documentos de pensamiento radical

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jueves, 27 de marzo de 2014

ESTA MAÑANA TENGO QUE IR A LA TINTORERÍA





Esta mañana tengo que ir a la tintorería.

Significa que termina un periodo de desprendimiento

y comienza uno de reclusión.

Salgo con mi abrigo negro de invierno colgado en una

percha.

Es un momento agradable para caminar y observar

la simpleza suburbana.

Las hojas secas se amontonan en los parabrisas

como legajos de un largo plazo sin logros.

Los porteros salen a lavar sus tramos de acera

con una perspectiva subordinada a un sentimiento:

el agua llenando los intersticios del adoquinado.

Las palomas vuelan entre el cable del teléfono

y el balcón de la anciana que las alimenta.

¿Por qué la precariedad cotidiana insiste

en practicar sus transfusiones de autoestima?

¿Cómo es que sobrevivimos a tantas imprecisiones?

En la lavandería-tintorería un adolescente coreano dobla

ropa

y corre de una lavadora a otra para girar perillas

de centrifugado, enjuague y secado.

Pone mi saco en un perchero y me entrega una boleta

donde seguro, más tarde, anotaré

un número de teléfono, una dirección

y las instrucciones para llegar a un desengaño.

El olor a detergente, ¿está fuera o dentro del pensamiento

del hombre que en la casa contigua poda un arbusto?

Levanto algunas ramas que ha tirado a la acera

para ponerlas luego en la botella de vino que bebí anoche

y así aprovechar el perímetro de luz difuminada

por la cortina amarilla de la cocina.

Preparo té negro con limón y me acomodo en una silla

renca.

El pensamiento es la planicie sobre la que libran una

batalla

el deseo de transición frente al deseo de lo inalterable.


Jeymer Gamboa. Nuestra película de las vacaciones. Ediciones Liliputienses. Cáceres, 2014

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