En los cumpleaños no encendemos velas
para no delatar nuestra posición,
no cantamos cumpleaños feliz
porque podrían oírnos desde sus satélites
y sus drones asesinos.
No cantamos, no soplamos velas,
no tenemos tarta, faltan
casi todos los familiares y amigos
a la ceremonia.
El regalo de cumpleaños es seguir vivos
entre tantos cuerpos enterrados.
Morimos para que el Banco Santander reparta beneficios,
morimos para que Netanyahu
pueda cumplir su sueño de otro Reich de los mil años,
morimos para mantener los puestos de trabajo en Indra,
en Airbus, en Alpha Unmanned Systems
y en Pal Tecnos.
Morimos para que te sientas afortunado
de no haber nacido aquí,
te parezca justo tu salario, esta cerveza bien fría,
esa pulsera de España y la Guardia Civil,
ese estadio donde cantar tus colores.
Morimos para que tú puedas vivir,
no tienes que preocuparte por nosotros,
busca el mando de la tele
y pon un poco más fuerte el aire acondicionado,
en las noticias se congratulan de un nuevo récord de temperaturas en junio,
cuatro mil vuelos a las islas canarias solo este fin de semana,
máximos históricos en alquileres de temporada,
cien millones de turistas que salvarán el PIB,
lo mismo dicen algo de Palestina,
pero puedes estar tranquilo,
fingiremos, para ti,
que celebramos mi cumpleaños.
Antonio Orihuela





