desde cuándo los sueños de los vivos con los muertos apaciguan,
los sueños de los muertos con los vivos son pesadillas
cómo ayudaremos a la abeja, para que ésta pueda ayudarnos a nosotros
dónde crepita mi insistencia, dónde burbujean tus vacilaciones
cuándo sale la cabeza del hombre de la boca de la serpiente,
en vez de la cabeza de la serpiente de la boca del hombre
si los pinsapos siguen acariciando a las guerrilleras de bruma
cómo puede ser que la mano que entrega la moneda
no se dé cuenta por fin de que es ella la que está recibiendo
qué hago yo preguntado tanto y tanto más de cien años después de mi muerte
cuándo soldarán las costillas rotas de la tragedia
por qué no nos basta la nervadura de trinos para levantar la bóveda del día
cómo puede ser que en los ojos de la gitanita de Cádiz, y en los de la morita de Tánger,
brillara la misma hambre y la misma alegría sin mancilla
por qué la libertad sigue vistiendo harapos
cómo liberamos el potencial del mito sin que nos atrape su gran red barbada de conformidad,
su aliento de ceguera
por qué no se caen las columnas del desamparo
cuándo el Ángel Exterminador arrasará todos los Palacios de la Bolsa
hasta cuándo el tumor prevalecerá sobre el ojo
quién en Cádiz sigue pronunciando “nosotros” como una plegaria, y depositando flores en mi tumba
quién es el que abre el mundo, el mundo que está abierto
por qué sigue lloviendo tanto
y si, en lugar de seguir inventando palabras, inventamos un mundo
cómo sería ser humano
Jorge Riechmann. Himnos craquelados. Ed. Calambur, 2015
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