Para salir de aquella cárcel
tuve que aprender a ser llave.
Si sólo la virtud podía amar
llamé virtud a tu piel.
Si ángel del hogar había de ser
con sus alas volé a tu lecho.
Si la ternura había de practicar
me empeñé contigo en la batalla.
Si nunca había de ser sabia
aprendí a serlo frente a su torpeza.
Si nadie me daría nada
lo tomé y seguí desnuda,
caminando en lo invisible
para escándalo de los ciegos
que decían verme.
La hazaña de vivir
me pertenece.
***
Quién me manda a mí meterme en esto,
a estas alturas de la vida mía.
Quién me asegura que saldré adelante,
quién protegerá mi espalda.
A quién le pediré daños y perjuicios,
a quién le rendiré cuentas si fracaso.
Por qué no me habré detenido
al borde mismo del filo de la navaja,
por qué se me habrá ocurrido beber
en lugar de pedir que pase el cáliz de mí.
Cómo voy a apañarme a partir de ahora
para apurar las tardes y soñar las noches,
para sacar más tiempo de debajo de las tejas
que han ido haciendo mi tejado,
por qué se me ha ocurrido,
a estas alturas de la vida mía,
querer vivir cada segundo
con los ojos muy abiertos y a contra corriente.
Poema de Begoña Abad en: José María García Linares. 'Nacer para aprender, volar para vivir. Un acercamiento a la poesía de Begoña Abad'. Ed. Pregunta. 2019
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