IRIS
Bajo cada piedra
una semilla,
un don confuso.
Un oleaje de estrellas pálidas
empuja tu casa torcida
hasta el lugar de repetirlo todo,
indistintamente en mitad de todo:
es el mar, es el mar, es el mar,
que mengua.
ROSA
DIVIDIDA
Fue la boca simiente
de tu habla,
rosa dividida en aleteo
CASA DE
CAMPO
El insecto que aletea
–listado en negro
listado en amarillo–
enloquece sobre el blanco geométrico
de la pared,
zumba suspendido en acordes
de inmenso voltaje,
la nota más grave
adivina también
lo que piensa el pensamiento
de la mano
de mi mano mortal:
púgil mosca
asoma de ella la herrumbre:
víscera brillante es mancha en el cuadrilátero.
No son figuraciones.
Descansa escuchar las esquilas
los aullidos
tan lejos.
ESPALDA
EN EXPOSICIÓN
Por detrás de los ojos
la fruta no caída
la recogen los pájaros.
Vislumbro la espiga
ovillándose,
el montón de cúrcuma de huesos,
tus huesos de especia
como sal teñida
me ofrecen su nervadura cordial,
el tejido delicado de la espalda.
Olivier Messiaen
tu furiosa partitura
llena los pequeños senos
de un desnudo tejido
en el retrato.
El relámpago lo trocea,
lo expande,
lo desgaja.
Para qué la brazada de llorosas flores.
MIEDO Y
FINAL
Ahora el intenso blanco cuelga
sin culpa,
humea pálido.
Rosa de cera blanca
desvanecida en la pared,
ahogada en el yeso.
Cabeza de ajo,
fortuita esmeralda meciendo la silla.
Su sacrificio,
anhelo de sangre
se extiende como copos
que no encuentro.
El agua distante
es un odio que no fue lengua,
la sutura final plomo deforme,
saciado;
ya casi no hay luz.
Luis Santana. El frío que corresponde. Ed. Contrabando, 2023