Leo los periódicos y veo que los poetas, de una manera u otra -en recepciones, en homenajes-, están todos mendigando un sueldecito del Estado. Veo que hay mucho miedo a la vida, un miedo terrible a la vida, cuando la vida es algo que hay que tomar o dejar cuanda te dé la gana. La vida es una aventura, un lujo. Me he prometido no hablar mal de nadie, de verdad. Pero es que yo vengo de la selva, de presenciar cosas como un barco que se hunde, un hombre que se suicida. Y luego, leo el periódico, veo a los poetas estrechadno manos en las recepciones, tratando de conseguir premios por lo que hacen, y me quedo asombrado. Después de haber cortado completamente con todo, me asombro de estas cosas. ¿Qué ha pasado? Yo me pregunto: ¿El Estado debe alimentar a los escritores o los escritores deben destruir al Estado? ...Bien, yo no me quejo de mis penurias, y no voy a pedir nada al Estado. Si mi poesía se convierte en una pesadilla, no voy a buscar a un médico que me cure. Lo que no puede hacerse es subvencionar poemas. El poeta no debe recibir nada; que sea joda, que sea poeta.
Carlos Oroza en Codicia de lo lejano. Entrevista a Carlos Oroza. En Ocho poetas raros. Conversaciones y poemas. Madrid. Árdora Ediciones, Madrid, 1992.
y no perdamos la dignidad, joder, que es que algunos damos pena
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