Ojalá no olvides el camino
que siempre unirá nuestras voces extremas.
Ojalá construyas ciudades de papel
donde permanecer sin tiempo.
Tú, comprador de mis puertas,
dueño de todo cuanto cabía
tras ellas, que habitas ahora en mí
como el liquen, embelleciendo
incluso las lápidas sin nombre,
como la más preciosa piedra
en medio de una caverna solitaria.
Ojalá seas el verbo hecho hombre
que habita entre nosotros,
para poder creer aún en algún dios
que me redima del pecado de amarte.
***
Tendría que escribirte un poema.
Un poema blando como el pan de cada día
y azul como el mechón de mi pelo.
Uno que te atara a mi piel
y que dejara en la tuya
palabras de porcelana.
Tendría que usar las letras
de un alfabeto sin inventar,
las sílabas de los silencios,
los acordes de un corazón latiendo.
Tendría que escribirte un poema
que no olvidaras nunca,
un brevísimo poema de arena
derramándose por los espacios
que dejamos al besarnos
sin apenas rozarnos los labios,
un minúsculo poema
que durmiera siempre en tu pupila
mientras yo no estuviera en ella.
Pero no sé escribir poemas de amor.
***
Si te amé fue porque quise
nada me debes.
Si me fui, porque quise,
nada te debo.
Si quiero, puedo.
Si puedo, siempre quiero.
***
¿Y si el día no fuera
un perro mojado de rocío?
Pudiera ser un perro
tumbado tripa arriba
en la solana de tu sonrisa
o tal vez lamiéndote los ojos.
Me gusta que el día
se adentre en mí
como tu voluntad se abre paso
entre mis pechos
y ancla, después,
como un barco sin rumbo,
entre mis muslos
que se abren como una ensenada
en medio de la mayor tormenta
que nos habita hoy.
Poemas de Begoña Abad en: José María García Linares. 'Nacer para aprender, volar para vivir. Un acercamiento a la poesía de Begoña Abad'. Ed. Pregunta. 2019
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