documentos de pensamiento radical

documentos de pensamiento radical

sábado, 17 de julio de 2021

EL SAPAPONDIO DE ÁVILA



 

     Hay naufragios en los que ejercitas el deporte de la natación y hay otros naufragios en los que necesitas una infusión de salvavidas para alcanzar la cama. Eladio Orta sube al hostal Alonso Niño sin pasarse por el Café Central. Gregorio, el dueño y responsable del hostal, le espeta con guasa, ¡Qué tempranito te vas a la cama! Eladio Orta le responde con sorna, Los contornos de la poesía cansan mucho. En la habitación, Amín Gaver duerme la resaca depresiva del día anterior. Pero antes de dormirse ha estado escribiendo. Son apuntes sueltos, notas en los bordes de servilletas que quizás, otro día más despejado, lo lleven a la realización de un poema. ¿Qué puta obsesión psiquiátrica empuja a los poetas a dejarse la piel por salir en un libro?, escribe Amín Gaver dejando las puertas abiertas a posibles respuestas. Los poetas siempre hurgando en las heridas, precipitándose en el reconocimiento de su obra, durmiendo con pesadillas de antologías que los han dejado tocados por haber sido excluidos de ellas. Siempre creyéndose dioses minoritarios de este mundo. A Eladio Orta lo incluyeron en Feroces por dos motivos accidentales, diría Amín Gaver. El  primero, por guardar las distancias con la antóloga. El segundo, por las cercanías poéticas con Jorge Riechmann. A Isla Correyero, una de las varias fotografías poéticas que en aquella época le fascinaba era la de Jorge Riechmann a un lado, Eladio Orta a otro y ella en medio. En Feroces hubo dos exclusiones de última hora que trajeron cola, una fue la de Luis Felipe Comendador y de la otra ya hablaremos más adelante. Los dos excluidos pasaron todos los controles pertinentes, pero al final tuvieron que apearse de la antología. El Encuentro de Reconocimiento de los Feroces en Ávila fue antológico. La tarde empezó calentita, en  contraste con el frío seco que recorría las calles adyacentes al monasterio. El otro excluido, para más seña Uberto Stabile, uno de los impulsores más reconocidos de la poesía no oficialista en la península, llegó más cargadito de la cuenta al reconocimiento y los choques frontales con la antóloga fueron de tablón de anuncio. La antóloga, en sus inicios, había optado por una vía de acercamiento asambleario con los poetos-poetas. Ahora recibía sugerencias editoriales que le aconsejaban la inclusión de varios poetas de su cuerda en lista, desvirtuando la idea de antología poética de una parte de los asistentes. A Uberto Stabile el güisqui le había empezado a fermentar rabiosamente en las tripas y a Antonio Orihuela, que aún no era el Otro poeta de Moguer, ídem de ídem. Y para más inri, las voces ocultas cuchicheaban que el poeta expresidiario asturiano David González podía ser excluido de la antología por motivos volátiles. Era tal el gallinero poético en el que se había envuelto la lectura de reconocimiento que Eladio Orta tuvo que sacar a relucir sus dotes de moderador para encarrilar la ferocidad ambiental. Amín Gaver diría, Lo admito, lo admito, Eladio Orta tiene olfato de escarabajo pelotero, siempre optó por guardar las distancias poéticas con la antóloga. Isabel Pérez Montalbán, poeta feroz aparentemente dulce, juega a las dudas en la noria de las preguntas y, por casualidades de la vida, cuando leía tímidamente sus poemas, a Isla Correyero le dio el Sapapondio de Ávila. A la poeta cordobesamalagueña le rodaron lagrimones como versos desvergonzados por las rosadas mejillas. Ella pensó que la lectura de sus poemas era la causa del  sapapondio. Y ahí volvió a aparecer Luis Felipe Comendador, poeta bonachón y grandote donde los haya, llevando en brazos a la antóloga para que descansase de la resaca lírica.

     Isabel Pérez Montalbán se filtró en la vida poética de Eladio Orta por el aroma. Las páginas de sus libros estaban inundadas de olores lejanos, de proyectos de desecamientos de hojas y de filtraciones de lluvia en sus versos, La poesía es el sur de la (¿literatura?), le decía Eladio Orta. Y los premios literarios, Isabel, inducen a la mendicidad. Isabel Pérez Montalbán, moviendo la cabeza, le contestaba, No, Eladio, no, ganar un premio de poesía es muchísimo más ético que, por ejemplo, gestionar una sucursal bancaria, ser corredor de bolsa o estar a cargo de un batallón de infantería. Y Eladio Orta volvía a la carga, Presentarse a premios literarios es desaconsejable. Y así podían llevarse disecando hojas en el tiempo hasta que uno u otro aflojara la cuerda. Lo que nunca sabría Eladio Orta es que no fue Isla Correyero, sino Isabel Pérez Montalbán, quien seleccionó los poemas de él incluidos en Feroces. De aquel encuentro en Ávila, el grupito de Huelva (María Gómez, Uberto Stabile, Manuel Moya, Antonio Orihuela y Eladio  Orta) nunca olvidará el almuerzo en el pueblo de Mengamuñoz, segundo restaurante subiendo de Ávila a Arena. Ya no quedan barcos en Ávila. Al amanecer levaron anclas buscando puertos más seguros, aguas más serenas, tormentos menos oscuros. El sur les espera. Esto sigue mañana.


Eladio Orta. Los poetas cuando se emborrachan parecen una familia. Ed. Baile del Sol. 2021


 

3 comentarios:

  1. Al respecto, y ya en Granada (la sombra de Ávila se alargó demasiado), nos decía Hipólito G. Navarro a quienes no fuimos antologados en Feroces, que de las antologías era mejor no formar parte. "Depende de la antología", decía García Montero, que andaba por allí. Y yo digo que depende de la edad con que te coja la inclusión o la exclusión.
    Ese día dejó de fumar el Uberto. El día de Granada, digo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Maria? supongo, yo dejé de fumar en Punta Umbría el 13 de agosto del 2000 a las 23:15h, casi dos años y medio después de aquel viaje a Granada que oragnicé con escritores de Huelva, y en el que solo estuve la tarde noche del viernes, salí de madrugada hacia Talavera de la Reina, no coincidí con Poli ni vi a Luis.

      Eliminar
  2. Si hay que figurar en compañía, que sea buena.

    ResponderEliminar