Sí, del aire, pero un camionero,
un camionero cansado viendo el fútbol con té verde en el extranjero, aunque tenga un sombrero con el que parezco un aventurero, (cuatro horas a cuarenta y cuatro grados y funciona, mi cerebro no ha llegado a freírse) seis cientos metros de visibilidad en el sur del Sahara y la arena revuelta, y el vuelo cancelado, y más cansado que si hubiera volado,
para ver el fútbol con extranjeros que se saben de memoria la alineación de mi equipo,
y pienso en los hombres, sus juegos y sus reglas, y aquel poema que iba a escribir sobre la banca y las torres inclinadas de la podredumbre, pero que no escribí porque mi Guru David Pielfort me contestó en la punta sur de Europa a la gallega:
-¿Porqué no arreglas y afinas el sitar que tienes colgado en tu salón?-
Sí, del aire, pero solo soy un camionero cansado
viendo el fútbol con té verde en el extranjero,
que es feliz porque tiene un amor,
y un cante de soledades de cabrero,
y un sombrero con el que parezco un aventurero…
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