Levanta
la mañana fresca de un otoño, por fin. 
Ella
pone en marcha los fogones mientras peina sus canas,
nadie
sospecha que guarda entre sus faldas un libro subversivo.
Hace
un caldo limpio y cuece la legumbre lentamente,
las
verduras trituradas para que nadie las retire al comer,
intenta
dar gusto a cada comensal y nunca están de acuerdo.
Silenciosamente,
mientras hierve el puchero,
abre
las páginas y escucha al filósofo hablarle del mundo digital,
del
sofisticado sistema para esclavizarnos sigilosamente.
A
veces busca palabras que no entiende, a veces todo es muy claro.
Ella
que siempre anduvo con su rebaño a cuestas, fue madre bien joven,
sabe
que  le falta ilustración, pero no el deseo de aprender. 
Afuera
el paisaje es cambiante según el lugar  donde habite
pero
el horizonte siempre coincide con las otras mujeres
que
pueblan el mundo de las invisibles, las ignoradas,
las
que ya dibujaban bisontes en las cuevas.
Lee
y comprende, que es más que aprender.
Comprende
que tratan de aislarla otra vez para que pierda fuerza.  
Que
le venden libertad para que elija su  propia  esclavitud,
que
la explotan haciéndole creer que llegará a ser dueña
de
algo más importante que su don de la ternura  y el cuidado del otro.
Saca
de su  bolsillo un lápiz negro y pone  palabras a lo aprendido,
quiere
 hacerlas sencillas, cercanas, como la vida de lo cotidiano,
piensa
en si usar la moderna  minipímer o volver al pasapuré 
y
 triturarlas , como hizo con  las verduras, para alimentar 
a
tanta gente que sigue con hambre de conocimiento.
Begoña Abad. El lenguaje de las ballenas. Ed. Pregunta, 2020
Begoña Abad. El lenguaje de las ballenas. Ed. Pregunta, 2020

 
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