Desde el sofá se apreciaban
las nuevas plagas para algunos:
seis mil subsaharianos en una semana
sin dinero y sin ganas de volver
hospedados en los hoteles con dunas
de los que no se atreven a ir a
Canarias.
Negros lisiados y deshidratados
tumbados en las tumbonas
donde obesas mórbidas de Liechtenstein
deberían estar descosiendo las telas.
Desde el exterior todo se ve lisérgico.
Es como si no por no sufrir
un accidente de circulación
uno se proveyera del valor
de verlos en la pantalla amiga.
Hoy el polideportivo de Espargos era un
poema.
Setenta subsaharianos llegados hasta
Cabo Verde
cuando su destino era Europa.
La barcaza se rompió, y a la deriva,
llegaron tras quince días a los
arrabales
de sus pesadillas, al contorno de sus
espejos.
Las autoridades locales les
acorralaron.
Y sin medios ni conocimiento
hoy les vigilan sin atenderles.
Los médicos, cubanos,
de una oenegé española.
La comida,
del Hilton,
ese odiado lujo capitalista
en el que todos quieren pernoctar.
Desde la tele no se huele el miedo.
Desde el sofá no se aprecia bien
cómo un cuerpo humano puede seguir
doblado
tras quince días de martirio chino.
En Cabo Verde nadie se pregunta quiénes
son,
de dónde vienen; si acaso, que se
larguen ya.
En pandemia nadie quiere repartir lo
poco que le queda.
En pandemia un negro torcido y con la
mirada al limbo
es sinónimo de infectado de este y de
todos los virus.
Aquí en vez de hoteles con piscina,
vomitorios hacia pabellones de cuarta.
A uno le curaban los tobillos,
ensangrentados.
A otro se lo llevaban al hospital:
murió esa noche.
Ellas no estaban. Porque en esa
barcaza,
como en tantas, la igualdad de género
no existe.
Y los que se empeñan en forzarla
miran para otro lado.
Según los negros agonizantes
faltan al menos otros cuarenta.
Cuarenta que al menos
no se dieron de bruces
con la peor de las pesadillas:
jugarte la vida para llegar al primer
mundo
y acabar en los aledaños de un
polideportivo
caboverdiano
donde los propios que tiran a canasta
sueñan con un futuro en la vieja
Europa.
Joaquín Campos. Diccionario. Ed. Sr. Scott. 2022
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