documentos de pensamiento radical

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lunes, 9 de diciembre de 2019

EN ESTE POEMA LA CULPA DE TODO LA TIENE LA MUJER





En memoria de todas las mujeres
víctimas de la violencia de género


¿Llegará hasta las almas este mi dolor?
¿Se hará tangible este martirio como los
otros donde hay violencia y sangre…?

Mercedes Pinto (Él)


Ella disponía de sucesos pasados
a su alrededor,
como cartas de una baraja maldita
en los bolsillos del delantal.

Su madre no denunció.
El párroco le dijo que aguantara
junto a su marido.

Su prima no denunció.
Se avergonzó cuando el policía del puesto,
sin querer,
le hizo sentir ridícula.

Su compañera de piso,
que se casó joven,
no denunció.
No quería abandonar el pueblo,
su madre estaba enferma.

Su mejor amiga no denunció.
“Por mis hijos, que necesitan un padre”, dijo.
La dependienta de su panadería
no denunció, tuvo miedo
de ponerse a todo el pueblo en contra.

Así que –llegada la hora
tampoco ella denunció.

El mismo día en que la mató su novio
en el bar del al lado escuché:
“Es que no había presentado denuncia,
parece mentira”.

Esta última mujer
también fue declarada culpable
de su propia oscuridad,
y hasta una tertuliana
usó su muerte
queriendo probar en prime time
que la Ley no sirve para nada.
Pasados unos meses
se convirtió en dato estadístico.
Así,
ya con forma de dígito,
fría como todos los números,
había llegado más lejos
que todas las demás mujeres del poema.



Antonio Revert.  "Mobiliario básico", Ediciones En Huida, 2018.


1 comentario:

  1. En aquel tiempo, el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban, como ahora, in-comunicados. Eran, además, muy diversos; no coincidían ni los seres ni los colores ni las formas. Ambos reinos, el especular y el humano, vivían en paz; se entraba y se salía por los espejos.

    Una no-che, la gente del espejo invadió la tierra. Su fuerza era grande, pero al cabo de sangrientas batallas las artes mágicas del Emperador Amarillo prevalecieron. Éste rechazó a los invasores, los encarceló en los espejos y les impuso la tarea de repetir, como en una especie de sueño, todos los actos de los hombres. Los privó de su fuerza y de su figura y los redujo a meros reflejos serviles.

    Un día, sin embargo, sacudirán ese letargo mágico. Gradualmente diferirán de nosotros, gradualmente no nos imitarán. Romperán las barreras de vidrio y esta vez no serán vencidas.

    Jorge Luis Borges

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