Me preparé un bocadillo de jamón york.
Abrí el pan
y fui quitándole al jamón cocido
ese filo
que me han dicho
que no se come.
Miré las raspas de gelatina
y concebí el débil fantasma de mi perro,
de cómo él se lo habría comido en un instante
y de cómo me miraría con ojos agradecidos,
pidiendo más.
Me invadió luego la tristeza.
Me sentí absolutamente desolado,
perdido al pensar
que hay perros que nacen perros
y mueren personas.
Antonio Orihuela. Piedra, corazón del mundo. En: http://www.nodo50.org/mlrs/Biblioteca/orihue/piedra.pdf
Me has tocado el alma...de perro.
ResponderEliminarCon tu permiso comparto el enlace por los sitios por los que discurro.
Salud
ayyy cabrón!!! este me sacó de balance
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