Adiestrados en viejos arquetipos
durante milenios cultivados,
te esperábamos vagamente alegórica,
pero idéntica a ti misma, inmaculada
y, así,
definitiva, de una vez.
Por eso nos costó reconocerte
en la ardua brega, acuciada de moscas y calor,
en la urgencia inmediata
del tiroteo
y confundidos
en uno solo los olores de sudor y miedo.
A lo que olías también tú,
Niké de hombro desnudo
como nosotros sudorosa y asustada,
y a pólvora, y a grasa de máuser
-por eso nos costó reconocerte,
delicada y bellísima hasta oliendo
a entrañas de caballo muerto.
Mateo Rello. A lomos de salamandra. La Garúa Libros. Barcelona, 2009.
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