa fijamente. Después, se despiden con un largo y tierno beso bajo la puerta. ¿De verdad que te he gustado?, pregunta la señora. Claro, contesta él mientras señala con la cabeza el billete del aparador. Para que veas, lo vi al entrar y ni te lo he robado.



El trompetista

Sopla, pero no suena. Sonríe. Lo vuelve a intentar: se inflan sus mofletes enrojecidos, pero el aire se le escapa por los lados. Y vuelve a reír, y a intentarlo otra vez. Y como no sale el sonido que espera, improvisa con su propia voz una marcha de semana santa. El policía decide inmovilizar su coche.

 

 

Tirso Priscilo Vallecillos. Área metropolitana. Ed. Baile del sol. 2024

jueves, 30 de mayo de 2024

2 poemas de AUSENCIAS de KAMELIA PANOYÓTOVA





 ///

Acepto la derrota –

dejo la puerta entreabierta,

por su rendija se cuela

el monstruo.

Oculto en el armario del pasado,

en verano muda el pelo por mi habitación,

marañas me ahogan en sueños.

Me llevó mucho comprender:

es que no había

a quién amar.


///

 

Entre monstruos

seguir siendo humano:

esa es la victoria




De “Ausencias” (La Tortuga Búlgara, 2024)

Traducción del búlgaro de Marco Vidal González


Kamelia Panayótova (1999) es autora de la novela Anne (2023) y del poemario Chovekut, koito si trugva

(2021). Su poesía forma parte de la antología búlgara Poesía contra la guerra. Ha sido laureada en

diferentes concursos y reconocimientos literarios de Bulgaria, en concursos de literatura infantil así como

por sus traducciones del inglés. Sus textos han sido publicados en medios digitales y en papel en ediciones

de Bulgaria, México y España.

miércoles, 29 de mayo de 2024

4 poemas de EN EL FILO DE LA AGUJA de RUZHA VÉLCHEVA


 


EN EL FILO DE LA AGUJA


12 horas al día

7 días a la semana

365 días al año

los delicados dedos de las mujeres

siguen la danza

de las agujas


El aire del taller pesa

por el traqueteo

de las cientos

de máquinas de coser.


Los ojos lagrimean de fijar tanto la mirada

los dedos entumecidos

los dolores de cadera

poco a poco van deteriorando sus cuerpos


Vestidos bonitos

vestidos caros

vestidos de ensueño

nacen

del dolor

para ir a parar

a otras muchachas que

12 horas al día

7 días a la semana

365 días al año

viven sin dolores

viven sin el miedo

de no poder pagar sus facturas


Dos mundos totalmente distintos

que solamente coinciden


en el filo

de la aguja




RÉQUIEM POR UN PAJARITO


Hoy un carbonero murió a mis pies.

Exánime.

Cayó como si fuera una lágrima del cielo del verano.

Sin heridas por su cuerpecito.

Muerto en un vuelo.

Se ha detenido su corazón,

por un instante,

de un dolor insoportable

o de una belleza insoportable.


Así también perecen los poetas...


Acaricié el frágil y ya muerto pajarito.

Y un buen rato estuve mirando

a través de mis lágrimas

cómo Dios

lo elevó a su altar...




LA LIBERTAD...


El esclavo lucha por la libertad, el hombre libre

¡por la perfección!, Yane Sandanski


Si tienes una camisa

y la regalas a aquel

que más que tú

la necesita:

entonces tú eres libre


Si amas a alguien

tan fuerte e intensamente

y a pesar del dolor eres capaz

de dejarle ser feliz

con otra persona:

entonces tú eres libre


Si tu país,

hundido en intrigas mentiras

y sin salida alguna,

necesita tu vida

para tomar aire

para rebelarse

y tú la pones

sobre su altar

sin miedo:

entonces tú eres libre


Y perfecto




A UN LADO DE LA CARRETERA


La niebla azulada de la primavera

envuelve con ternura

el frágil cuerpecito

de una mujer, que es niña todavía,

clavada como una colorida aguja,

aquí

a un lado

de la espléndida carretera

Colegio alguno no conoce

no sabe leer

pero es aquí donde aprendió a contar

a un lado


de la espléndida carretera

El primer camionero – desayuno calentito

para sus siete hermanos

El segundo camionero – y el almuerzo más rico estará

El tercer camionero – medicinas para los niños

Así es cómo cuenta

la mujer, que es niña todavía,

aquí,

a un lado

de la espléndida carretera

La niebla

en vano

intenta borrar

de su morenita cara de niña

las manos brutales

los ávaros ojos

las sucias palabras

que pegados se quedan

después de la afluencia

de camioneros

venidos desde la Anatolia

Llora la niebla y sus lágrimas

de dolor

se iluminan

como perlas

por el morenito rostro

de la mujer, que es niña todavía,

aquí

a un lado

de la espléndida carretera


De “En el filo de la aguja” (La Tortuga Búlgara, 2021)


Ruzha Vélcheva (Pavlikeni-Bulgaria, 1946) es poeta. Desde 1956 reside en Veliko Tarnovo. Se

desempeña como ingeniera. Fue galardonada en el XVI concurso nacional organizado por el centro

cultural Nikola Vaptsarov de Sofía por su poema «En el filo de la aguja». Ha publicado, desde el

año 2000, varios libros entre los que se encuentra una edición en búlgaro y español titulado El vuelo

del cóndor.


Traducción del búlgaro de Marco Vidal González

puede adquirir este libro en: https://latortugabulgara.com/libreria/


martes, 28 de mayo de 2024

NO HAY PEOR DEPREDADOR QUE EL HOMBRE




El horror se multiplica

cuando los civiles israelíes

destrozan alimentos y tiran el agua

destinada al pueblo de Gaza.

Aunque las bombas sigan

descuartizando cuerpos,

aunque los cadáveres de niñas y niños

se cuenten por miles,

verlos morir de hambre les regocija.

No hay mayor crueldad en el mundo.

Hasta en Auschwitz, sus abuelos

tuvieron un mendrugo de pan.


¿Por qué le llaman guerra?

no es un cuerpo a cuerpo,

no es un tanque a tanque.


Los colonos quieren volver

a la tierra que robaron,

a plantar sus tomates y patatas.

Son caníbales.

Sólo las flores encubrirán la barbarie.


Mis lágrimas se secan al ver las noticias.

Tres mil éxodos en setenta y seis años.

Mil éxodos repetidos en sólo siete meses,

de Norte a sur,

de sur a oeste,

de giro a giro,

heridos, con brazos y piernas amputadas,

con la esperanza rota y la vida deshecha.


Marionetas movidas por los hilos del terror.

Sólo queda morir.

Cuando la playa sea una morgue

¿cómo se justificará Israel ante su Dios?



Montse Grao. Inédito

lunes, 27 de mayo de 2024

6 poemas de MUROS de JOSÉ MARÍA GARCÍA LINARES


 

 

LA LISTA DE SCHINDLER


No hay exterminador visible,

ni una guerra mundial.

Tampoco fusilamientos,

ni brazos en alza.

Es el hambre la que mata

en este campo de concentración africano

en donde somos libres de vagar

hasta caer en el olvido,

secos como la molestia moribunda.

Sólo las mafias ofrecen

una salida al mar,

trenes mojados

por el llanto de la historia.




SALVEMOS EL PLANETA


Todos quieren salvar el planeta,

desde América a Japón.

Salvemos a los osos y pingüinos

del deshielo de los casquetes,

a las ballenas de sus cazadores,

a las anchoas de las pescaderías.

Protejamos a los linces,

a los koalas, a las águilas.

Habilitemos parques naturales

de especies protegidas,

mientras descubrimos los secretos

para poder fotocopiarlos

en los laboratorios.

Reduzcamos las emisiones

de toxinas a la atmósfera,

los vertidos a los ríos,

los plásticos a los mares.

El planeta Tierra está enfermo,

no llueve y cuando truena

se inundan las ciudades de los ricos…

En un poblado de Etiopía,

una niña carga una cubeta

de agua en la cabeza.


Sabe del deshielo de la razón humana,

del calentamiento de la injusticia

y de las emisiones de olvido

de los hombres blancos.




FRONTERA DE MELILLA


El espanto del alambre

es no ocultar lo que prohíbe.




LA SED


Ver amanecer

desde el otro lado

del espejo.

Es demasiado el frío de la historia.

Son tantas las luciérnagas fundidas,

la paja en la boca,

el tiempo en las heridas.

Ya no sé dónde agacharme,

qué arroyos inventar

para saciar los vientos

que golpean las espinas de mi espalda.

Si hubiese un lago,

si existiera un mañana verdadero

y pudiera mojar mi lengua gris

en su memoria quieta.


Estás cansada,

a punto de caer,

y no hay manos

que puedan sostener

tu cuerpo sepia,

descolorido por la pena

de saberte sola y olvidada.


No llores.

Sigamos caminando

aquí, parados,

crucemos con los ojos los alambres.

Algún día beberemos esa vida

de luces jugosas,

de edificios hermosos,

de sábanas aireadas y niños fuertes.

No llores más, amor,

no dejes escapar más lágrimas,

que es tanta la sed

y tan poca el agua que nos queda.




DESHIELO


Los polos se derriten.

Los ríos se secan.

Las flores crecen en invierno.

Las lluvias arrasan los poblados

cuando llueve,

y cuando no,

los árboles se vuelven de cartón

y el suelo se cuartea de polvo y de miseria.

En pocos años los mares

habrán devorado las orillas.

¿Y los niños?

¿Dónde crecerán nuestros hijos?

¿Cómo?


Amarse, tal vez, ya no sea responsable.




LA ÚLTIMA CANCIÓN


Siempre supimos esperar

la última canción de los veranos,

aquellas en las que la madrugada

paseaba con rebeca por el tiempo

y el mar iba apagando sus fervores

en la calma azul de los septiembres.

La luz se tuesta y oscurece

cualquier rincón de la mirada,

y año tras año, frente a frente,

las manos se entrelazan al otoño

y las músicas se pierden

en el vacío de los apartamentos,

en las terrazas lloradas por la ausencia

y el temporal de la felicidad herida.

Volverán, dices, los días

sin horas a la orilla de la cama,

pero las golondrinas serán otras,

igual que agosto en tu semblante,

cuando traiga tus besos

y escape con tus besos

para siempre,

o las olas rotas de mis dedos

en tu pecho ignoto y familiar,


conocido y olvidado

para siempre.

Perderemos la inocencia,

la edad recuperada,

la tersa piel de la quietud

y el viento de poniente.


Es la última canción,

el último paseo,

la última caricia del verano.


Siempre supimos esperar.


Aprenderemos.



José María García Linares. Muros. Editorial: Ciudad Autónoma de Melilla. Consejería de Cultura. 2024

domingo, 26 de mayo de 2024

2 poemas de ANTONIO SANTOS BARRANCA




España, comisiones, ¡fuera el SEU!,

Europa, sindicatos, democracia,

el Convenio con la Santa Sede

agarrota el eje de las ruedas.


Un policía por cada ciudadano

contando porteros, serenos, 

taxistas, bebedores de barra

y elegidos del sindicato vertical.


Parlem catalàn, pintó uno

con brocha, en la pared. 

Parlem valencià, tachó

otro, sediento de otra sed. 


En otras partes se hablaba

en español de Madre Patria,

que castellano un andaluz

no hablaba, ¡te quié i ya!


¡Dictadura no! ¡Viva la República!

señalaron los dos en lo encalado.

Lucha por la democracia,

habían escrito en la noche.


El día que se agotó el champán

en toda España,

no hubo clases y ardieron 

los televisores y las radios.


Unos crecieron, otros no.

Algunos se casaron 

y tuvieron hijos,

otros recibieron su ansiado pasaporte.


Para qué, ya era mejor quedarse

y esperar si el vaquero 

sí besaba a la dama

pasando la mano bajo su camisa.


Los encaladores de muros

ya no tenían trabajo,

los libros de Brecht dejaron de venderse,

lo del huevo de la serpiente se olvidó. 


El 600 se dejó de vender

y la gente cambió vino Don Simón

por la cerveza sin corbata, 

y bastaba casarse por la firma.


Se ve que no llovió o que llovió 

demasiado, no se sabe,

pero algún veneno guisaron las perolas

y se idiotizó mundo y mitad.


Ocurrieron cien y una tormentas,

un Presidente dialogaba por plasma,

el paso adelante tuvo zancadillas,

surgió un agusanamiento.


España Una, volvió como con eco,

resonaron los pasos de herradura, 

las mil y una Vírgenes llegaron a dos mil,

el Imperio corrupto renació en la nostalgia.


Los viejos luchadores reabrieron los baúles

donde guardaban sus libros con polillas

de un tiempo ya olvidado como el huevo fecundo,

en la España que no muere y maravilla.




***




Lo crucificaron,

espantosamente sufrió,

se desangró,

se asfixió

y murió

en una colina hedionda

de tierra negra de sangre ya podrida.

Se lo llevaron a enterrar

en un agujero mágico,

abierto a la Eternidad.

Fue hombre e hijo,

después fue Dios

y el misterio más extraño

de la Historia

y el Dios más duradero.

Sólo eso.

Nada ha hecho,

nadie le ruega, 

nadie le pide,

a nadie consuela.

¿Quién pide a Jesús calma en el dolor inaguantable

o piedad por el hijo que no vuelve?

Los hacedores de milagros son otros, y legión,

santos especialistas en toda curación,

para un desvío en la bomba o para una parálisis,

para pedir concordia o ser sanados,

vírgenes milagrosas hay en cada rincón.

Jesús sólo quedó como el crucificado.




Antonio Santos Barranca

sábado, 25 de mayo de 2024

7 poemas de LABERINTO DE SO (M) BRAS de SANTIAGO AGUADED LANDERO

 


FRIDA KAHLO - SARI

 

Para Frida, el amarillo significa locura, enfermedad,

miedo, parte del sol y alegría.

 

 

LA MÁSCARA ardiente de mis manos

es autónoma de mi mente. Manos ajenas.

¿Me redimirá el cuerpo dividido? ¿Es la imagen tan necesaria como la palabra? En la noche se oye fundición de metales. Claudia escribe fábulas de hormigas imaginarias, la araña de la intención asoma en las manos, la lombriz se oculta en el erial que tengo por dominio. Hay un polvo de avispas que impregna el insomnio, sus aguijones en la epidermis de la piel, mas, no se rompe el yugo de la luz. De las apófisis de mis vértebras cuelgan mis vestidos y mis vestigios. ¡No sorprenden los gemidos del hambre, la sed del deseo de Diego! Un animal de luz abre las sombras y Egon Schiele nos llena la boca de pintura amarilla.

 

 


 

LETZTENGESANG DES TODES[1]

 

 

 

LA IRA de tu piel es también la ira de la luz (polarizada).

Si hubiera justicia sólo debería conservarse (o consumirse) en SAL quien nunca reemplaza una Ausencia por otra. Debería ser castigo reservado a los vivos, sin embargo, yo conservaré todo aquello que te recuerde en cajas de lenocinio y en el laberinto del luto se oirá tu Voz contra la verdad (pintada o escrita) del hermano. ¿A dónde irá tu Voz maravillosa ahora que tu boca ya no habla? ¿Irá a la piedra de mi epitafio o al laberinto de mis libros? ¿Habrá algún ángel oscuro escondido en el no tiempo de tu mirar indecible? No. La muerte es sólo una vieja música tocada por el insensible/invisible Anciano de los días. La música es su propio lenguaje.

Si justicia hubiera no existirían horizontes amarillos ni pájaros negros. Habría sólo voces de espliego y amores entre la cuna y el féretro. Habría la Voz de quien no separa la muerte de la vida, la Voz de sexo que se muerde cual manzana. ¡Ay amor, te vas y me dejas –solo y callado– en la ira de la luz!

 



FLOR MÁJICA[2] DE MOGUER

 

A María Raposo

 

¿QUIÉN tiene una certeza? -preguntaste.

Al menos una: como dijo el poeta sólo mirar/morir es ciencia; y mirarte es desearte y morirte es comer uvas de raposa en el tálamo del olvido. Todo lo demás es confuso (menos tu vientre), como el polen de la peonías esparcido al viento. Confuso el color de tu pelo irisado por la luz de Moguer, sin tiempo dentro. Confuso el placer audaz, distrito del volcán de mi verbo. Ensayo se hizo todo, hasta que la tibia noche de estío rompió el espejo azul de tus dos luceros. Dudo del fuego concentrado que me ofreciste en la umbría de una ilusión, como si perdiésemos la única oportunidad de cometer el crimen de incendiar el mundo. Sólo sé de ti que eres tout feu(mme) tout flamme y todas las palabras que se dedican a una diosa deben elevarse hacia el cielo como colibríes fuera del alcance de tarántulas terrenales.

 

 


 

NANA PARA UNA SO(M)BRA

 

 


¿CÓMO SE ACUNA una sombra, Circe:

                                                     con el Carmen de las sobras o con una nana para dormir el hambre?

Dime si allá en el reino de los sueños, hay algún ángel (o demonio) que tenga la Voz dulce del pan con el que se alimenta el espíritu. Dime, Carmen-Penélope ¿esperarás en mi recuerdo hasta que el ángel de la Última hora venga a visitarme con tu máscara de ojos negros?

 

 


 

 

LABERINTO DE SOMBRAS (II)

 

 

 

 

 

ENTRE MÍ y mis pasos hay un intervalo

como el espacio vacío de las letras.

Camino un camino de palabras: si miro hacia dentro o hacia una mujer morena yacente, veo termitas, tal reguero de fuego, que devoran el libro de la vida.

Las termitas son el tiempo: la medida del mundo. Ellas saben que el laberinto de luz y sombras (no) tiene límites. Saben que este laberinto conduce al Olvido

 

 


 



DIALOG ZWISCHEN DER TOD UND DAS MÄDCHEN (EGON SCHIELE-1915)

 

Y tu boca se entregó a la muerte

en el secreto cierto de una sombra.

 

SI ME ABRAZO a ti, espero una vieja nana/nada

como canción de acunar niños antes de dormir.

 

La muerte responde: Si te demoras en este umbral incierto, comprenderé, que antes de cruzar esta puerta, quieras hablar. Mas qué dirías a esta vieja sombra errante. ¿me ofrecerías un ramo de añoranzas? ¿Dónde habitará mi propia sombra cuando no seas mas que el recuerdo falso de una Voz inaudita?

Ella se calla; adivina que la muerte también muere con ella, porque el amor (o el óbito) se mide por el diamétro infinito de un cuadro de Egon. Concibe las infinitas variedades de la muerte como una sola, como el escenario silencioso de su piel. Y con un leve gesto envolvente, abraza la gran insolvencia de la vida.

 

 


 

DERNIER BAISER[3]

 

Le silence gémit sur une blessure.



ANOCHECE otra luz y la noche

                                             se presta a cambiar de dioses.

Entre dos cielos te rozaría, Anelhore, como ave de estrellas constelada. ¿Hay poesía en la Ausencia o Ausencia de poesía en esta Sombra que no se resigna a lo oscuro?  Jamás mis labios rompan tus labios ni la Palabra enredada en el mundo. El último beso siempre es luz y herida. Des blessures pareilles au silence du sel.

 

Une autre lumière tombe et la nuit

                                              se prête à échanger de dieux.

Entre deux ciels, je t'embrasserais, Anelhore, comme un oiseau d'étoiles constellées. Y a-t-il de la poésie dans l'Absence ou l'Absence de poésie dans cette Ombre qui ne se résigne pas à cette noirceur ? Jamais mes lèvres ne brisent les tiennes ni la Parole empêtrée dans le monde. Le dernier baiser est toujours clarté et blessure. Heridas semejantes al silencio de la sal.



[1]  inspirado en la Muchacha Muerta de Egon Schiele, 1910.

 

[2] Se sigue la ortografía de Juan Ramón Jiménez.

 

[3] Poemas inspirado en una imagen que puede verse aquí: https://www.flickr.com/photos/129619068@N02/52442670939/in/dateposted/



Santiago Aguaded Landero.  Laberinto de so (m) bras. ACSAL, 2024