documentos de pensamiento radical

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viernes, 12 de agosto de 2022

PABELLÓN MUNICIPAL DE ESPARGOS





 

 

Desde el sofá se apreciaban

las nuevas plagas para algunos:

seis mil subsaharianos en una semana

sin dinero y sin ganas de volver

hospedados en los hoteles con dunas

de los que no se atreven a ir a Canarias.

 

Negros lisiados y deshidratados

tumbados en las tumbonas

donde obesas mórbidas de Liechtenstein

deberían estar descosiendo las telas.

 

Desde el exterior todo se ve lisérgico.

Es como si no por no sufrir

un accidente de circulación

uno se proveyera del valor

de verlos en la pantalla amiga.

 

Hoy el polideportivo de Espargos era un poema.

Setenta subsaharianos llegados hasta Cabo Verde

cuando su destino era Europa.

La barcaza se rompió, y a la deriva,

llegaron tras quince días a los arrabales

de sus pesadillas, al contorno de sus espejos.

Las autoridades locales les acorralaron.

Y sin medios ni conocimiento

hoy les vigilan sin atenderles.

 

Los médicos, cubanos,

de una oenegé española.

La comida,

del Hilton,

ese odiado lujo capitalista

en el que todos quieren pernoctar.

Desde la tele no se huele el miedo.

Desde el sofá no se aprecia bien

cómo un cuerpo humano puede seguir doblado

tras quince días de martirio chino.

 

En Cabo Verde nadie se pregunta quiénes son,

de dónde vienen; si acaso, que se larguen ya.

En pandemia nadie quiere repartir lo poco que le queda.

En pandemia un negro torcido y con la mirada al limbo

es sinónimo de infectado de este y de todos los virus.

Aquí en vez de hoteles con piscina,

vomitorios hacia pabellones de cuarta.

 

A uno le curaban los tobillos, ensangrentados.

A otro se lo llevaban al hospital: murió esa noche.

Ellas no estaban. Porque en esa barcaza,

como en tantas, la igualdad de género no existe.

Y los que se empeñan en forzarla

miran para otro lado.

 

Según los negros agonizantes

faltan al menos otros cuarenta.

Cuarenta que al menos

no se dieron de bruces

con la peor de las pesadillas:

jugarte la vida para llegar al primer mundo

y acabar en los aledaños de un polideportivo

caboverdiano

donde los propios que tiran a canasta

sueñan con un futuro en la vieja Europa.



Joaquín Campos. Diccionario. Ed. Sr. Scott. 2022

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