ficciones
compartidas
La formulación de Yuval Noah
Harari sobre la “diferencia específica” de Homo
sapiens es interesante: se refiere a nuestra capacidad de crear ficciones compartidas. Ficciones que luego
constituyen realidades sociales tan firmes y pétreas como montañas de basalto:
basta pensar en asuntos como el mito del Progreso, en la base de nuestra actual
tecnolatría… Imaginarios sociales, marcos cognitivos, ideologías,
cosmovisiones, paradigmas culturales: esas ficciones compartidas que determinan
lo que existe o no, lo que se percibe o no, lo que puede pensarse o no —lo que
puede hacerse para transformar nuestras realidades o no.
Lo podríamos decir con versos de Robinso
Jorge Riechmann. Informe a la Subcomisión de Cuaternario. Árdora Ed. 2021
n Jeffers: “Las hormigas, o las sabias abejas, o una
manada de lobos/ cooperan por instinto, pero el hombre necesita mentiras;/ el
hombre —con su admirada más compleja mente—/ necesita mentiras para mantener
unido ese cuerpo que forman muchas gentes,/ pacificar el Estado y conservar el
poder.”[i]
Fue “la
aparición de la ficción” el secreto que permitió a nuestra especie sistemas de
coordinación y dominación que, a la postre, llevaron a fundar incluso imperios
que gobernaban a cientos de millones de individuos.[ii] Es la imaginación la que
nos permite participar de mitos e ideas comunes —hasta forjar enteros mundos
imaginarios que son para nosotros más reales que la realidad— y con ello
facilitan la cooperación exitosa. “Cotillear [que es otra facultad humana clave] te permite crear sociedades
de 150 ó 200 individuos. Para crear grandes redes de cooperación política, la
clave es la imaginación, la capacidad para crear y difundir ficciones.
Realidades que existen porque nosotros nos las inventamos. El poder se basa en
la ficción: la religión, evidentemente, pero también la economía y la política.
La nación es una ficción. El dinero también. Pero sirve para que personas que
no se conocen colaboren, porque ambas creen en una misma historia. Dos
chimpancés que no se conocen no sabrán intercambiar un plátano y un coco.
Nosotros sí sabemos cambiar un trozo de papel en el que ambos creemos por una
botella de agua.”[iii]
Edgar Morin
cita a Michel Le Bris (en Kong,
novela de 2017): “Habitamos nuestros sueños y ellos, correspondiendo, nos hacen
habitar el mundo”. Soñar es hermoso e imprescindible, pero ¡no podemos vivir
como sonámbulos! Tomar cierta distancia crítica para llegar a asomar la nariz
fuera de nuestros mundos construidos socialmente es cualquier cosa menos fácil…
El coraje ético y la investigación científica lo posibilitan, pero no
garantizan nada.
gente
buena que hace cosas malas
El físico Steven Weinberg escribe:
“Con o sin religión siempre habrá gente buena haciendo cosas buenas y gente
mala haciendo cosas malas, pero para que gente buena haga cosas malas hace
falta la religión”.[i]
Correcto, siempre que entendamos “religión” en un sentido antropológico amplio:
cierto nexo de creencias que reclama para sí un fundamento absoluto. En ese
sentido, el cientificismo y la tecnolatría se convierten también en religiones.[ii] Y permiten, entonces, que
la gente buena haga cosas malas…
[i] Lo cita Jorge
Wagensberg en “La religión en aforismos”, Babelia,
20 de enero de 2018; https://elpais.com/cultura/2018/01/16/babelia/1516120429_541868.html
[ii] Ya escribía Aldous
Huxley en 1943: “La idolatría tecnológica es la religión cuyas doctrinas se
promulgan implícita o explícitamente en las páginas publicitarias de diarios y
revistas, la fuente de la que millones de hombres, mujeres y niños de los países
capitalistas extraen su filosofía de la vida” (en su ensayo “Idolatría”,
recogido en Huxley y Dios -ed. de Jacqueline Hazard Bridgeman-, Thassalia, 1995).
[i] Versos del poema FAITH;
traducción mía (J.R.).
[ii] Es una de las tesis que defiende Harari en su libro De animales a dioses, Debate,
Barcelona 2014.
[iii] Yuval Noah Harari, “Estamos a punto de convertirnos en dioses”, entrevista –a cargo de Ernest Alós-- en El Periódico, 22 de septiembre de 2014. En esta entrevista, el historiador israelí apunta después que “la única realidad es el sufrimiento. Y su reverso, la felicidad. Muchas veces estas ficciones esconden la realidad del sufrimiento ante nuestros ojos. Eso es moralmente peligroso. Cuando una nación se embarca en una guerra, la nación es una ficción pero el sufrimiento es real y no lo tenemos que olvidar. El sufrimiento de humanos y otros animales sí es real. Ante esa realidad tenemos un compromiso ético.”
Jorge Riechmann. Informe a la Subcomisión de Cuaternario. Árdora Ed. 2021
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