He pasado
fractura:
he decidido no amar.
Está sobrevalorado el
amor.
Benzodiacepina
social,
chocolate para todas
las bocas.
El amor y el odio de
hombre
puede ser
espeluznante,
y ya he vivido en los
límites admisibles.
Déjenme de verbenas
para inconscientes.
Adiós pasiones, adiós
traiciones.
Ya tuve bastante y
tengo amarga
la boca.
Paso fractura
mientras consiento
que yo soy el único cuerpo
que puede lamerse
como solo saben los animales.
Tengo implantes
fatídicos
y una herrumbre que
me impide cerrar la boca.
Cuesta quitarse tanta
cultura
entregada a la
efervescencia amorosa,
cuando a mí se me
agotó la pastilla,
y solo me quedan los
feroces efectos secundarios.
Y me acuesto sin
terror de mundo,
sin infamias
pudriendo la cama.
Y no espero que nadie
me rescate de nada
porque nadie lo hace
gratuitamente.
Puedo vivir sin esa
droga
y su desvarío
serotoninérgico.
Sé autosatisfacerme
en todos los aspectos.
Dejo el festejo para
los jóvenes,
que yo me quedo
conmigo
y el mundo tan mal
hecho
como cuando tenía un
amor
mamando de mi
entusiasmo.
Dejad que se me
caigan
las postillas de los
ojos
y vuelva a mirar el
mundo
con la vehemencia de
los sustos leves.
Entonces, solo
entonces,
ya veremos.
Eva Vaz.
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