No se esconde la ciudad, somos nosotros
quienes se ocultan cada noche en las afueras,
somos nosotros los que huimos de la luz
cuando la luz se empeña en registrarnos.
Y habrá un día, por mucho que nos pese,
que durmamos en camas separadas.
Va siendo hora, digo yo,
de dejar de andarse por las ramas,
de usar seudónimos para ocultarse.
Todos saben que son fingidos
los encuentros que fingimos fortuitos…
y cuando llegue el momento de volver a casa,
no habrá casa a la que volver.
Cómo hemos llegado a esto.
A veces pienso que fue real tu gesto,
que sí disparaste aquella bala:
de tus brazos extendidos hacia delante,
de tus dedos índices que me apuntaban,
debió salir sin duda aquel disparo.
Mañana fingiremos otra vez el mismo juego,
el típico lenguaje de las miradas,
algún gesto infantil de despedida.
Este descaro con que se acercan
nuestras bocas al besarnos las mejillas
va a terminar pasándonos factura.
Víctor Martín Iglesias. Cómo hemos llegado a esto. Ediciones Liliputienses. Cáceres, 2014
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