Teoría
Gaia
Conviene
aquí recordar brevemente de qué trata el enfoque gaiano. Esta hipótesis nos
habla de la Tierra (biosfera-con-geosfera-con-hidrosfera-con-atmósfera) como un
sistema autorregulado, con elementos de homeostasis. La vida no se adapta
pasivamente al medio ambiente, sino que lo moldea de manera que la propia vida
puede prosperar.
La teoría Gaia
está basada en una simple idea: los seres vivos influyen en su entorno, no sólo
se adaptan a él. El conjunto de los seres vivos o biota tiene tanta importancia
en el entorno global o biosfera que se abre la puerta a la idea de coevolución
y regulación del ambiente por parte del conjunto de los vivientes, y juntos,
ambiente y seres vivos, hacen al sistema global como si de una entidad viva se
tratara.[1]
¿Hay
aquí formas de teleología inaceptables? No es así: la versión débil de la
teoría Gaia, la Gaia cibernética (o quizá mejor de sistemas complejos),
es científicamente sólida y sólo nos habla de mecanismos cibernéticos de
regulación entre la vida y la atmósfera terrestre (y otros elementos del
Sistema Tierra). Gaia es el supersistema homeostático que emerge de la
interacción entre la biota y la biosfera y cuyo resultado son estados que
permiten la permanencia de la vida.
La vida genera
la atmósfera, la atmósfera permite la vida y ambas se regulan interactivamente.
Es decir, constituyen un sistema, lo que equivale a decir que son parte de una
misma cosa, no cosas distintas. Es ahí donde surge la hipótesis Gaia: lo que
está realmente vivo es la Tierra, de modo que los organismos son sólo una parte
de la vida (…). Para la comprensión ecológica del planeta, la teoría Gaia
supone una aportación capital. Y una valiosa herramienta sostenibilista…[2]
En
cuanto a la versión fuerte de la teoría Gaia, una forma sencilla de explicarla
sería retirar el como si de las palabras de Carlos de Castro antes
citadas: el “sistema global como si de una entidad viva se tratara”. La teoría
de Gaia orgánica que defiende Carlos (de manera en mi opinión convincente: pero
dejemos de momento abierta esta cuestión) sostiene que de hecho hay que
concebir a Gaia como un superorganismo. Gaia, dice nuestro investigador,
“es el organismo que emerge de dos procesos biofísicos en interacción: la
termodinámica de sistemas complejos disipativos y la resolución que dan los
seres vivos al problema de los límites al crecimiento”.[3]
Paco Puche, glosándole, explica:
La biosfera es
un organismo formado por simbiosis coordinada de todos los vivientes. Gaia, la
Madre Tierra, es un sistema homeostático que emerge de la interacción entre la
Tierra y la biosfera, cuyo resultado son estados que permiten la permanencia de
la vida. La base de esta emergencia es la teoría de Lynn Margulis sobre el
mundo de las bacterias: un mundo hegemónico para la vida, en su origen,
historia, actualidad y futuro y un mundo simbiótico. Toda esta visión holística
de la vida se sustenta también en el concepto esencial de autopoiesis, en todos los organismos y en la propia Gaia. La
autopoiesis, una aportación de Maturana y Varela, es la mejor definición de lo
que es la vida. Es la capacidad de unos entes, unos organismos, para realizar
de manera continuada su actividad (metabolismo) de automantenimiento. Si cesa
la autopoiesis cesa la vida. Gaia se auto-mantiene como gran organismo y genera
las condiciones que hacen posible al conjunto de la vida de cuyos organismos
está formada. Siguiendo todas las características de un ser vivo, Gaia recicla
la materia mejor que la mayoría de los organismos, se auto repara, evoluciona y
es teleológica, es un organismo de pleno derecho…[4]
Señalemos
aquí que, incluso si consideramos la versión fuerte (Gaia orgánica) como
sometida a un debate científico abierto todavía y ante el que convendría de
momento no tomar partido, nos basta con la versión débil (Gaia de sistemas
complejos) para proporcionar bases bastante sólidas al “cosmograma que
necesitamos” (diríamos con Luis Arenas).[5]
Jorge Riechmann. Donde el amor, allí el mundo. Ed. El Desvelo. 2025
[1] Carlos de Castro, El
origen de Gaia, Editorial @becedario, Badajoz 2008, p. 175.
[2] Ramón Folch, Diccionario
de socioecología, Planeta, Barcelona 1999, p. 166-167.
[3] Carlos de Castro, “Teoría
Gaia orgánica”, conferencia impartida el 9 de noviembre de 2023 en el curso
“Ecodesarrollo y cuidado verde: la naturaleza como inspiración y modelo de
vida”, UIMP, Cuenca, 8 al 10 de noviembre de 2023.
Sobre
el segundo de estos procesos, Carlos de Castro explica que la primera vida en
la Tierra, bacteriana, en menos de trescientos millones de años hubiera
consumido los recursos de aquella Tierra primitiva. Al chocar contra los
límites del crecimiento las bacterias tuvieron que coordinarse (cooperar, en
términos antropomórficos) para sobrevivir, elaborando así sucesivas capas de
complejidad.
[4] Paco Puche, “Reencantando
con Gaia”, sin permiso, 18 de enero
de 2020; http://www.sinpermiso.info/textos/reencantando-con-gaia
[5] Remití el borrador de este
artículo a Luis Arenas, quien tuvo la amabilidad de hacer algunas
observaciones, entre ellas:
“El nombre de Gaia es un
significante que contiene muchos significados posibles. Puede ser una hipótesis
científica, sea en su versión fuerte o en su versión débil; puede incorporar un
compromiso ontológico (el compromiso con la realidad efectiva de un ente con
identidad propia y específica); puede pertenecer al terreno del mito; puede ser
la nueva deidad de una religión por construir (o por rehabilitar: la Pachamama)
o puede ser el nombre de un cosmograma (aunque la palabra quizá sea fea y tal
vez merecería la pena seguir usando el clásico pero quizá envejecido término de
«cosmovisión»), esto es, el nombre que condensa las convicciones de fondo que
estructuran nuestro psiquismo y la manera de enfrentarnos al mundo de una
determinada cultura. Cada una de esas significaciones merece ser valorada de
manera independiente y aceptada o rechazada sobre la base de razones
diferentes…” (Luis Arenas, comunicación personal, 2 de agosto de 2023).
Observación atinada: aclaro
que aquí estoy considerando a Gaia en el marco de las Ciencias de la Tierra, y
con la vista puesta en la aportación positiva que la Teoría (científica) Gaia
puede hacer para ese “nuevo cosmograma” que necesitamos.

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