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miércoles, 31 de diciembre de 2025

DONDE EL AMOR, ALLÍ EL MUNDO de JORGE RIECHMANN (fragmento IV)

 


La escasez artificial que genera el capitalismo…

 

Ahora bien, aunque reconozcamos la existencia de límites biofísicos externos a las sociedades humanas, tiene razón Yayo Herrero cuando señala que “la idea de escasez construida políticamente tiene más que ver con el despilfarro y la injusticia que con el problema de los límites”.[1] El problema de los límites biofísicos es real, pero en muchos casos vamos a experimentar más bien formas de escasez artificial generadas por el capitalismo, el cual, desde su “pecado original” inicial (el cercamiento privatizador de los terrenos comunales en la Gran Bretaña protocapitalista), no ha dejado de practicar toda clase de formas de apropiación privada y exclusión social.[2] En el capitalismo, explica César Rendueles,

los mecanismos de la competencia producen una escasez artificial que convierte en gigantescos problemas sociales lo que intuitivamente deberían ser soluciones: el incremento de la productividad causa desempleo; la prosperidad da lugar a crisis de sobreproducción… (…) Pero esta carestía artificial y socialmente inducida se combina con una escasez material aplazada pero irreversible relacionada con la depredación de los ecosistemas necesarios para la vida humana.[3]

 

Hay que añadir: no sólo depredación de los ecosistemas, sino expolio de la corteza terrestre y degradación de los “sumideros” planetarios (como la atmósfera o los océanos). Por otra parte, el capitalismo no genera sólo escasez artificial,[4] sino muchas formas de vida dañada. Como señala Luis González Reyes:

Decrecer implica vivir con menos bienes materiales y viajar menos de lo que lo hace la mayoría de la población española, pero eso no guarda relación con vivir peor. Vivimos en el momento histórico en el que el consumo está más exacerbado y, a la vez, probablemente en las sociedades más infelices que nunca hayan existido. También en el único orden social que ha puesto en entredicho la posibilidad de pervivencia de la especie humana. Eso desde luego no es vivir bien.[5]

 

Las sociedades más infelices que nunca hayan existido, o al menos sociedades muy infelices… Fijémonos en estos datos: desde comienzos del siglo XXI, en España se ha triplicado el consumo de antidepresivos por habitante y se ha duplicado el de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes (según datos de la OCDE).[6] En Gran Bretaña, casi la cuarta parte de la población adulta toma al menos un medicamento psiquiátrico al año, lo que supone un aumento de más del 500% desde 1980.[7]

 

 

Algo más sobre las escaseces artificiales que genera el capitalismo

 

La idea de escasez artificial, sobre la que insisten autores como Jason Hickel y Yorgos Kallis cuando caracterizan el capitalismo,[8] es acertada e importante, pero al mismo tiempo puede fácilmente inducir a error (y hacernos minusvalorar las dificultades de las transiciones ecosociales). Además de la escasez artificial efectivamente creada por el capitalismo, hay que contar también con la escasez “natural” que se sigue de la tensión entre las poblaciones humanas (a veces muy grandes) y la base de recursos naturales que éstas necesitan. Sobre estas cuestiones cruciales, Ernest Garcia en Ecología e igualdad ha proporcionado un análisis extenso y consistente.[9]

 

Se me ocurre este modelo sencillo para pensar la cuestión. Yo diría que abundancia y escasez, para los grupos humanos, dependen básicamente de estos cinco factores: P (de población), R (de recursos naturales y espacio ecológico, incluyendo los sumideros), E (de estructura social, incluyendo las formas de propiedad), T (de técnicas para aprovechar los recursos y organizar la convivencia) e I (de ideal de vida buena, incluyendo valores y aspiraciones). Llamémoslo modelo PRETI.

 

Pues bien, la cuestión es que fijarnos solamente en E (las estructuras de propiedad que impiden el acceso a recursos de subsistencia, la tierra en primer lugar) no resulta adecuado… También P, R, T o I cuentan. Asociar la reflexión sobre límites con estrechez ecologista y puritanismo personal (como hace Hickel en ocasiones) resulta muy inadecuado.[10]

 

 Jorge Riechmann. Donde el amor, allí el mundo. Ed. El Desvelo, 2025



[1] Yayo Herrero (en diálogo con Verónica Gago), Ecofeminismos. La sostenibilidad de la vida, Icaria, Barcelona 2023, p. 43.

[2] Aunque sin duda el capitalismo genera formas específicas de escasez (basta con pensar en cercamientos de tierras comunales y en propaganda comercial), ¿no lo hacen todas las sociedades jerárquicas, también las agrarias? Por la doble vía de la succión de recursos hacia los poderosos (y al mantenimiento del aparato de dominación) y de las formas de consumo suntuoso, conspicuo. Esto no nació con la Revolución industrial, sino con el despliegue de la Revolución neolítica, en su segunda fase (el paso de aldeas igualitarias a Estados e imperios, diríamos para abreviar). Pero este gran asunto nos desborda ahora…

Por otra parte, a la vez que genera formas de escasez específicas, el capitalismo crea también una abundancia inaudita en términos energéticos, por su recurso a los combustibles fósiles… Hay bastante complejidad en torno a la abundancia y la escasez, como se ve en cuanto pensamos en términos metabólicos. (Cosa que en general nuestras sociedades prefieren no hacer, atentas sólo a lo que sucede intramuros.)

[3] César Rendueles, Comuntopía. Comunes, poscapitalismo y transición ecosocial, Akal, Tres Cantos 2024, p. 146.

[4] Mecanismos de construcción de la escasez en el cap. 2 de Nueva Cultura de la Tierra (“Construir equidad en común”), por Charo Morán y el Área de Educacion de Ecologistas en Acción (Libros en Acción, Madrid 2023).

[5] Luis González Reyes entrevistado por Salvador López Arnal en Espai Marx, 5 de mayo de 2024; https://espai-marx.net/?p=15475

Sigue diciendo el autor: “Vivir bien es satisfacer las necesidades humanas, no sólo la de subsistencia, sino también otras como las de entendimiento, participación, libertad o protección. La historia de la humanidad demuestra que esto se puede realizar de formas muy distintas y con un consumo energético y material frugal. No caigamos en el relato de que el pasado preindustrial fue el de una vida miserable, porque es falso. Vamos a reducir nuestro consumo material y energético inevitablemente, pero que esto se plasme en mejores o peores formas de vida no depende de esa reducción, sino de las luchas sociales que alumbren unas formas u otras de satisfacer nuestras necesidades.”

[6] Pablo Linde, “Sanidad quiere poner cerco al exceso en el consumo de tranquilizantes”, El País, 9 de mayo de 2024.

[7] James Davies, Sedados, Capitán Swing, Madrid 2021. El autor explica que la economía capitalista actual necesita personas resilientes, optimistas, individualistas y, sobre todo, económicamente productivas: todo el abordaje de la salud mental se ha modificado radicalmente con el fin de satisfacer estas nuevas necesidades.

[8] Véase por ejemplo el siguiente hilo de tuits de Hickel, el 18 de abril de 2022: “En primer lugar, y lo más importante, el capitalismo se define por los cercamientos y la escasez artificial. Los orígenes del capitalismo se encuentran en un esfuerzo sistemático de las élites para restringir el acceso de las personas a los bienes comunes y la subsistencia independiente, a fin de que dependan del trabajo asalariado para sobrevivir. Durante los últimos quinientos años, esto ha tomado la forma de privatización de bienes comunes, despojo forzoso, destrucción de economías de subsistencia y, particularmente en las colonias, hacer pagar impuestos a las personas en una moneda de la que no disponen para inducirlas a buscar salarios en esa moneda… Esto continúa hoy, con los intentos de garantizar una escasez artificial de acceso a bienes esenciales como vivienda, atención médica, educación, movilidad, etc., bienes que podrían proporcionarse muy fácilmente, con alta calidad, sobre una base pública universal” (https://twitter.com/jasonhickel/status/1515977488110915587 ).

                Sobre esto, más por extenso, Jason Hickel, Menos es más, Capitán Swing, Madrid 2023, p. 71 y ss., p. 247 y ss.

[9] Ernest Garcia, Ecología e igualdad, Tirant Humanidades, Valencia 2021.

[10] Hickel, Menos es más, op. cit., p. 51.

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