Te amo y te familio, hierro mío,
Porque duro es tu pecho, como de hombre.
Te llaman hierro, pero no es tu nombre,
Sino pueblo, mejor, pueblo con brío.
A golpes te retuerce el cortafrío,
Te devora el martillo, y no es su nombre,
Sino verdugo que devora a un hombre
Que tiene el corazón dulce y bravío.
Ya no te llamo hierro: sólo pena,
Sólo pueblo reseco y destripado,
Chatarra que soporta orín de perro.
Hombre que sufre al cuello una cadena.
Pueblo que escupe chispas, machacado,
Dulcísimo y metal, carne de hierro.
Luis Álvarez Lencero
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