2. Seres ego-centrados alrededor de un vacío
Aquí nos atañe la visión
del budismo (y el taoísmo) sobre la condición humana. No hay un yo sólido y
sustantivo, como solemos creer; y “el vacío que deja la disolución de la
egocentricidad es un útero en el que el sujeto puede crecer”, como subraya
Joseba Azkarraga en una tesis doctoral de gran interés.
La visión budista sobre el hecho de que todo está
interconectado conecta con el pensamiento ecológico en pliegues realmente
profundos. Nada existe por sí mismo (nada es autoexistente), nada es plenamente
‘sí mismo’, todos los seres están conectados entre sí: a través de esa idea
(corporeizada) de vacuidad se establecen las bases subjetivas para que emerja
una conciencia ecológica profunda, basada en la comprensión empática y
compasiva de que todos los seres vivos dependen unos de otros, en una
intrincada red de relaciones que siempre está cambiando. Es decir, el acento
budista en la no-dualidad entre el ser humano y el mundo estimula la
identificación con los ‘otros’, puesto que no estamos separados, y de ahí surge
la compasión (com-pasión, sufrir con). Olvidándose de uno mismo,
se pierde el sentido de separación y el sujeto se da cuenta de que es la red.
Es así como se cuestionan al mismo tiempo la visión egocéntrica y la visión
antropocéntrica.[1]
En
otro momento, el profesor vasco escribe que el sujeto que se emancipa del poder
condicionante de los “tres fuegos” –es decir, de los impulsos del ansia, el
odio y la ignorancia– es aquel que alcanza el nirvana.
Visto así, el
nirvana no se refiere a un estado en el que se trasciende el mundo, sino a la
posibilidad de vivir aquí y ahora liberado de la reactividad de los impulsos
egocéntricos y desde la libertad interior que ello provoca; una forma de vida
que se zafa de los condicionamientos y que, por tanto, está provista de la
libertad para vivir de una manera más auténtica, consciente y reflexiva. (…) El
vacío que deja la disolución de la egocentricidad es un útero en el que el
sujeto puede crecer.[2]
3.
Holobiontes en un planeta simbiótico
Cultura no enfrentada a natura, sino en simbiosis con ella. Biomímesis.
Entender de verdad la condición humana implicaría una praxis hacia la simbiosis
con la biosfera. Pero la estólida cultura dominante se orienta hacia el
transhumanismo, mecida en ilusiones tecnolátricas…
Mirarnos al espejo y vernos como compuestos de “bacterias
simbióticas mutantes fusionadas” (Lynn Margulis) sería un notable avance
cultural.[3]
A medida que
nos hemos vuelto más conscientes de la importancia y complejidad del microbioma que cada ser humano lleva
consigo,[4]
hemos recordado un término llamado a desempeñar un papel teórico importante: holobionte
(formado a partir de los vocablos griegos holos,
“todo”, y bios: la vida). En
biología, significa el conjunto formado por un organismo multicelular complejo –animal o planta– y todos sus microorganismos asociados.
Holobionte se ha usado desde hace decenios para designar a los corales, con su compleja
asociación de animales, algas y bacterias; sin embargo, cada vez es más frecuente
emplear el término en referencia a animales o plantas, cuando enfatizamos la
función desempeñada por los microorganismos que se encuentran en asociación con
estos seres. Un holobionte es un “superorganismo” formado por muchos otros
organismos coordinados –¡y los encontramos por todas partes!
Simbiosis anidadas en escalas múltiples, hasta
llegar a Gaia como Gran Holobionte (así suele llamarla el poeta Daniel Macías).
[1] Joseba Azkárraga Etxagibel,
Mindfulness implicado. Explorando la
intersección entre práctica meditativa, subjetividad contemporánea y cambio
ecosocial), tesis doctoral defendida en el Departament de Psicologia
Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna de la
Universitat Ramon Llull, Barcelona 2021, p. 626.
[2] Joseba Azkárraga Etxagibel,
Mindfulness implicado, op. cit., p. 379.
[3] No se puede recomendar lo
suficiente este libro de introducción al pensamiento de la gran bióloga
estadounidense: Lynn Margulis, Planeta
simbiótico, Debate, Madrid 2002. Un ensayo de síntesis en Paco Puche, La simbiosis, una tendencia universal en el
mundo de la vida. La cosmovisión de Lynn Margulis, Eds. del Genal, Málaga
2018.
[4] Ah, este asunto
trascendental –cuya reflexión conduce fácilmente a percatarnos de nuestra
ecodependencia… Quizá cien billones de microbios (sobre todo bacterias en los
intestinos –pero también, por ejemplo, en la vagina de las mujeres) en relación
simbiótica con cada organismo humano. Bacterias que ayudan en la digestión,
producen vitaminas, protegen contra otros microbios patógenos… ¡Más de 40.000
especies de bacterias sólo en un tracto intestinal humano! Al microbioma se lo
ha llamado también el “genoma extenso” o ampliado…

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