Después
del sauna
voy
allí
donde
generaciones de mujeres
van
sacándose
las
botas o las bragas.
Hay
un desfile
de
piernas de gacela
de
cuellos arrugados, celulitis
tatuajes
de ideogramas
o
delfines.
El
clima es agradable
y
tenemos la suerte
de
no estar
en
un campo de exterminio.
Mis
zapatos me esperan bajo llave
en
un armario propio
y
no
en
una pila anónima.
Reconozco
a
la chica del pubis pelirrojo
a
la anciana del rostro compungido
los
glúteos de una joven
la
inglesa con su tanga y cavado brasileño
enseñando
hasta el clítoris
la
rubia finlandesa que agita sus pezones
si
se peina el flequillo.
Me
miro al espejo de pared.
Se
ven mis accidentes, decisiones,
los
signos del amor.
Mi
lunar al ombligo. La cesárea mal hecha.
El
esternón dañado por el golpe
de
un cinturón de cuero, cuando niña.
¿Es
la errancia
de
un dios inaccesible
que
va sembrando huellas
en
los cuerpos?
La
piel cuenta la historia mejor que las palabras.
Pero
no permanece.
Marisa Martínez Pérsico, Finlandia, RIL Ediciones (Santiago de Chile / Barcelona), 2021.
Bellísimo.
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