delicadamente
nada más tengo que hacer
en todo el día
corto la alcachofa
¿qué pájaro es ese que canta mi silencio?
¿qué árbol me vuela entre sus alas?
¿son ellos o soy yo el que está atento?
bajo la luna
el caracol
pinta de plata
las uñas
del acebuche
el mirlo
bebe un buche de agua
cuando no miro
mientras acontece
la abubilla
las malas hierbas
limpian las hierbas
malas de mi cuerpo
sin pretenderlo
salirse del mundo
tras su vuelo
¡mariposa!
¿qué me estará
diciendo el jazmín
que me deja
desnudo sin quererlo
aturdido de belleza
a las puertas
de no sé qué
misterio?
sentado bajo el algarrobo
antes de beberse la luna
oh lugares vacíos!
ahí está
pequeña, morada y pálpito.
este huerto, esa luz
procura armonía
a la cocina de nuestro estómago.
tú berenjena, catedral de la tierra
por un instante
la luna
la aceituna y
el avión
penden del mismo árbol
llueve
y así como llueve
se despoja
de sus ropajes
: piedra desnuda
entre dos árboles
¿qué me estará
diciendo el pájaro
que me arranca
el sueño de los dedos
y me pone alas
en los ojos y
me deja sin volar
a las puertas
de todo vuelo?
el gorrión
sobre la caña
de la tomatera
transformado
en cigüeña
qué oficio hermoso este
: a media mañana
cojo a Beryl en brazos
y nos vamos a hablar
con los árboles
después del tractor
la tierra
ensortijada de garzas
lo que no ocurre
es lo que sucede
todo el tiempo
: cómo no quererte
si eres luz
que camina
árboles
al sol,
hojas
de oro.
cómo juega
la luz conmigo
árboles
: oscura llama inflamada,
lengua cierta de la noche,
cuerpo de mi cuerpo
cuando no soy y
me dejo
entra la invisible luz
de su silencio
trastornado por la belleza
debo sentarme
para seguir escuchando
oh mirlo!
en tu negrura
toda la luz de este mundo
¿cuánto dura la lentitud?
la poesía: estar preparado
para no sé qué
debo haber estado
más de una hora
detenido entre los árboles.
después, de lejos
he venido a buscarme
y he regresado,
cabizbajo,
como avergonzado
de estar de nuevo
entre los hombres
en las ramas
más altas
el sol escribe
crepúsculo
de otoño
no sé si los pájaros
están llenos de vacío
o el vacío lleno
de pájaros,
en cualquier caso
la montaña y yo
estamos volando
acabo de nadar
sobre la luna llena
en el pequeño estanque
todavía de noche
te vistes tan lentamente
en el silencio
de la sala,
la camiseta interior
con tirantes de seda
oh el sujetador negro,
en tu rostro de madre
aún el sueño y
la nana de la luna,
después, las medias
y el vestido
e igual que al campo
calzan las flores,
los zapatos.
amanece el miércoles
y comienza el sol
a desliar la oscuridad
de los rincones.
y yo, atónito,
mudo en el museo
del asombro,
no a alcanzo entender
lo insólito
de toda esa belleza
en flor
bajo el ciruelo
la niña y el pájaro
son la misma cosa
: desmigan el sol
comparten el canto
salgo de casa
y entro en la luna
Antonio Rigo (Palma de Mallorca, 1957)
Escribe poesía. Ha publicado los siguientes libros: Luces de posición, Mujer triple, Poemas del polígono industrial (versión inglesa Lucía Graves), Página par, Parpadea y me habré ido, Poemas del aeropuerto, Días de radio y niebla, Pan con aceite y otros poemas, Poemas del bosque y de la lluvia, Poemas de la otra orilla, Masticando adelfa (poesía reunida 1991-2011), Álbum blanco, Poemas de la nevera, Elogio de lo cotidiano (aula literaria Jesús Delgado Valhondo) y aparece en numerosas antologías (Feroces, Voces del extremo, Antología universal de poemas de los árboles y el bosque, La casa del poeta, Hey Jack Kerouac…)
Árboles (fragmento) es una pequeña parte del libro en el que está trabajando los últimos cuatro años.
Ilustración de Teresa Chacón
Qué bien suenan esos trocitos de vida. Parecen las burbujas de la loza... Jícaras y cucharitas, amic meu, el mejor concierto para una tarde de dudas.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios en el blog. Qué bien resuenan!!
ResponderEliminarGracias a ti. Recibo mucho más de lo que doy. Ese es el mérito.
Eliminar