La conversación de la enigmática poeta
dejó de piedra a Eladio Orta, pero sonrió gustosamente por dentro. Casualmente,
estaba en medio de las dos poetas, en el hilo que las unía o separaba, mezcla
de leche en paquete y café rancio de orden monástica. Había bajado temprano a
desayunar y a esas horas los poetas duermen la resaca de las ferocidades
nocturnas.
—¿A quién te has follado,
guapa, para que tus poemas se hayan colado en antología tan prestigiosa?, le
dijo la enigmática poeta a la ferocidad trabajada en clases particulares y
talleres poéticos.
Lo dijo sin miramientos,
mirándola a la cara con su sonrisa casi angelical. Eladio Orta se sintió un
intruso colado de rondón entre las llamas del fuego cruzado. Lo dijo sin
miramientos, como golondrina que se posa en la cuerda del tendedero del patio a
oler el perfume de las bragas desinfectadas con agua caliente. La poeta aludida
cruzó el río Tormes en el vientre de una sonrisa sarcástica. El intruso se
sintió tentado a largarse. Estuvo a punto de preguntarles sí preferían estar
solas, pero calló. Tampoco le iban a hacer mucho caso, andaban enfrascadas en el
lodo doliente de las cañerías poéticas.
— El amante de la editora es
mi marido. Conque viajo en segunda clase.
— Pero con billete de
primera, guapetona, le contestó la dulce poeta.
Fuerte empezaba el nuevo
día. Los caminos de la poesía son inescrutables... Aunque algunos sugieran
quedarse extasiados con el ir y venir del vuelo parsimonioso de los pedales de
las bicicletas. Pero, para llegar a husmear el pedaleo de las bicicletas, antes
hay que tomarse un potente candiel, por la mañana. También hay quienes tragan
tripis a mogollón, pero eso no significa que vayan a llegar antes al
desconsuelo. Acelerar la poesía no es recomendable, los versos acelerados
pierden la esencia de la contemplación y ganan el estrés desangelado de las
prisas capitalistas. Mala cosa la
Eladio Orta. Los poetas cuando se emborrachan parecen una familia. Ed. Baile del Sol, 2021
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