Casi nueve millones de españoles han invadido un país,
lo han destruido,
matado a doscientos mil civiles,
sembrado de uranio empobrecido,
alentado una guerra civil,
violado,
asesinado,
y torturado.
Sus votos
fueron las armas de destrucción masiva.
Su colaboración con banda armada
no será investigada.
Son buenos padres, amables vecinos,
cumplidores ciudadanos
que recogen del suelo la mierda de sus perros.
Sus manos estarán limpias, pero sus conciencias
reposan en la confortable seguridad de nuestro mundo
manchadas de sangre.
Antonio Orihuela. Todo el mundo está en otro lugar. Ed. Baile del sol, 2011.
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