documentos de pensamiento radical

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lunes, 7 de junio de 2010

FERIA DEL LIBRO DE MÉRIDA, PRESENTACIÓN DE VIDA ACCIDENTAL DE UN ANARQUISTA, DE FERNANDO VENTURA





En la década de los 70 me di cuenta de que existían. Eran los viejos de la CNT. Hombres en su mayor parte -también mujeres- de manos grandes, piel tostada y arrugada, que estaban llegando a la edad en que un obrero se jubila. Cada viejo tenía algo humilde e importante que ofrecer: un recuerdo interesante, una actitud rebelde. Por ejemplo, veías pasar a Pérez, un escayolista. Había corrido como la pólvora la noticia de que en una obra había entrada el jefe pegando voces e insultando a todo el mundo. El tal Pérez se había bajado de su andamio, se había dirigido hacia él, y le había dado un guantazo sin mediar palabra que restalló en todo el edificio implantando un silencio serio, espeso y muy educado.
Eran tiempo negros de Dictadura franquista, miles de hombres estaban en la cárcel por menos que eso. ¿Por qué? ¿Quiénes eran esos trabajadores protestatarios? Eran ellos los comunistas que se mencionaban en los libros de historia y propaganda del franquismo?
Empecé a indagar, y encontré otra historia, una historia que no tenía que ver ni con el Partido Comunista, ni con Rusia, ni con los grupos habituales de opositores a la dictadura. Era siempre una historia de unos obreros manuales, de los que hoy serían llamados iletrados e incultos. ¿Quienes fueron sus jefes? ¿Que hicieron? Yo buscaba a los intelectuales, a los científicos, a los grandes líderes de extracción burguesa, y no los encontraba. No los había. Eran todos -sin excepción- trabajadores.
Por motivos misteriosos, en los años veinte y treinta del siglo XX estos obreros se habían organizado en torno a un sindicato -la CNT-. Afiliándose al sindicato ellos mismos eran la CNT, y la CNT al mismo tiempo que existía por ellos, les daba otra vida: escuelas, grupos de teatro, periódicos, bibliotecas, grupos de acción, de discusión... Estaban muy organizados. Habían sido derrotados en una guerra...
Los jóvenes que reorganizamos el sindicato, sólo levantábamos su sombra... La CNT no salía del raquitismo. Sus hombres y mujeres de la generación de la guerra, hoy en su mayor parte desaparecidos, eran como los últimos mastodontes, seres a extinguir por la Modernidad. Y los historiadores y políticos se estaban encargando de cumplir la misión de enterradores, con un dictamen seco y contundente: "lo que dicen esos hombres es mentira. No existieron. Son obreros, no saben escribir, no entienden de ciencia, somos nosotros, que no estuvimos allí, los que podemos explicar qué pasó, y por qué aconteció lo que ocurrió, que en realidad no ocurrió. Olvidadlos. Allí donde momentáneamente triunfaron, llevaron la sociedad al desastre".
Eso dicen los científicos, los intelectuales, los listillos... Pero yo sé que eso es falso. Yo lo certifico. Yo los vi, yo los toqué. Existieron, se organizaron, lucharon, vivieron, rieron y amaron. Para hacerlos fracasar, los tuvieron que matar.

Fernando Ventura. Vida accidental de un anarquista. Editorial El Grillo Libertario. Barcelona, 2010.

2 comentarios:

  1. No sé si es el prólogo, el comienzo o qué, pero que bien dicho, que bien contado. Los viejos, siempre presentes, con su testimonio, y sobre todo su ejemplo.

    Salud

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  2. Así arranca este libro, Narciso, con ese pellizco al corazón que yo he resumido; después vienen más de seiscientas páginas de las que no te puedes despegar... Te lo recomiendo. Salud.

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